El combate al coronavirus en las cárceles de Israel
Así como en el resto del país, en las cárceles de Israel se tomaron medidas especiales para evitar la propagación del coronavirus y la infección masiva que podría provocar la intromisión del COVID-19 entre los reclusos.
Como medida general para reducir el nivel de aglomeración, las autoridades decidieron la liberación de 230 reclusos y otros 170 serán liberados pronto. Se trata de personas con condenas inferiores a los cuatro años de prisión y que estaban a poco tiempo de cumplirla, sin incluir a quienes fueron apresados por violencia doméstica o delitos sexuales.
“Hacemos todo lo posible para que el virus no entre, a los prisioneros se les indica hasta cómo deben lavarse las manos, en los televisores hay un canal interno con información permanente sobre el virus”, afirma Yigil Levy, comandante de una cárcel de Beer Sheva, que como otras instituciones restringió las visitas y el ingreso de abogados, y suspendió las salidas laborales y de estudio.
La cárcel de Beer Sheva alberga a 380 presos en celdas que habitualmente mezclan a condenados con detenidos a la espera de una sentencia. Pero desde el inicio de la crisis del coronavirus se decidió separar a estos grupos lo máximo posible para evitar que ocurra lo que desvela a muchos de los presos: que alguien desde afuera introduzca el virus.
“De todas formas cuando llega un detenido se le mide la fiebre, se le pregunta si tuvo algún síntoma y hasta firma una declaración en la que asegura no haber viajado fuera del país recientemente”, explica el comandante Levy.
En el norte, en la prisión Tsalmon, en lugar de jornadas diarias los guardias cumplen con turnos de semanas completas para reducir el movimiento de entradas y salidas al establecimiento. Pero un recluso asegura que este nuevo sistema los perjudica: “Después de dos o tres días se ponen nerviosos y se desquitan con nosotros.
Algunos no usan guantes ni máscaras, y nunca nos examinaron”, denuncia ante la consulta de Ynet.
“Ya habíamos advertido que el coronavirus podía llegar a las cárceles a través de los guardias, y si eso pasa podría terminar con nosotros, no nos consideran”, acusó otro condenado luego de que se conociera que en dos centros de detención se registraron casos de policías y reclusos infectados con el virus.
Ila Ohayon, trabajadora social de la cárcel Ayalon cercana a Tel Aviv, ratifica que esos son los mensajes que recibe en las conversaciones con la población carcelaria. “Están más preocupados por sus familias que por ellos, saben que acá están protegidos, pero nos expresan su preocupación de que seamos quienes venimos de afuera quienes podemos traer el virus”.
“Es clave comprender la situación que atraviesan, sus miedos y deseos.
Esta es una realidad nueva para todas las partes y aprendemos a transitarla juntos”, declaró Ohayon.
Fuente: Ynet Español.
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