Birkat Halevaná, la bendición de la luna
Kidush Halevaná, la santificación de la luna se realiza una semana después del novilunio. En una noche despejada y en lo posible con minián (una congregación mínima de 10) se lleva a cabo esta ceremonia. La luna siempre ha ocupado un lugar central en la tradición del pueblo de Israel, es ella la que marca el inicio de un nuevo mes y con ello las festividades. El Sanedrín decía “Mekudash” “Santificado” y encendía una fogata que se multiplicaba en distintos lugares de la tierra de Israel para informar del Rosh Jodesh, el inicio de un nuevo mes.
“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido” Salmos 8:3 “Alabadle, sol y luna; alabadle, todas las estrellas luminosas” Salmos 148:3
Los profetas de Israel lo expresaron con cabalidad, un pueblo Eterno que da testimonio de la creación Divina y la responsabilidad del hombre como socio de esa creación.
Lo acontecido anoche es un reflejo del alma judía, su esfuerzo, talento, resiliencia, donde siempre con los pies muy asentados sobre la tierra se puede seguir mirando y soñando con la Luna.
Dicen nuestros sabios que un lugar que contiene Torah, es un lugar sagrado. No es casual que la nave Bereshit que desde su nombre nos vincula a nuestros orígenes haya llevado una moneda desarrollada con nanotecnología que contenga un Tanaj (Biblia hebrea),la plegaría del viajero, una versión del Hatikvá, la esperanza milenaria convertida en el himno del renovado Estado de Israel y su bandera. Mensajes de nuestros jóvenes y elementos que recuerdan como desde las cenizas del horror hemos resurgido para volar hasta el infinito.
Lo antiguo se renovará y lo nuevo se santificará nos enseñaba el Rab Kook primer Gran Rabino de Israel.
Cuando ya no exista la vida en este planeta como la conocemos hoy, tal vez alguno buscará conocer como fue la historia del hombre. Encontrará en la luna o cualquier lugar del cosmos el legado de un pueblo único, el más pequeño entre las naciones, el más perseguido y calumniado, que, a pesar de eso, le brindó a la humanidad sus mayores logros. Moisés, Jesús, Marx, Freud, Einstein y una innumerable cantidad de genios en todas las ramas del quehacer humano.
Anoche un país de algo más de 8.000.000 de habitantes, con una superficie minúscula, que no ha tenido un día de paz, en sus 70 años de renovada existencia, que logró sacar agua de las piedras y transformar lo imposible en posible, muestra que cuando hay valores, determinación, coraje y visión, nada está fuera del alcance humano.
No es el momento de puntualizar los miles de logros del Estado Judío, eso lo hacemos en otros días, ahora es el tiempo de festejar y gozar de éste nuevo hito.
Digamos juntos “Sheejeyanu”, agradezcamos y sintámonos orgullosos de ser parte de este pueblo maravilloso, y digamos en voz alta y potente como dice en la inscripción de la nave Bereshit, “Am Israel Jai”.
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