Israel y Argentina: Del peor al mejor y del mejor al peor
Un simple video te muestra como hace 30 años el “peor país del mundo” en materia inflacionaria, era uno que hoy es potencia mundial. Por el contrario, el que venía mejor, se fue a un descenso estrepitoso. Hasta el menos entendido en economía comprende que podes “salir campeón” y el año siguiente estar “jugando en la B”. Depende de las medidas que se tomen.
Para el inicio del año 80, Israel tenia una inflación promedio anual de 129,83%. Para 1985, con una inflación de 450% anual, Israel se encontró en el limite del abismo y firmemente decidió tomar medidas radicales: Dispuso por ley la prohibición de emitir moneda; además, implementó medidas de shock que incluyeron acuerdos de topes salariales con los trabajadores, recortes de gastos del Estado para bajar el déficit y control de precios.
Para 1990, ya había logrado reducir el índice a 20%. Sí. leyó bien, 430% de reducción en 5 años. De allí en más, quedaba un arduo camino hasta lograr el objetivo de entre 1% y 3%: lo consiguió en diez años, decretando la independencia del Banco Central, fijando metas “creíbles” de inflación y limitando el déficit fiscal a 3% del PBI. La palabra “creíble” no es azarosa y la retomare mas adelante.
ARGENTINA, SIEMPRE EN LA VEREDA EQUIVOCADA
En abril de 1991 se anunció el modelo de convertibilidad el cual establecía la equiparación entre un peso y un dólar, debido a que el Banco Central tenía todos los dólares necesarios para comprar todos los pesos a ese valor. Esta noticia para los argentinos fue un shock absoluto tras años de mirar la moneda estadounidense: las calculadoras iban a ir a la basura porque esa equivalencia matemática iba a funcionar sin usar la cabeza. Y el no usarla, a la larga siempre termina siendo un problema.
Mientras tanto, nuestros ciudadanos se regocijaban como a quien le inyectan morfina durante una operación sin saber lo que el cirujano le esta haciendo. Desde ese momento, el valor de nuestros ahorros y el de nuestro trabajo se podía acumular. Nuestro trabajo finalmente daba sus frutos a largo plazo sin tener que pensar en si en unos meses valdría lo mismo o se depreciaría como una leche a la que se le paso la fecha de vencimiento. Imagínese comer un yogur que no tenga fecha de vencimiento. Que lo guardes meses y un día digas “voy a comerlo” y ni tengas que mirar si “venció”. Eso mismo era la convertibilidad, al menos en la mente del trabajador. Eso pasó de un minuto a otro, porque en ese minuto se cambiaron las expectativas de todos.
La inflación es un fenómeno complejo. Lo que Israel logro no es algo tan simple y que todos podrían aplicar y mágicamente salir adelante. Pero seguramente tomar buenos ejemplos siempre sirva.
Según Federico Pinedo (Presidente Provisional del Senado de la Nación) la inflación es la causa de una “mala organización social que consiste en que todos los precios suben, y eso se debe a que la medida con la que se miden los precios, el peso, pierde valor todo el tiempo. Es como si nos achicaran el largo del metro. No es que el conjunto de los precios suba, sino que el valor del dinero baja. Entonces, si lográbamos que el valor del dinero no bajara, los precios no subirían. Eso es lo que significa que no haya inflación. Así anduvimos desde 1991 hasta 2006 (a pesar del tremendo episodio de 2002), momento en el que el gobierno optó por volver a tener otra vez una inflación sistemática”.
La inflación Argentina siempre parece mediar entre una enfermedad incurable y una enfermedad a la que no se le encuentra o aplica la vacuna correcta. Pasan los gobiernos, pero no las soluciones.
Desde hace 15 años crece y desde hace 14 tiene dos dígitos. Como bien refleja el video que ilustra este artículo, Israel pelea el campeonato, mientras que Argentina se fue a la “B”, incluso superado por “equipos” como Irán, Libia o el Congo.
INFLACIÓN “CREÃBLE”
En cualquier caso que uno desee explicarle a su población hacia donde se dirige la economía del país y como bajar la inflación, es necesario el consenso de toda la sociedad. En ningún caso, se hubiera logrado el éxito sin generar credibilidad en la población.
“Hay que entender que los argentinos no confiamos en nuestra moneda”, manifiesta Aldo Abram, consultor económico y financiero y agrega que es justificada esa sentencia por determinaciones que se fueron tomando. “El banco central no se ha dedicado a defender el poder adquisitivo de los pesos de los que compramos con nuestro sueldo y atesoramos. Desde 1970 a nuestra moneda le sacamos 13 ceros”.
