Blackie, Paloma Efron, la inolvidable conductora
Nació en 1912 con el nombre de Paloma Efron en el seno de una familia judía en la colonia Rosh Piná y creció en Novibuco cerca de Basavilbaso (en la provincia de Entre Ríos), una de las colonias de inmigrantes judíos en esa provincia argentina. Creativa, innovadora e inimitable, marcó un estilo en la radio y, básicamente, en la televisión. Fue productora, conductora, actriz y cantante. No habrá ninguna igual… Fue productora, conductora, entrevistadora. Siempre aferrada a la calidad se ganó un importante lugar en los medios llegando a crear un estilo Blackie. Dueña de un lenguaje exquisito, marcaba territorio sin dejar a nadie afuera. Invitaba a nivelar para arriba, como si llevara a su interlocutor -y al espectador u oyente- de la mano, sin soltársela jamás. Tenía la sabiduría de los inteligentes que no necesitan recurrir a la soberbia. Recortes periodísticos de sus comienzos cuentan que de chica soñaba con ser química. Y dicen que soñaba tarareando. De familia judía, instalada en una colonia de Entre Ríos, comenzó su camino artístico en la música, sacándole brillo a esa voz que se lució en las hondas melodías del jazz. En plena adolescencia decidió ganar su primer sueldo, casi simbólico: era un de las bibliotecarias del Instituto Cultural Argentino Norteamericano. Allí, entre charlas ajenas y curiosidad propia, descubrió el género del negro spirituals , leyó y escuchó todo lo que pudo. Y se animó a cantarlo.
Su padre, referente clave en su vida, fue quien le recomendó que fuera a estudiar música a los Estados Unidos -ella contaba que “de jovencita viví esa conversación como una orden, pero con los años la sentí como un gesto de amor”. Lo bien que hizo en hacerle caso, porque Blackie no era del tipo de gente que hacía caminos ortodoxos. Sí, es cierto que iba de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, pero en el medio se metía en los barrios bajos neoyorquinos, observaba costumbres, se colaba en bolichitos con recitales para pocos parroquianos, se empapaba de la cultura que luego le condimentaba la voz. Y se juntó con grandes como Ella Fitzgerald o Duke Ellington. Se la iba a perder Blackie, la que siempre quería más. No por ambiciosa, precisamente. Sí por esa constante necesidad de superarse.
Después de siete años de formación, volvió a la Argentina y se probó en la radio, a la que, según cuenta la leyenda, entró como Paloma y salió con el apodo que el público de Radio Stentor le eligió al oírla cantar (traducido, sería ‘Negrita’ ). Así inició su carrera, que rápidamente incorporó la actuación, con papeles en películas. Casada con Carlos Olivari -guionista cinematográfico de quien se separó unos años después-, en el ‘52 se presentó a Tropicana Club (Canal 7) agitando las banderas del jazz. Claro que su personalidad era más fuerte que su voz. Tanto, que unos meses después, ante un hueco que se produjo en la programación, la convocaron de urgencia para que resolviera la emergencia en el mismo día: llevó unas fotos de figuras internacionales, dio unas indicaciones para que el camarógrafo no se perdiera en el álbum imaginario y así nació Cita con las Estrellas , ciclo que se instaló durante siete años en pantalla.
Condujo más de diez programas como Volver a vivir. Fue directora de Canal 7, enorme entrevistadora, fumadora e irrepetible. Murió a los 64 años, por una salud debilitada por úlceras gástricas. Nunca se sabe cuándo ni dónde, pero da la sensación de haberse ido antes de tiempo. Es interesante como una persona nacida en una pequeña casa en una pobre colonia de Entre Ríos haya logrado tanto!
Articulo extraído del grupo de Facebook “PERSONALIDADES JUDIAS DE TODOS LOS TIEMPOS”.
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