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La escalera de Yaakov

La parashá nos relata que camino a la casa de Laván, su tío, cuando huía de la presencia amenazadora de su propio hermano, nuestro patriarca Yaakov tuvo un sueño: “Y soñó y he aquí una escalera que estaba parada sobre la tierra, cuya parte superior se elevaba hacia el cielo, y además unos ángeles subían y descendían por ella”. (Bereshit 28:12).

Los sabios en el Midrash nos han comentado que en este sueño Yakov vio al ángel de Babilonia, es decir a la fuerza espiritual de esta nación representada en un ser metafísico, que ascendía y descendía, y así también vio al ángel de Persia ascender y descender, al ángel de Grecia ascender y descender y finalmente al ángel de Roma lo vio ascender pero no lo vio descender (según otras versiones si lo vio descender). Es decir que a través de esta explicación del sueño de Yaakov, los sabios nos quieren transmitir un mensaje histórico y generacional que envolvería el futuro de la descendencia de Yaakov, sus hijos habrían de sufrir cuatro diferentes exilios, este conocimiento y sus múltiples aspectos ya había sido revelado al abuelo de Yaakov, Abraham y se conservaba dentro de su familia como una señal para el porvenir, cuyos contenidos veremos que comienzan a dibujarse a medida que los patriarcas se ven enfrentados a diversas realidades mediatas e inmediatas.

El Maharal de Praga en uno de sus libros (Ner Mitzvá), explica cual es el sentido esencial de la repercusión histórica de estos exilios, y cual es su fuente a nivel más profundo. Si examinamos el segundo versículo de la Torá, en el libro de Bereshit, escuchamos que se describe la tierra en los primeros momentos de la creación con cuatro diferentes calificativos: “y la tierra estaba desolada y vacía, oscuridad sobre el abismo…” (Bereshit 1,2); si el idioma es pobre para poder definir en forma exacta cada uno de estos conceptos en el original hebreo, lo es mucho mucho más vestido a través de una traducción, sin embargo podemos intentar esbozar una definición: la Torá nos relata que la tierra se presentaba: a) desolada (Tohu), b) vacía (Bohu), c) oscuridad (Joshej), abismo (Tehom).

Según el testimonio de nuestros sabios estos cuatro conceptos representan los cuatro exilios por los que atravesará Israel, así desolada (Tohu) es Babilonia, símbolo de la desolación que reinó en la tierra de Israel después que los babilónicos destruyeron el Templo y exiliaron al pueblo; vacía (Bohu) es Persia, un exilio que expresa el vacío en la peligrosa época de Hamán; oscuridad (Joshej) es Grecia, cuya cultura materialista trajo oscuridad sobre Israel y finalmente el abismo (Tehom) es Roma que define al abismo en si mismo, o sea aquello de lo cual no podemos distinguir el fin, ya que será un exilio tan extenso en tiempo que parecerá sin fin.

Según el Maharal esta realidad futura surge dentro de la propia creación del universo debido a que esencialmente el mundo material es un albergue apropiado a los cuatro exilios, siendo el momento en que surge la materia el mismo momento en que surgen los cuatro exilios como realidad, aunque el contenido de tal realidad será entregada al libre albedrío de las generaciones futuras según su comportamiento.

El Maharal nos ejemplifica el concepto del siguiente modo, si tenemos un plano en el cual dibujamos un punto, la mínima cantidad de veces que podremos alejarnos de este punto en todas las direcciones será cuatro: arriba, abajo, a un costado y al otro; del mismo modo metafóricamente el punto en cuestión es la imagen de la unidad divina, o sea el Creador del universo, mientras que las cuatro direcciones son el alejamiento de su realidad, que históricamente se ve representada por los exilios, en los cuales el sistema ideológico imperante será de alejarse de la unidad, distanciarse de Dios, en cada exilio de manera diferente. Las cuatro naciones señaladas simbolizan un sistema ideológico que pretende ver la realidad sin Dios, y al estar presente Israel en la historia como símbolo viviente de la realidad con Dios, crecerá para con él la hostilidad de estas cuatro naciones.

