Efemérides: la ejecución de los Rosenberg en la silla eléctrica
Nacidos en el seno de familias judías, Julius Rosenberg era ingeniero eléctrico, mientras su esposa, Ethel, era aspirante a actriz y cantante. Ambos formaron parte de la Young Communist League, las juventudes del Partido Comunista de los Estados Unidos.
El origen del juicio y ejecución de este matrimonio hay que buscarlo en las filtraciones de secretos nucleares acontecidas tanto en el centro de investigación nuclear de Los Álamos como en la Universidad de Berkeley, donde existía un importante sector simpatizante de la izquierda, especialmente entre los científicos. Un antiguo maquinista del centro super-secreto de Los Álamos, el sargento David Greenglass, hermano de Ethel, confesó haber pasado secretos a los soviéticos y acusó asimismo a su hermana y al esposo de ésta, confesión que condujo directamente hacia el matrimonio Rosenberg, que fue detenido, acusado y juzgado por espionaje.
Aún hoy se considera que el juicio a que ambos se vieron sometidos distó mucho de haber sido justo. Ciertas o no las acusaciones de espionaje, ambos fueron ejecutados en virtud de la Ley de Espionaje de 1917, que dictaba pena de muerte para este tipo de delitos en tiempo de guerra, si bien en el momento de haberse cometido el supuesto espionaje, Estados Unidos no estaba en guerra con la Unión Soviética.
Los Rosenberg, denunciados como “espías atómicos” por haber entregado el diseño de la bomba atómica al KGB en torno a 1945, lo que nunca fue demostrado, se convirtieron en un símbolo de la intolerancia política de Estados Unidos y crearon uno de los capítulos más controvertidos en la historia política del país.
Jean Paul Sartre describió la ejecución como un “linchamiento legal que cubrió de sangre a toda la nación”.
Picasso pintó los retratos de Julius y Ethel, hubo protestas multitudinarias en todo el mundo y los dos huérfanos iniciaron una larga etapa de silencio y clandestinidad, en la que adquirieron el nombre de sus padres adoptivos e intentaron hacer una vida normal.
Varios años después, Pavel Sudoplatov, jefe de la KGB durante el proceso Rosenberg y segundo del célebre Lavrenti Beria, confirmó en sus memorias que la pareja jamás perteneció a las redes del espionaje soviético. Sin embargo, admitió que el enjuiciamiento les cayó “como anillo al dedo”, porque desvió a los servicios secretos estadounidenses del verdadero canal de la penetración que desarrollaban en el Proyecto nuclear Manhattan, el programa atómico de los Estados Unidos.
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