La historia de Jánuca–Asimilación frente a fidelidad
Alejandro Magno fallece el 323 aEC. Sus generales diádocos (sucesores o herederos) se disputaran las tierras del enorme imperio que habían conquistado. Luego de guerrear entre sí, Antígonos retuvo Grecia propiamente dicha y los Balcanes, Seleuco controlará Siria y todos los países del Oriente, y Ptolomeo gobernará Egipto y Eretz con capital en Alejandría.
El territorio de Israel será codiciadísimo por los distintos generales-reyes por su gran importancia geoestratégica al ser zona costera y paso obligatorio entre Europa, Asia y África. Los diversos reyes contenderán bélicamente por el control de Eretz durante los siglos siguientes. Hacia el 200 aEC el dominio de Eretz pasará de los Ptolomeos de Egipto a los Seléucidas de Siria.[1]
Las costumbres griegas se ponen de moda entre los yehudim, los jóvenes ricos hablan el griego, imitan su vestimenta y el modo de vida de los nuevos ocupantes ptoloméicos. Los leviím del Templo se ejercitan en los juegos deportivos en los gimnasios.[2] El imperio heleno domina el comercio. Aparece en la practica de los comerciantes y marineros griegos, y judíos, las modalidades del préstamo a la gruesa a los pescadores y mercaderes, la hipoteca, la prenda, la fianza, el contrato de cambio y hasta el seguro contra la fuga de esclavos.[3]
Alejandro conquistó Egipto con la ayuda de mercenarios y financieros judíos, fundó Alejandría, gran puerto comercial, al inicio de la fundación de la urbe la mitad de los 300 mil habitantes son judíos. Desde allí el judaísmo se irradiará sobre todo el mundo heleno. Se inician los primeros retratos de los judíos como “usureros” u “homicidas”. [4] Los tesoros de los reyes persas son transformados en monedas, lo que favorece los intercambios comerciales y un formidable desarrollo económico que pasa mayormente por los mercaderes judíos. La población de Eretz nadará en la abundancia económica y cultural.
Tolomo I Soter instala su capital en Alejandría y edificará el faro y la Biblioteca, la primera universidad creada en el mundo, con la ayuda de letrados griegos y judíos, y financiada por banqueros judíos. Comienza a manifestarse una diferenciación entre varios grupos religiosos judíos en Eretz: fariseos, saduceos y esenios. Los saduceos representantes de la aristocracia y de las famitas de los grandes sacerdotes que detentan el poder político y religioso, controlan los impuestos, las ofrendas, el Templo y todos los circuitos financieros. Los fariseos son los guías espirituales de la comunidad, dirigentes laicos y religiosos, hacen apología de la vida sencilla, critican la riqueza de los sacerdotes, creen en el libre albedrío, la vida eterna, la resurrección y el Mashiaj, no condenan la riqueza si está al servicio del bien. Los esenios, secta semimonástica, rechazan las riquezas, instauran un comunismo económico, rechazan el matrimonio y los korbanot, predican la castidad, la pureza y el uso de vestimentas blancas. El sistema de tzedaká obligará a todos los habitantes de Eretz a diezmar, dinero administrado por la comunidad para la dote de las muchachas pobres, ingresos par ancianos sin recursos, nuevos trabajos para los parados, acogida a los extranjeros de paso, rescate de cautivos y esclavos, y para sufragar la escuela gratuita y obligatoria para todos los niños de Eretz. [5]
El Cohen Gadol, única autoridad nacional autorizada por el imperio heleno, tiene poder de recolectar –con carácter obligatorio- el diezmo en Eretz y en toda la Diáspora, y de administrar el tesoro del Templo. La economía comercial sigue floreciendo y las campiñas son prósperas. Los jóvenes patricios judíos van a la universidad –Biblioteca- de Alejandría, a los Liceos de Grecia, participan en las Olimpiadas, todas las relaciones oficiales entre judíos y ocupantes se entablan en griego,
La liberalidad sexual –no sometida a la rigurosa ley mosaica-, las hetairas [6], la homosexualidad, atraerá a muchos jóvenes patricios judíos, así como el pensamiento y la estética griega; el refinamiento estético e intelectual griego hará mella en los patricios judíos que identificarán a Zeus (Deus, en latín, y de este a D-s) con Ado-nai. Un sector creciente de judíos creerá que la Revelación en Har Sinái está superada por el intelecto y la ciencia, y que el judaísmo necesita ser reformado y eliminado el Brit, al que calificarán de tradición primitiva, romperán con las leyes del Kashrut, desechadas como tradición y cultura localista judía, se auto considerarán primeramente ciudadanos del mundo y helenos y en segundo término judíos. Estos judíos reformados pensarán que Grecia –Esav- e Israel son almas gemelas, por lo que no hay que seguir la Halajá, sino al “corazón y a la inteligencia”..
