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Cohen Sabban rompe el silencio y ahora denuncia a Esmeralda Mitre

Sólo Esmeralda Mitre y Ariel Cohen Sabban saben exactamente lo que
ocurrió en la tarde del 17 de abril en el domicilio de ella. Dieciocho días
después de aquel encuentro, la ahora participante de Bailando por un
sueño salía a denunciar en los medios que había sido extorsionada por el
entonces presidente de la DAIA. También dijo haber sufrido acoso. En
medio del escándalo, Sabban renunció a la institución el 4 de
mayo y desde ese entonces no hizo declaración alguna.

“Me comí siete meses de silencio “, dice ahora Sabban a PERFIL, en una entrevista exclusiva para contar su versión de los hechos y dar detalles de una denuncia judicial que acaba de hacer contra Esmeralda Mitre por extorsión y amenazas. “Creo que para todo hay un límite. Y el sufrimiento
también tiene un límite. Durante mucho tiempo elegí el camino del
silencio, para proteger a mi familia, a la DAIA y a la comunidad judía. Pero
cuando vi el proceder último de esa persona, presenté esta denuncia”, dice
el ex dirigente de DAIA en relación con las últimas oportunidades
donde Mitre dio varias notas mencionándolo y, según sus palabras,
ganando (ella) notoriedad.

Sabban dice estar tranquilo, así como también dispuesto a contar
todo. “No tengo nada que esconder”, desliza comenzando con la
conversación. Y agrega: “Me quiero adelantar a tu pregunta de por qué me
tomé tanto tiempo. Creo que pocas personas están preparadas para salir
adelante después de pasar esta trama mediática”.
—Es la primera vez que Ud. habla después de todo lo sucedido
así que me gustaría antes tener su versión de los hechos.
Después de los dichos sobre el Holocausto, Mitre acudió a una
reunión en la DAIA el 16 de mayo.

—Así fue. Llegó de una manera muy particular.
—¿Qué quiere decir con “de una manera particular”?
—Vino llorando, explicando lo que dijo y por qué lo dijo, sin ánimo de
disculparse. La DAIA no es dueña de ningún perdón; nosotros quisimos
atenderla como lo hacemos con muchas personas, siempre con la misión de
luchar contra todo tipo de antisemitismo y discriminación. Se llevó por
delante un vidrio, se cayó y tuvo que ser asistida. Ahí le explicamos lo que
significa banalizar el Holocausto para la comunidad y para la sociedad. Ella
vino muy molesta por los títulos (de los medios), por cómo la prensa tomó
el tema.

—¿Ud. le pidió una reunión posterior o fue ella?
—Ella me pide el celular. Yo se lo di y le mandé un mensaje. Ahí me pasó su
dirección. Es muy interesante porque ella mencionaba en cada programa
que yo le pedí una reunión y el otro día en una entrevista en NET TV dijo
que fue ella quien me pidió que yo vaya.
—¿Ud. sabía que iba a su domicilio?
—No, no sabía lo que era. Tal vez fue una negligencia mía de no saber a
dónde iba. En ese entonces para mí era una desconocida. Me recibió y
empezamos a hablar. Me manifestó que estaba muy preocupada porque
estaba haciendo una obra de teatro y para ella era muy importante, y que la
imagen de ella no se podía caer, que a ella los títulos la afectan mucho y que
necesitaba que nosotros le demos una mano. Y la verdad que nuestra tarea
es ayudar a las personas, no hundirlas. Ella me preguntó entonces de qué
manera le sugería que podía ayudar. Le dije que vaya al Museo del
Holocausto y que trabaje con el Centro de Estudios Sociales que tiene la
DAIA, Después, que podía hacer un viaje a los campos de concentración.
—Le pidió 80 mil dólares para arreglar el episodio?
—Esperá, eso que vos me estás diciendo es como que la DAIA venda el
perdón y no te lo voy a permitir. ¿ Vos pensás que la comunidad judía
necesita pedirle 80 mil dólares?
—No lo sé, se lo pregunto.
—Ok y yo te respondo. Le dije lo del museo, de las escuelas y del viaje. Ella
me dijo: “Mirá tengo 40 mil dólares”. Yo le dije que no había ido a hablar de
plata. “¿Cuánto cuesta esto?”, me decía. Entonces, a la tercera vez que
alguien te pregunta cuánto cuesta, es muy difícil no contestar. Le dije que
llevar a 25 chicos a Auschwitz podía costar alrededor de 80 mil dólares. De
ahí sale el tema de 80 mil dólares. Ella vendió desde el primer día del
escrache como que yo la extorsioné por 80 mil dólares. Le dije que si no
tenía ese monto que se quede tranquila, que la DAIA lo iba a buscar, o
llevábamos menos chicos.
—Ella hace una denuncia en los medios muy grave, de acoso y
abuso. ¿Existió?
—No. Mirá, en la mitad de la charla toca el timbre una persona y ella le dice
que estaba con el presidente de la DAIA. No es que le dijo: “Che, vení que
estoy mal acá, me están acosando, me están abusando”. Seguimos
conversando y se puso a llorar. Me decía: “¿Qué va a pasar de mi persona?”.
Digo, ¿alguien que se siente acosada y extorsionada te puede
seguir hablando en el celular? Yo fui a la casa el 17 de abril, el celular
no miente (muestra el aparato). A mí me podés creer o no. El mismo día
por la tarde me agradece por la reunión, me manda besos, me dice Ari…
¿Ari?
—Ella dijo recientemente que tiene todo filmado.
—No sé que me querés decir con eso. Que le hagan una pericia psicológica y
se terminó. Imaginate que el que está haciendo la denuncia soy yo. Es una
amenaza, ella juega con el miedo. La sociedad creyó que yo fui a la casa y al
otro día ella hizo la denuncia mediática. ¿Y en esos 20 días qué pasó? Hubo
un armado que fue construido con la ayuda de otros. Quiero contar esto:
una persona de la comunidad me avisó en esos días antes de que salga a
escracharme que un periodista quería hablar conmigo.
—¿Quién?
—Gabriel Levinas. Quería una reunión y me recibió en su casa el 1° de
mayo. Cuando llego, lo primero que me dice es: “Vos tenés que renunciar,
ustedes no son nadie para no perdonar”. A lo que le respondí que nosotros
no somos los dueños del perdón y que nosotros podemos recibir a las
personas, escucharlas. “Ella dice que vos le pediste 80 mil dólares.

