La Tercera Guerra Mundial
De seguro, muchos hemos fantaseado en algún momento cómo sería una tercera Guerra Mundial.
Algunos hemos fantaseado que, por un error, o por un loco de turno, se apretaría el botón equivocado y se desataría el temido poderío nuclear que destruiría todo el planeta. Hemos escuchado de la bomba de neutrones o las armas químicas, esas sofisticadas maneras de matar a las personas, sin destruir las infraestructuras.
Sabíamos que la tercera guerra, a diferencia de las anteriores, sería global, antes o después, nadie estaría exento.
La tercera guerra se ha desatado de una manera imprevisible y sin aviso, mientras estábamos distraídos en tantas otras cosas.
Qué golpe a la soberbia humana de creernos todopoderosos: Un microscópico e invisible virus nos ha puesto en jaque.
Las situaciones límites siempre han sacado lo mejor y lo peor de los seres humanos, y esta no es ni será la excepción. Millones de personas aisladas en cuarentena mientras médicos, científicos y otros, luchan día y noche para que la vida le gane a la muerte.
Complejas y arriesgadas operaciones de repatriación, un trabajo sanitario sin precedentes, solidaridad de todos los tipos, pero también xenofobia, estigmatización, superficialidad, estupidez y miseria.
Seres humanos que, en lugar de ser comprendidos como víctimas de la enfermedad y sus efectos, son tratados como culpables. Los nuevos leprosos.
Definitivamente han caído todas las estructuras y la vulnerabilidad y miedo están a vista.
Ya lo han dicho los especialistas, la única manera de vencer esta guerra contra el coronavirus es con la aparición de una vacuna. Todos apostamos y soñamos con su llegada, pero por el momento no parece cercana.
Lo único que podemos hacer y no es mucho, es evitar con las medidas de cuarentena una propagación más rápida, la que indefectiblemente conllevaría una mayor cantidad de muertes.
El Covid 19 como en la guerra, nos vuelve a encontrar con “el valor de lo esencial” para sobrevivir.
Es conocido que las estructuras políticas tienen pocas herramientas estudiadas, planificadas y estructuradas, para situaciones límites.
La urgencia de estar a la altura del desafío que vivimos es enorme. De no aparecer muy pronto la cura, los líderes deberán tomar decisiones dramáticas e inéditas.
Decisiones que sólo se toman en situaciones de guerra y que tienen leyes de guerra.
En la guerra se suspende el concepto de lo privado y todo pasa a ser público y funcional al combate.
Una de las características de la guerra es que todos somos afectados y en esta como nunca no hay refugio para nadie.
El virus es absolutamente socialista, no hay ricos, ni pobres, poderosos o débiles, blancos o negros, derechas o izquierdas. Se terminaron las divisiones, todos absolutamente todos somos potenciales blancos indefensos.
¿Cuánto tiempo puede aguantar la población mundial que vive al día y sin colchón alguno?, ¿Cuánto tiempo podrán sobrevivir las empresas privadas o las finanzas públicas? ¿Cómo controlar el desborde que vendrá por el hambre y el pánico? Nadie ni nada está a salvo.
Situaciones inéditas requerirán respuestas inéditas. Aquí, o nos salvamos todos (o la mayoría posible) o no se salvará nadie, o casi nadie.
En un estado de guerra las decisiones se acatan; la distribución y racionalización de los alimentos y recursos, una responsabilidad de los que comandan.
Contamos y producimos alimentos suficientes para alimentar a toda la humanidad ¿Sabremos diseñar rápidamente la logística que le permita a todos recibir lo necesario para alimentarse? ¿Sabremos hacer llegar agua a quienes no tienen la suficiente para poder beber e higienizarse?
Es verdad que la humanidad ha pasado muchas pandemias y guerras. También, que las mismas fueron en un lugar o continente determinado. Que han dejado millones de muertos. Esta es universal.
El coronavirus nos pone a prueba como nunca antes en la historia. Los mensajes son tan potentes como infinitos. Las posibilidades interpretativas y de enseñanzas múltiples.
Ahora es tiempo de toma de conciencia y acción. La guerra se ha desatado y estamos en combate.
Sabemos cómo comienzan las guerras, pero nunca cómo terminan.
Esperemos llegar con vida a compartir las conclusiones y aprendizajes luego de haber ganado la contienda.
Miguel Steuermann
Director General
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai
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