En Alejandría, con más población judía que Jerusalem, y en la Diáspora helénica el judaísmo se heleniza, retrocede el conocimiento del hebreo y del arameo, se traducirá todo el Tanaj al griego. El sincretismo y el universalismo alejandrino será un enorme desafío para la religión judía. Muchos intelectuales judíos helenizados ven un cambio de paradigma en el encuentro de la pretendida universalista cultura helena con el monoteísmo ético que había fascinado a muchos no-judíos, pensando que era necesaria una reforma del judaísmo transformándolo en una religión universalista.
Este deseo será retomado dos siglos más tarde por Pablo de Tarso en su fundación del cristianismo, inicialmente un judaísmo reformado en el que se considerará no necesario ni el Brit, ni el Kashrut, ni la observancia de la ley mosaica, afirmándose que está “superada” por Jesús en su “sacrificio pascual”, de corte mitriático, sincretizado con el paganismo imperante en la época.
Durante un tiempo todo parece andar muy bien en Eretz, la tierra produce abundante trigo, cebada, frutos, vino, aceite e higos. La ganadería tiene excedentes que se exportarán, la elevada producción de lana facilitará el artesanado textil; en Haifa y Akko se desarrolla una potente pesca y construcción de barcos, se extraen enormes cantidades de piedra de las canteras para la construcción, los prestamistas -eludiendo la Halajá- financiarán con interés bancario la agricultura, la pesca y los talleres. Las diásporas siguen costeando la reconstrucción del país y manteniendo a sacerdotes cada vez más numerosos que gravitan alrededor del Templo. [7] Los tribunales prohibirán las actividades que perjudiquen al resto de la economía o al entorno, como el apaleo cerca de áreas habitadas o la construcción de hornos que produzcan demasiado humo.
Abundan las escuelas religiosas judías en Jerusalem, Babilonia y Alejandría, fieles a la ley mosaica que definen la jurisprudencia, maestros y estudiantes redactarán sus notas de cursos, las mishnaiot o repeticiones, redactan compendios que recapitulan las decisiones de los tribunales rabínicos sobre cuestiones morales, económicas, la solidaridad, el entorno y exaltan el trabajo manual, a diferencia de la sociedad griega que lo considera degradante. El judaísmo florece, el reformismo también.
La sociedad en Eretz se irá resquebrajando entre los partidarios de la nueva tendencia, apoyada por una parte de los cohanim que se desinteresa por el servicio sagrado y se entrega a los juegos de la palestra que practican desnudos, y que aceptan que el tesoro del Templo sirva para financiar competencias deportivas y representaciones teatrales. El reformismo será seguido por gran parte del campesinado, los amharetz- por haber nacido frecuentemente de matrimonios mixtos que prácticamente ignoran la ley mosaica pero que sufren sus rigores, también recibirá el soporte de numerosos judíos intelectuales totalmente helenizados, ignorantes prácticamente de la Halajá a la cual arrinconan, también por aquellos judíos acomodados que sienten aseguradas sus riquezas por la espada helena y a la que deben sus posesiones, y obviamente por las tropas y autoridades helenas y sus familias que ocupan Eretz y someten a sus leyes.
Frente a este bloque heterogéneo ansioso de incrementar la helenización del judaísmo y de Eretz estrechamente aliado a los ocupantes helenos, se generará un movimiento de liberación religioso y nacional en el que aparecerán los numerosos observantes de la Ley mosaica, muchos de ellos de las clases trabajadoras y cohanim que considerarán que toda reforma es apostasía; ellos serán fieles al D-s de Abraham, Yitzhak y Yaacob, al D-s de Israel y a la Torá, que ansían tener un país no sometido a reyes foráneos ni a leyes extranjeras, que se auto considerarán únicamente judíos y estarán orgullosos de serlo, que no olvidaban que habían constituido, bajo David y Salomón, un reino independiente y poderoso.
Son conscientes que si la helenización prosigue, el judaísmo se fusionará en la esfera helénica como tantas otras religiones de la Antigüedad, culminado su desaparición. Ellos depositarán toda la confianza y la esperanza en el Eterno para que fracase la helenización. La aparente armonía general en que viven los judíos con sus dominadores se resquebrajará, ya que se está profundizando potentemente la fractura social, religiosa y nacional que se dirimirá con la espada en el campo de batalla.
Fuente: Centro Kehilá
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