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Y que te
quisiste acercar y la quisiste acosar”, me dijo. “A vos te quedan dos
caminos. Ella tiene una causa penal de 14 páginas para presentar. Vos
renunciás o presentan una causa penal”, me dijo después. Hubo una
reunión después entre dos miembros de la DAIA con el abogado de ella,
(Ricardo) Gil Lavedra. Fue el 4 de mayo. Yo no estuve pero me cuentan que
ahí se habló de lo que estaba pasando; aún no había salido a los medios.
Recibí a las seis de la tarde, antes de que empiece el Shabat -que es cuando
me deconecto de todo hasta el sábado- un mensaje que decía: “Solucionado
con renuncia”. Cuando abro el celular el sábado 5 de mayo a la noche, veo
que me escracharon en todos los medios. El escrache empezó el sábado y no
paró. ¿A vos te parece que una persona que está abusada y extorsionada no
va a hacer una denuncia?
—¿Por qué piensa que no fue a la Justicia?
—Preguntáselo a ella. Yo te puedo hablar de mí. A partir de ahí empiezan
los escraches, me mostraban como si fuera un monstruo. Acá tuvo otro
objetivo y es querer instalar en la sociedad argentina un hecho que no
sucedió nunca.
—¿Piensa que esto fue armado para sacarlo de la DAIA?
—Tengo mis propias conclusiones pero sí, lógicamente fueron por mi cargo.
La comunidad judía se vio afectada. Hay un antes y un después. Para mí fue
también un acoso mediático muy importante y no algo espontáneo. Fue
armado. Por esto sufrí actitudes netamente antisemitas en la calle. Me
dijeron “judío de mierda”, “qué vergüenza lo que le hiciste”. Durante dos
semanas no salí de mi casa; hubo más de mil personas que me visitaron.
Tenía grupos de 60, 70 personas todos los días.

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—¿Y qué fueron esas disculpas públicas que se pidieron?
—Fueron unas notas que quedaron de común acuerdo con los abogados.
Esa nota que yo firmé la redacta Gil Lavedra. Yo no la quería firmar. Y hay
testigos. Además no tengo por qué pedir disculpas de nada, pero
¿sabés que pasa?, cuando vos tenés un viejo de 80 años que se acerca al
balcón y no sabés si se va a tirar, cambiás y firmás.
—¿Su papá se quiso suicidar?
—Sí. Hubo una reunión en mi domicilio, con presencia de mi familia. Yo me
rehusaba a firmar y mi viejo se levantó y se fue caminando al balcón.
“¡Firmá de una vez, no quiero saber mas nada!”, iba gritando antes de que
mi hermano vaya por él.
—¿En serio cree que Esmeralda Mitre pudo buscar fama o
popularidad con todo esto?
—Eso preguntáselo a ella. Sí creo que la banalización de la Shoá la llevó al
programa de mayor difusión de la Argentina. Pienso que había muchos
interesados en que yo deje el cargo. Además, las últimas expresiones que
tuvo demuestran que su disculpa no es sincera.Dijo que mi denuncia no
está “rectificada”. La denuncia está hecha, ratificada y ampliada.

Fuente: Perfil

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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