Michel Strawczynski, economista uruguayo-israelí y director del departamento de investigación del Banco de Israel, dijo hace unos años que si las metas son creíbles, el pueblo las acepta. “Al principio la meta era 10% y la fueron bajando en forma gradual. Luego, siguieron bajando a razón de 2% por año, hasta llegar a un índice de entre 1% y 3%, que es el actual. Cuando se llegó a eso, quedó para siempre, porque se consideró el rango exacto”.
En Israel se dijo algo y se cumplió. Esto generó un compromiso de la gente al confiar en sus dirigentes políticos y por ende, un cambio rotundo en el hábito cotidiano de consumo. En la década del noventa, 91% de la población compraba sus propiedades en moneda estadounidense, en los 2000, solo 10% lo hacía en ese billete, y actualmente ese porcentaje es menor al 5%.
Como Strawcziynski lo resume: “Banco Central con independencia y gran apoyo del gobierno, metas de inflación que se cumplen y dan credibilidad, ley de no emisión y déficit fiscal menor al 3% en promedio. Esta fue la receta para bajar la inflación de 20 a 3% en diez años”.
Entonces, la pregunta que todo ministro de economía se debe haber hecho al momento de tomar decisiones y que bien es aplicable a la situación actual de Argentina es: ¿Que necesitamos, cualquiera sea su país de origen, para bajar la inflación?
El economista Alejandro Robba, reconoce que cada país tiene causas diferentes y considera, tomando Argentina como ejemplo, que “la inflación no es un fenómeno monetario ni que tenga que ver con el exceso de demanda, por ejemplo, del gasto publico, como ha dicho el gobierno actual. Los últimos ocho meses el gasto publico ha bajado, sin embargo, la inflación se ha incrementado”. De este modo las soluciones que Robba plantea serian dos: lógicamente o cambiar a quienes toman las decisiones o que aquellos que las toman, modifiquen su visión sobre la inflación, de modo de tomar decisiones correctas.
Opuestamente, el economista Agustin Etchebarne considera que “la inflación es un fenómeno monetario y se puede dominar”. Para el, “la inflación funciona como un método para robar a los mas pobres” cuya solución es hacer una reforma monetaria. Convertibilidad, dolarización son algunas de las que considera idóneas para el éxito mientras que “devaluar solo sirve para generar una competitividad ficticia” pero jamas algo real.
Juan Luis Bour, economista y director de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas) mantiene una mesura en cuanto a que no es lo mismo bajar de una hiper inflación como la de Venezuela a una “normal” como tampoco es simple de casi un 50% a la cual se acerca Argentina a valores que no atenten contra el país y su población.
“El problema se junta en cuestiones estructurales. Argentina no tiene un sistema financiero grande y es difícil financiarse dentro de Argentina para el sector publico cuando tiene grandes déficit por eso siempre recurrimos a deuda externa y por eso entramos cada tanto en default, porque no podemos repagar eso”, expresa Bour y vuelve a mencionar el “término” de los últimos párrafos: Confianza. “Es fundamental ganar confianza a través de un programa económico a largo plazo y otro a corto plazo que se debatirá entre los que le crean y los que no. Si la gente le cree funciona, sino no”.
Confianza y dolar. Dos palabras que van de la mano para el argentino que tiene acceso a la moneda extranjera.
“La inflación tiene un disparador muy fuerte en el aumento del precio del dólar no solo porque aumentan los productos importados sino los alimentos, porque Argentina es productor y exportador de alimentos, por lo que un aumento del dólar y precios internacionales repercute internamente a partir de ese aumento inicial”, explica Robba y aclara que es difícil intentar bajar la inflación a partir de una gran recesión y no atacar las verdaderas causas que son el aumento de los costos, lo que los economistas llaman, la puja distributiva entre precio y salario”.
Por delante queda un largo camino a transitar por mas que siempre todos deseemos que el trayecto no se siga estirando a ciclos económicos caóticos. Así como en el fútbol, donde todos opinamos, los que saben y los que no tienen propuesta y soluciones. Por el momento, los resultados no han mostrado ninguna esperanza de que vayamos a pelear no solo un campeonato, sino el no descender aun más. La inflación seguirá siendo un problema que exceda al gobierno de turno. Como menciona el economista Bour, el desafío es enorme y por el momento “solo podemos prever mucha volatilidad de aquí a noviembre en que se defina al presidente por los próximos cuatro años”.
Por el momento ya nos fuimos de la “A” hace tiempo. Estamos en la “B” y rezando no seguir descendiendo de categoría.
Una paradoja interesante es que algunos de los grandes economistas de Israel (tres fueron candidatos a presidir el Banco central de ese país) son originarios de la Argentina. En Israel tienen éxito, en la Argentina fracasan. Para pensar el porque.
Por José Ignacio Goldenberg
Datos estadísticos: Inflation.eu (Worldwide Inflation Data)
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