La complejidad de esta realidad se presenta delante de Yaakov en el sueño cuyo símbolo es la escalera, y así el Midrash agrega que el Creador en un momento de la visión le pide a Yaakov que suba él también ala escalera: “ahora, ¡sube tú también a la escalera!” Pero Yaakov repentinamente tuvo temor. “Quizás,” él dijo, “del mismo modo como estos ángeles descienden después de haber subir la escalera, también, Dios no lo quiera, tendré yo que descender si la subo.” Entonces Dios lo tranquilizó y le dijo: “no tengas miedo, porque si subes la escalera nunca descenderás de ella.” Pero esto no fue suficiente para tranquilizar a Yaakov, y en algún punto profundo de su personalidad no se apoyó por completo en la promesa divina y él no subió… Así estudiamos que el versículo: “Sin embargo, pecaron nuevamente y no creyeron en las maravillas de Dios” (Tehilim 78:32) se refiere a nuestro antepasado Yaakov, que no subió a la escalera. Por este motivo, el Creador le amonestó y le dijo: “Puesto que no has tenido fe en Mí, tus hijos tendrán que experimentar cuatro exilios en este mundo, durante los cuales estarán sometidos al capricho de las naciones…” (Midrash Raba Vayikra 29:2; Tanchuma Vayetze 2).

Aunque la historia del sueño famoso de Yaakov es bien conocida, no muchos saben el epílogo extraño descrito por el Midrash. Yaakov rechaza ascender a la escala tal como se lo propone Dios. Debido a este “pecado”, sus descendientes estarán sometidos a exilios, esta realidad ya era prevista, sin embargo lo áspero de estos años de exilio o la extensión de ellos fue consecuencia de la negativa de Yaakov.

Las palabras del Midrash requieren una aclaración adicional: (1) ¿Cómo puede una persona pecar en un sueño? (2) ¿Por qué estaba Yaakov asustado a subir, y por qué fueron las consecuencias de su denegación tan extensas? (3) El versículo traído en la segunda parte del Misdrash claramente establece que “ellos pecaron… ellos no creyeron en mi” entonces “¿Cómo puede referirse a Yaakov? De hecho, parece absolutamente obvio del contexto del versículo que se refiere al pueblo judío en el momento del exilio de Egipto y no a Yaakov.

Nuestro Midrash contiene indudablemente dentro de él numerosas enseñanzas y puede ser entendido de muchas diversas maneras, intentemos entenderlo por lo menos en un nivel simple. Está claro de la Torah que el sueño de Yaakov era una visión profética. Como tal, es razonable asumir el mandato de Dios a que ascienda Yaakov por la escalera, y el castigo a Yaakov por no hacerlo, más que como un pecado como una advertencia. Yaakov salía de la tierra de Israel hacia la diáspora, este patriarca representa como ningún otro la simiente básica del pueblo de Israel, lleva además este nombre; por lo tanto sus vivencias y sus comportamientos son definitorios para su descendencia, al salir fuera de su casa le advirtieron que habría un período de espera, simbolizado metafóricamente por “subir a la escalera”, donde se ve reflejado la protección que recibiría del Creador.

Si él vacilara en ese punto debido a una carencia de la fe, Dios le advirtió, que esto daría lugar a que sus hijos quedarían bajo la influencia áspera de los cuatro exilios originarios. Es decir, si Yaakov y por ende Israel entero se entregan a la protección divina de manera total, el Creador los hará transitar por los exilios sin la hostilidad áspera de las naciones, pero si por falta de anulación personal a la Torá no buscamos solamente en Dios el auxilio apropiado, cada una de las naciones, que alejadas de la unidad serán nuestros opresores, podrán perjudicarnos.

Si queremos profundizar aun más en la pregunta de por qué deben sus descendientes sufrir un castigo tan extenso por el “pecado” de Yaakov, debemos señalar que nuestra fuerza como nación se arraiga profundamente en el comportamiento ejemplar de nuestros grandes antepasados, los tres patriarcas. Fueron ellos los que pusieron la fundación sobre la cual la nación fue construida imbuyendo en sus descendientes el amor y temor a Dios. Así, incluso la avería más pequeña en la construcción de una estructura grande puede causar una enorme inestabilidad en el futuro.

El temor de Yaakov por su hermano Esav, por ejemplo, reflejó un defecto de otra manera insignificante en su temor a Dios, puesto que, como los sabios escriben, el temor verdadero a Dios no deja lugar a ningún otro temor. Y este defecto fue amplificado en sus descendientes, y los trajo eventualmente a un alejamiento del Creador de una manera tal que muchos años de ásperos exilios fueron requeridos para rectificar este alejamiento. Así, el Midrash lo justifica al sugerir el versículo: “ellos pecaron… ellos no creyeron en mi”, refiriendo a una carencia de fe en el pueblo que era además consecuencia del comportamiento de nuestros antepasados. La expresión de la Torá y el comentario de nuestros sabios son un mensaje generacional y educativo del cual debemos aprender sobre nosotros mismos y nuestra contribución al futuro de la nación.

Fuente: Judaismohoy.

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