Hacer aliá a los 78 años
Con su vitalidad y la gran cantidad de actividades que realiza, resulta de ejemplo para muchos. Pero su vida en Israel, podría decirse que no comenzó hace 8 años cuando decidió partir sino hace mas de 70 años. “Mi primera oportunidad fue en 1955 cuando pude viajar al Majon Grimberg con el primer grupo de Morim (maestros) para perfeccionarse y vivir un año en Israel. Incluso tuvimos entrevista con Golda Meir y ese año ya me quedó la idea de volver y hacer aliá”, contó Shoshana.
Sin embargo, su vida fue por otro camino de desarrollo comunitario pero en Argentina y su deseo, fue cumplido por sus tres hijos quienes a medida que terminaban el secundario hacían aliá. Pero faltaba su mudanza de país para “cerrar el círculo de mi vida”, como manifiesta.
“Cuando ya lo decidí, fui a la Sojnut (Agencia Judía para Israel) y me tomé un año para organizarme”, menciona Shoshana quien por aquel entonces llevaba 22 años trabajando en el seminario Rabínico y en la comunidad Betel de la que fue cofundadora.
Actualmente, Shoshana Burman vive en Ashdod, donde se instaló porque, entre otras cosas, tiene una amiga “veterana”, como la llama ella, a quien conoce desde 1955, y la ciudad le fascinó porque es la “Mar Del Plata” de Israel en permanente crecimiento: “Donde hace un año había arena, ahora es todo un barrio”, se sorprende.
Si bien todo parecería “color de rosa”, recomenzar la vida a los 78 años en una ciudad y país diferente tiene sus contratiempos, los cuales Shoshana advierte para aquellos que tengan sus mismos deseos de hacer aliá: “Yo me integré fácilmente porque no tenía problemas de idioma. Recomiendo aprender hebreo antes de hacer aliá. El que lo hace con tiempo y quiere disfrutar tiene que venir con el idioma porque abre puertas”.
Por otro lado, el conflicto bélico también es algo que, para el que no esté acostumbrado, podría resultarle “chocante”: “Estamos siempre tensos por los misiles del sur. Hay mucho nerviosismo”.
Lo más importante es estar abierto: “Yo estaba bastante preparada, porque venía casi todos los años, pero es acostumbrarse a la mentalidad. Acá hay un crisol de comunidades. Escuchas tantos idiomas con distintas costumbres, comidas, modos de vida, trato de la gente. Hay que venir preparado para conocer algo diferente”, expresa Shoshana y sentencia que a pesar de este desafío, “la solidaridad de la gente no lo vi en ningún otro lado”.
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