“Llegó el viernes” (Hadag Najash)

Cada persona, cada familia de Israel vive el viernes a su manera pero hay cosas que tenemos en común absolutamente todos los judíos tradicionalistas, seculares o no practicantes, si leen el texto de la canción es exactamente así. Los creyentes le agregarán el condimento religioso: el templo, los rezos, las bendiciones y nada de periódicos, televisión o viajes pero todo el país, incluso los no judíos, viven los viernes de Israel de una manera especial, más espiritual, porque se siente en el aire.

La mañana del viernes en Israel comienza como dice la canción con una sonrisa y sabiendo que a la tarde llegará el silencio y la tranquilidad, se terminará la semana. Stop ! esa es la palabra adecuada, porque todo se detiene de verdad por un segundo … y ahí llega el cambio, llega el silencio.
A las 3 de la tarde ya olemos la comida de la noche que comienza a hacerse sentir desde las ollas de la cocina, no importa la distancia y muchos jóvenes “suben” a Jerusalem donde viven sus padres, porque a Jerusalem nos elevamos, no viajamos. La visita comienza con charlas rutinarias y luego de unas canciones de Shabat, a la mesa. Bendiciones y a comer!
Luego los periódicos y el postre en los sillones frente a la televisión, es tal cual así !

Cuando describen el shuk (mercado) de Jerusalem es también así, un lio total al mediodía, gritos y empujones, la multitud te arrastra, es que es la hora adecuada para ahorrar dinero aunque la mercadería no es de la mejor. Los precios que bajan a medida que pasan los minutos y de repente, te bajan la persiana en la cara. Se terminó todo.
El país baja de velocidad, de 100 km. por hora a 10 km, de repente, sin que uno se de cuenta. El vendedor se fue y ya no le importa de tu existencia ni de ganar otros 20 shekels, el Shabat lo esta llamando y esa cita nadie se la quiere perder. Hacemos un switch en la cabeza, en el espíritu y llega la sonrisa en la cara, listo, dejamos atrás todas las preocupaciones de los días de la semana, kabalat Shabat: nos preparamos para recibir a la reina, con la ropa más linda, bañados y perfumados. Todo eso no lo hacemos porque llegan las visitas a casa, lo hacemos porque llegara la visita a nuestra vida, el Shabat.

Shabat shel Shalom