El sistema carcelario israelí y el esquema implementado por la Pandemia
El Servicio Carcelario israelí (SCI) consideró desde un inicio que los establecimientos carcelarios expresaban los peores escenarios posibles para la propagación del virus. Más allá de la morbilidad que se podría extender rápidamente en una cárcel, la infección podía provocar el amotinamiento de prisioneros, el incendio de celdas, la toma en cautiverio de guardias, escape de delincuentes infectados y muchos riesgos más. Las deliberaciones preliminares sobre la preparación de las prisiones se llevaron a cabo en enero. Se decidió manejar la situación en dos niveles: la fase de prevención y la fase de contención, cuando se descubran casos de coronavirus. La adaptación del sistema carcelario a las condiciones impuestas por el Covid 19 fue producto de una política de estado y no una imposición de la población carcelaria.
Desde marzo se decidió realizar externaciones de las instalaciones carcelarias, básicamente a quienes se encontraban superando 2/3 de sus condenas, a quienes fueran catalogados como de bajo riesgo o no representaban una peligrosidad manifiesta. Un cupo de inicial de 560 detenidos recibió una “licencia” especial de un mes, que luego podría convertirse en “detención domiciliaria” en función de la situación epidemiológica. Se instrumentó su control a distancia mediante pulseras electrónicas que funcionan 7/24. Ayer, el Ministerio de Seguridad Interior aumento el cupo de presos derivados a arresto domiciliario bajo control electrónico, incrementándolo a 1000 detenidos.
El SCI obliga a los guardias a usar máscaras y guantes quirúrgicos, y se realizan inspecciones de sorpresa sobre el tema.
Se inició un proceso de confección de una enorme cantidad de protectores faciales, hechos por la propia población carcelaria. Los guardias de la prisión utilizan máscaras de color celeste, se entregan máscaras de color naranja a los presos detenidos por delitos comunes, y los prisioneros por delitos de seguridad usan mascaras de color marrón, como el uniforme que utilizan. Las máscaras serán reutilizables, lavables y desinfectables. Luego de surtir a todo el ecosistema carcelario, se siguió produciendo mascaras para el resto de los organismos de seguridad y unidades de emergencia.
El SCI ha calculado que en las 29 instalaciones carcelarias ingresan alrededor de 10,000 personas diariamente, entre: proveedores, abogados, familias de prisioneros, voluntarios, maestros, etc. Cada uno, como cualquiera de los guardias de la prisión, puede potencialmente transmitir el virus. Además, los prisioneros acuden a la corte o a tratamientos médicos y pueden regresar infectados.
Desde marzo se decidió suspender todas las visitas a los prisioneros, incluidos los abogados, cancelar todas las vacaciones y prohibir las reuniones o asistir a audiencias judiciales. Para evitar tensiones entre los prisioneros, se autorizó a sus familias a depositar otros 200 NIS para la cantina, al mismo tiempo que se constituyó un fondo de ayuda para los presos necesitados, amén del presupuesto asignado por el SCI.
El canal de televisión interno del SCI transmite videos informativos a los presos en varios idiomas, incluidas explicaciones para mantener la higiene y las lecciones espirituales para todas las religiones. Incluso la estación de radio del SCI realiza entrevistas de difusión sobre el tema con los asistentes sociales y el personal médico de la organización. A todos los prisioneros se les proveyó jabones antisépticos, los pabellones se someten a la esterilización diaria, y se mejoró la infraestructura para permitir que los internos realicen videoconferencias con sus abogados y audiencias online con las cortes.
Los nuevos detenidos que llegan a los centros de detención son trasladados a celdas de aislamiento durante dos semanas. No pueden traer sus objetos, sino que reciben todo el kit del SCI. El personal que trabaja en estas celdas está protegido como si estuvieran frente a pacientes de coronavirus verificados, y todos los días se mide su temperatura corporal. Después de dos semanas, si todo va bien, se los transfiere a las celdas comunes.
Aproximadamente unos 10.000 guardias del SCI también se vieron obligados a adaptarse a la nueva situación. Se les prohibió volar al extranjero, y los turnos se extendieron a una semana continua de trabajo, después de lo cual regresaron a sus hogares durante dos semanas, el tiempo máximo en que el virus podría estallar. Cada carcelero o guardia se somete al ingresar a una prueba de temperatura corporal y debe firmar una declaración jurada de salud. El SCI le brinda empleos a los reclusos, les suministra medidas de esterilización y desinfecta áreas públicas y áreas en las cárceles.
Desde enero se tomó la decisión de convertir una de las 29 cárceles del país en un centro de aislamiento y hospitalización para reclusos con sintomatología de Covid 19. El lugar elegido fue la prisión de Saharonim en el Negev, donde anteriormente se alojaban a unos 200 infiltrados y residentes ilegales de Cisjordania.
