Una “no” personalidad: Judío, nazi y Líder del Ku Klux Klan
En 1965 el líder nazi del Ku Klux Klan, Dan Burros, se voló la cabeza cuando se supo que era judío. Era «Gran Dragón» de la triple «K» y no pudo soportar que un periodista descubriera su origen. «No tengo nada por lo que vivir. Voy a hacerlo», estas fueron sus últimas palabras. Y es que, detrás de los mensajes de racismo, odio y muerte de este «Gran Dragón» de la triple «K» había un pasado judío, había estudiado en una escuela judía, en una sinagoga y habia sido educado en la fe de esta religión. Una verdad que, según parece, no pudo resistir este joven de 28 años, que prefirió despedirse del mundo a su única alternativa: afrontar las miradas inquisitorias de sus compañeros. Todo ello, después de que un periodista del diario « New York Times» publicara los pormenores de su vida. La de Burros fue una de las historias más oscuras dentro del pasado centenario que atesora esta organización xenófoba estadounidense que tomaban medidas como dar de latigazos, quemar, castrar o, simple pasar por la navaja a los negros para defender la “supremacía blaca”.
Los inicios de un judío nazi
Daniel Burros, que tendría en su currículum el triste honor de ser uno de los ideólogos del nazismo moderno más destacados de su ciudad, vino al mundo el 5 de marzo de 1937. Apenas dos años antes de que el héroe de su vida adulta ( Adolf Hitler) invadiera Polonia. Curiosamente si la « Wehrmacht» (las fuerzas armadas germanas) hubiesen decidido pasarse por Estados Unidos, la familia de Burros hubiese sido una de las primeras en ser enviada a un campo de concentración o exterminio. Y es que, sus padres -George y Esther- no tenían problemas en decir a voces que eran judíos y se habían llamado esposo y esposa por primera vez tras una ceremonia en 7na jupá de la misma religión. «Sus padres contrajeron matrimonio a manos del Reverendo Bernard Kallenberg en una ceremonia judía en el Bronx», explicó el periodista del «New York Times» McCandlish Phillips en su reportaje de investigación de 1965 « State Klan Leader Hides Secret of Jewish Origin» (el mismo que leyó Burros y cuya vista le hizo suicidarse).
Desde pequeño, Dan fue criado en la fe judía. Asistió a la escuela hebrea de Richmond Hill y celebró su Bar Mitzvah (una ceremonia en la que los niños judíos pasan a ser responsables de sus actos) el 4 de marzo de 1950.
Dan destacó durante su infancia por su inteligencia, pues contaba con un coeficiente intelectual de 154, lo que le convertía en más que un superdotado. Sus notas eran increíbles en todas las asignaturas, salvo en hebreo. Sin embargo, todo lo que tenía de listo lo tenía de inadaptado, pues una buena parte de su infancia la pasó sufriendo las burlas de sus compañeros. Fuera como fuese, con el paso de los meses comenzó a sentirse atraído por la estética de los uniformes nazis y empezó a llenar sus cuadernos con dibujos de carros de combate germanos y fotografías de generales nazis.
En la adolescencia, la adoración de Dan por el mundo militar era ya un hecho. Así lo demostró el que, cuando apenas acababa de llegar a la adolescencia, se alistara en la Guardia Nacional. Según dicen, disfrutaba como un auténtico niño enseñando sus prendas militares al resto. Totalmente obnubilado por el amor a las armas y al ambiente castrense, solicitó durante su adultez ser admitido en West Point -el instituto militar más antiguo del país-. Pero fue rechazado, por lo que decidio intentar en la 101ª Compañía Aerotransportada de Paracaidistas, donde si lo aceptaron. Sin embargo Burros era un inepto. «Tenía sobrepeso, mala coordinación, era lento y llevaba gafas gruesas, por lo que el resto se reía de él». Tal fue la presión que llevaba sobre sus hombros, que protagonizó tres intentos de suicidio falsos. En uno de ellos dio a conocer su obsesión por el nazismo, pues dejó una nota alabando a Adolf Hitler. Finalmente, sus correrías hicieron que fuera expulsado del contingente por problemas psicológicos y trastornos de conducta.
Militante del K.K.K.
Entre los 21 y los 22 años, Daniel comenzó su andanza como líder de grupos neonazis en Estados Unidos. Sus padres no creían lo que le sucedía, pero así era. Su hijo, ferviente judío, se acababa de convertir en un seguidor de Adolf Hitler. Así pues, empezó a predicar la palabra del «Führer» y a decir frases que revolvían las tripas a sus familiares. Algunas tales como «No hay nada en Estados Unidos que una matanza masiva no pueda curar» o «los judíos deben sufrir, sufrir y sufrir». En 1960 se trasladó a la sede del Partido Nazi Americano, donde juró lealtad a Adolf Hitler y a George Lincoln Rockwell, su fundador y escribió el «Official Stormtrooper Manual», una guía para los nuevos reclutas de este grupo. A su vez, fue miembro también de hasta cuatro grupos xenófobos más. Para entonces ya había perdido la razón y disfrutaba llevando consigo una pastilla de jabón en la que aparecía escrita la siguiente leyenda: «Hecha con la más fina grasa de judío».
