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¿Cómo y cuándo perdimos la capacidad de horrorizarnos?

Las últimas dos décadas han traído a la humanidad transformaciones tan veloces que nos imposibilitan elaborar el verdadero impacto que producen en nuestra psiquis.

Nuestra mente y espíritu limitados no tienen la capacidad de absorber un estímulo que no da respiro y menos espacio para una necesaria contemplación y reflexión del sentido de los acontecimientos. Nos hemos transformado en autómatas involuntarios.

No es necesario pensar ni sentir. La hiperconexión de una cultura online de respuesta inmediata, donde todo está expuesto a un click de distancia ha obturado nuestra capacidad de sorpresa y toma de conciencia.

Hoy estamos al instante en simultaneo en cualquier lado y paradójicamente no estamos en ningún lado. Todo parece una película de ciencia ficción.

Transitamos la vida como espectadores de fenómenos que parecería que no nos pertenecen. Es tal la cantidad incesante de acontecimientos y estímulos de todo tipo, que nuestra psiquis en su sabiduría como el disco de una computadora al estar sobrepasado bloquea la empatía con los mismos.

Las estructuras y valores de antaño caen. El relativismo en nombre del respeto a la libertad individual, se impone como un nuevo dogma sagrado.

Nada verdaderamente importante nos estremece. La continuidad sin pausa entre hechos trascendentes e irrelevantes que son proyectados de manera alternada no nos permite diferenciar y dimensionar la verdadera magnitud de los mismos. Se cae un avión con la pérdida de vidas humanas y el resultado de un partido de futbol o el romance de turno en el mismo nivel de interés.

En el último mes el CoronaVirus viene haciendo estragos. Ciudades enteras son sitiadas y transformadas en guetos. Países cierran sus fronteras al ingreso de personas. Millones de seres humanos tienen que utilizar barbijos y miles unos trajes que sólo conocíamos en astronautas o aquellos que trabajaban en ámbitos radiactivos o de experimentación. Miramos por TV o en nuestros móviles sin horrorizarnos y darnos cuenta que es algo propio, no algo que le pasa al otro.

La muerte atroz, violenta, injusta, a destiempo, ha pasado a ser un simple elemento estadístico.


Parecería que en este mundo que hemos construido de inteligencia artificial, cada vez nos asemejamos más a nuestras creaciones donde las máquinas y robots carecen de emociones y genuina sensibilidad o les agregamos un dispositivo para que actúen de acuerdo a un estímulo prediseñado.

¿Cuándo comenzó esta peligrosa transformación de nuestra psiquis?

Es difícil precisarlo; tengo la impresión que hubo un antes y después de la primera guerra transmitida “en vivo” por TV, la guerra del Golfo Pérsico en 1991. De ahí en más todo pasó a ser una transmisión continua e ininterrumpida.

Matanzas de todo tipo, bombardeos, atentados terroristas, atropellamientos y disparos de lobos solitarios online, degollamientos filmados y difundidos en las redes, terremotos, tsunamis, el robo o asesinato a tu vecino y miles de situaciones del día a día cada vez más en una especie de gran hermano universal.

La vida privada transformada en una gran vitrina pública y para publicar. Los youtubers y los influencer, la cultura del fast food, lo superficial, lo pasajero y lo descartable. Los satélites y las redes que monitorean el tránsito, nuestros vehículos, gustos, vínculos y vidas.

No soy de los que piense que todo tiempo pasado fue mejor. La evolución de la tecnología ha traído enormes avances a la civilización humana. Hoy podríamos alimentar y dar vida digna a todo el planeta sin dificultad. Hemos logrado extender las expectativas de vida y la calidad de la misma como nunca antes.

Nada es gratis e inocuo, y en procesos tan veloces como los que estamos atravesando se torna impredecible el devenir de nuestra especie.

¿Seremos un objeto descartable y reemplazable dentro de una cultura industrialista?,¿Se perderá la santidad de la vida humana?, ¿Se habrá perdido definitivamente la capacidad de horrorizarnos y sorprendernos?, ¿Será que si desaparece un país bajo las aguas por el calentamiento global mientras no sea el nuestro lo miraremos como una película más?

Son muchas las preguntas que tenemos mientras el CoronaVirus se sigue expandiendo. ¿Claro, mientras no ingrese en mi casa, seguramente es sólo una experiencia de mi imaginación virtual, o no será así?

 

Miguel Steuermann

Director general de Radio Jai

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