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Cuando la dirigencia es sorda, ciega y muda

Pocas situaciones en la vida comunitaria han despertado el nivel de repudio generalizado que suscitó la carta de AMIA pidiendo que la DAIA desestimara la querella por la denuncia de Nisman.

Como determinó la justicia y dicta el sentido común, la muerte (asesinato) del fiscal, estuvo directamente vinculada a su denuncia, por el intento de encubrimiento agravado por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y otros, de los iraníes, sindicados como responsables de la voladura de la Mutual en 1994.

Los argentinos y los miembros de la comunidad, viven agobiados por una profunda crisis del país que parece nunca tocar fondo. La capacidad de tolerancia, sorpresa y reacción se encuentran absolutamente sobrepasadas frente al acoso diario de una pobreza inmoral, una delincuencia asesina sin control y una economía que hace estragos. El país y la comunidad como reflejo y espejo se perciben a la deriva y sin destino.

Pese a lo descripto, y aún sabiendo a previas de la más que probable “nueva decepción”, la ciudadanía se convoca en multitudinarias marchas exigiendo respuestas. En este caso utilizando la tecnología de las redes y plataformas sociales.

Los dirigentes hacen la del famoso mono (sordo, ciego y mudo).

Ha pasado un mes desde el bochorno. Zbar sigue de presidente (con licencia por tiempo indeterminado), los firmantes de la carta y el resto de la comisión directiva continúan en sus cargos como si nada. No participaron, no firmaron, no escucharon, no vieron, no permitieron.

No creemos en el mentado que se “vayan todos”, esa es una evasión infantil. Si creemos, en la necesidad de enmendar caminos, asumir responsabilidades y rendir cuentas. La clásica respuesta de que ganen las próximas elecciones o las explicaciones se las daremos al RAT (asamblea de representantes) no es una respuesta.

14.000 personas (socios y no socios) y la sociedad argentina en su totalidad, merecen una respuesta institucional autocrítica y seria.

Desde este medio, venimos clamando desde hace décadas, en la necesidad imperiosa de reconstituir un tribunal disciplinario y de ética comunitaria, que actué y responda de manera ejecutiva y ejemplar en delicadas situaciones como ésta y tantas otras.

Humildemente hemos planteado desde estas líneas, la conveniente alternativa de convocar a ilustres personalidades de la comunidad, para que se sumen a AMIA en lo que le queda del mandato de ésta comisión. Fortalecer la visión, acción, pluralidad y transparencia de la gestión de la Mutual Judía es una obligación.

Por el momento, la dirigencia sigue siendo sorda, ciega y muda. Que luego no se pregunten el porqué de la apatía, el distanciamiento y enojo de los judíos de a pie.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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