Se eligió esa prisión por su aislamiento, y porque su costo organizacional era el más bajo. Podía alojar hasta 340 prisioneros enfermos, sin que les falte nada, desde videollamadas con la corte y sus abogados, hasta chequeos diarios y tratamientos médicos básicos. El programa incluyo la apertura de otros dos centros de aislamiento y hospitalización para detenidos enfermos con el virus. Uno en el centro y otro en el norte, y ambos tendrán al menos una capacidad de otras 400 camas.
Respecto de los prisioneros que estuvieran infectados en condiciones moderadas o severas y que necesiten ser trasladados a hospitales, se coordinaron los protocolos de asistencia con varios centros asistenciales, proyectando los escenarios posibles para cubrir todas las hipótesis, como ser, ubicaciones, formas de acceso, cantidad de ventanas, vulnerabilidades etc.
Así es que se organizó que un prisionero infectado, con movilidad conservada, tuviera una habitación separada en el Hospital, para que no tenga contacto con el resto de los pacientes. En su habitación se instalara cámaras propias del SCI, y un carcelero se ubicará en una sala contigua, manteniéndose en contacto con el preso y haciendo su seguimiento. En el caso de algún preso peligroso, se lo mantendrá atado a la cama, en sus manos y pies.
En la prisión de Saharonim, las 68 celdas, se encuentran ubicadas dentro de cuatro pabellones diseñados para recibir prisioneros enfermos, se encuentran ubicadas en un área que se denominó ” roja”. Frente a ellos, al otro lado de la calle, están las oficinas del personal carcelario.
El objetivo es minimizar el contacto del personal carcelario con los prisioneros enfermos, y maximizar el uso de la tecnología para administrar la prisión. Los guardias utilizan teléfonos para comunicarse con los prisioneros. Estarán constantemente protegidos con guantes y máscaras, y si se los obliga a entrar en la plaza, usarán overoles, sombreros, guantes dobles, una máscara y gafas protectoras.
Los prisioneros se medirán la temperatura corporal por sí mismos, y los celadores ingresaran en sus espacios solo si comprueban un deterioro en la salud de alguien. En el centro de la plaza habrá una mesa fijada al piso, sobre la cual los guardias pondrán las comidas de los prisioneros en bandejas descartables, y solo entonces los prisioneros podrán salir de las celdas
En su interior funcionará una clínica para asistencia básica y una sala de video conferencias, con una gran pantalla de televisión y una cámara web, donde los presos podrán hablar con sus abogados, participar en audiencias judiciales y tener sus conferencias con las asistentes sociales.
La internación de prisioneros enfermos en la cárcel Saharonim será un procedimiento complicado. Los prisioneros serán trasladados mediante ambulancia, acompañados por miembros especiales del servicio carcelario, que llevarán trajes de protección.
La ambulancia no ingresará a la prisión a través de la puerta principal, sino desde una entrada separada, directamente a la parte posterior del pabellón donde se alojará el prisionero. Allí, al aire libre y frente a las torres de vigilancia, dos guardias los estarán esperando vestidos con trajes especiales, y dirigirán al prisionero enfermo a la celda, retirándose inmediatamente.
Luego se trasladaran por un camino lateral hasta el punto de “purificación”, que en realidad es una gran carpa ubicada en el exterior, donde un enfermero especializado en la extracción cuidadosa del overol los estará esperando, de modo que si dicho traje está infectado, no contamine la ropa interior. Frente a un espejo grande, se quitarán la primera capa de guantes utilizados, luego arrojarán el overol en un contenedor especial, y luego la máscara y las gafas. Finalmente, los guantes restantes también se retirarán y serán derivados a la posición de desinfección de manos. Solo entonces podrán pasar a la llamada “zona verde”.
Los prisioneros llegarán a la prisión sin ningún objeto del lugar donde estaban alojados. Recibirán un kit de completo, que incluye uniformes, ropa interior, pasta de dientes y cepillo de dientes, jabón y champú, detergente para la ropa, mantas, sábanas y toallas. También tendrán libros e incluso crucigramas. Una vez que se vayan, todas sus pertenencias serán destruidas.
Toda la prisión se someterá a una desinfección diaria, incluida la carpa exterior. Se ha instalado otro puesto de limpieza cerca de la entrada, donde se limpiará la ambulancia desde adentro y miembros del servicio carcelario podrán quitarse el mono y desinfectar las armas.
Los primeros 117 guardias para proteger a los pacientes de Coronavirus fueron cuidadosamente seleccionados. Todos tienen menos de 50 años y no tienen una enfermedad antecedente.
Los guardiacarceles tuvieron capacitaciones con profesionales médicos, que entre otras cosas les enseñaron cómo protegerse y quitarse adecuadamente los trajes especiales. El SCI previó distintos posibles escenarios con prisioneros enfermos, como peleas entre ellos o conflictos con los guardias de la prisión.
Dr. Dario Sykuler
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