Sin embargo, finalmente terminó diciendo adiós a este partido debido a que lo consideraba demasiado «blando» para los objetivos que perseguía y para sus ideas. «Burros era un individuo brillante, inquieto y violento que había aprendido alemán para sostener correspondencia con los neonazis de Alemania. Fue secretario del Partido Nazi Norteamericano -en el que ingresó después de rellenar un largo formulario jurado garantizando sus orígenes arios y caucásicos- pero se cansó pronto porque le parecía retórico, desorganizado e insignificante y cambió su camisa parda de fascista, por la sábana blanca. Ingresó al K.K.K. después de una larga investigación del K.B.L. -el Buró de investigación de la secta- con la bendición más entusiasta del gran mago imperial Robert Shelton. Una vez en la triple «K», nuestro protagonista empezó a dar rienda suelta a su palabrería con revistas ultra xenófobas como «The free american» (dónde señaló que Israel era «una de las cuevas desde las cuales el judaísmo internacional extiende sus tentáculos nefandos» y que Israel debía perecer. También solía escribir un folleto mensual llamado «órgano de combate del fascismo racial». Uno de sus últimos números se lo dedicó al aniversario de la muerte de Hitler. «La obra iniciada por el maestro tiene que llegar a una conclusión victoriosa», señaló. Tampoco dejó de sugerir la idea de que era necesario acabar con los judíos que había en Estados Unidos en sus artículos: «Una purga de judíos en un país violento como Estados Unidos excedería en ferocidad y totalidad a lo que hizo la Alemania nazi, que era un país altamente cultural y civilizado».
Con insulto racistas y palizas a judíos, Burros se terminó convirtiendo en «Gran Dragón» de Nueva York. Es decir, máximo responsable del Ku Klux Klan en la región. Aquel nuevo rango, como era de esperar, le granjeó también enemigos. Entre ellos, el Comité Parlamentario de Actividades Antiamericanas el cual, en noviembre de 1965, le citó para declarar sobre sus múltiples alborotos, palabras de odio y otras tantas cosas. «Ante la novedad, algunos periodistas curiosos se dedicaron a indagar quién era Burros y qué fuerzas le habían situado en la posición de dirigente del K.K.K. El “New York Times” encargó la información a uno de sus jóvenes reporteros, McCandish Phillips, y este, orientado por una institución judía, indagó sobre el pasado de Daniel Burros, encontrándose con que el furibundo antisemita y antinegro era hijo de padres judíos, había sido confirmado en su Bar Mitzva cuando tenía 13 años y se había educado en la escuela hebrea de la sinagoga de Queens.
Finalmente el periodista lo esperó en una peluquería de Queens en la que sabía que iba a encontrar a Burros. La misma en la que le cortaban el pelo al rape. Allí, le propuso una entrevista sobre sus actividades racistas que Dan aceptó encantado. Su actitud cambió repentinamente cuando el reportero le habló del matrimonio judío de sus padres -enseñándole una copia del certificado-, de su propia confirmación a la fe hebraíca y de sus estudios con notas excelentes en la escuela de la sinagoga. Sin descomponerse ni levantar la voz, con una violencia contenida, el Gran Dragón de los K.K.K. bajó de la silla donde le estaban cortando el pelo, puso una mano sobre el hombro del reportero y le dijo: “Si esto se publica tomaré represalias, ¿entiende usted? Iré y le mataré. No me importa lo que suceda después, porque de todos modos me habría arruinado y este es el futuro de mi vida…» Lejos de amedrentarse el periodista fue a su casa, escribió el reportaje con la información que tenía y la publicó en el periódico dominical. Y no ocultándolo precisamente, sino a cuatro columnas bajo el titular siguiente: «Un jefe del Klan neoyorquino esconde el secreto de su origen judío». Aquel día, Burros se encontraba fuera de Nueva York en la población de Reading, Pennsylvania.
Había ido a reunirse con varios correligionarios. Estaba muy agitado y hablaba constantemente del “New York Times”, sin explicar los motivos. “Si publican esto -les dijo dos o tres veces sin especificar de qué se trataba- iré a Nueva York hoy mismo, volaré el edificio del periódico y mataré a ese reportero”»
Su tensión y miedo eran totales. Por ello, a las diez y media acudió a un quiosco y compró el «New York Times». Ávido, buscó el temible artículo que le incriminaba. Sabedor de que su vida en el Ku Klux Klan había acabado, corrió hacia la casa que compartía con sus amigos con el periódico todavía en la mano.
Desesperado, abrió la puerta de una patada y, gritando, se fue directo a un cajón de la mesita de noche. Del mismo sacó un revólver y se disparó. Este NO es una personalidad del pueblo judío, es más bien una vergüenza, pero en todo pueblo sentido grupo social hay todo tipo de personas, de la buena, y de la otras también…
Fuente: Personalidades Judias de Todos Los Tiempos.
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