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La guerra silenciosa entre Irán e Israel en tiempos de coronavirus: El ataque de hackers a los sistemas vitales

Por: Daniel Vittar

En un escenario mundial alterado por un virus pandémico, las guerras no se detienen. Más veladas y silenciosas, siguen siento tan sórdidas y letales como siempre. Una de ellas es la de Israel e Irán, que ahora escaló a un plano más hermético: la ciberguerra en tiempos de coronavirus.​

En las últimas tres semanas hubo una batalla de hackers entre ambas potencias que pasó casi desapercibida entre cifras desbordantes del Covid-19 y disputas políticas por la reapertura de las economías. No hubo víctimas mortales ni daños demasiados graves, pero marcó un escenario perturbador sobre los conflictos del futuro.

El 24 y 25 de abril los servicios de inteligencia iraníes lanzaron un tenaz ataque contra los sistemas informáticos que controlan la red hidráulica israelí. La intención era hacer colapsar la distribución, depuración y potabilización del fluido, afectando a un buen número de habitantes.

Inutilizaron varias válvulas e interruptores del sistema, lo que causó algunos problemas en el suministro, pero no hubo daños graves porque fue contenido a tiempo.

Según fuentes israelíes citadas por el diario Haaretz, los sitios atacados no estaban conectados a los principales sistemas de agua que las autoridades definen como “infraestructura crítica”, y que están bajo protección especial de la inteligencia militar.

El motivo de esta escaramuza es la guerra real que mantienen por la instalación de las fuerzas militares iraníes en territorio sirio tras la guerra que devastó el país.

Israel viene bombardeando intensamente las bases de Hezbollah y de la Guardia Revolucionaria islámica en suelo sirio, lo que enerva a Teherán, pero lo está obligando a retirarse.

En los últimos años Irán tuvo un avance notable en recursos y capacidad cibernética. Si bien aún no está entre las grandes potencias de este campo -Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Alemania, Francia y la propia Israel-, pero está en camino de serlo.

Uno de sus ataques más recordados ocurrió hace ocho años y la víctima fue otro enemigo de la región: Arabia Saudita. Los hackers iraníes utilizaron en esa ocasión un virus conocido como Shamoon, que destruyó más de 30.000 computadoras de la compañía petrolera saudita Aramco, la más grande del mundo. El virus aniquiló los sistemas de la empresa y causó millonarias pérdidas.

En esta ocasión, los ciber-piratas iraníes triangularon ingeniosamente el ataque de abril pasado utilizando servidores de Estados Unidos y países europeos que apoyan a Israel. Sonó a burla.

La respuesta de Israel llegó dos semanas después y fue más contundente.

El 9 de mayo los hackers de la inteligencia israelí atacaron los sistemas de la terminal portuaria iraní Shahid Rajaee, en la estratégica ciudad de Bandar Abbás del Estrecho de Ormuz, base principal de la flota de guerra iraní y uno de los puertos de mayor movimiento.

Afectaron los servidores y computadoras que regulan el flujo de buques y mercadería, lo que provocó un verdadero trastorno tanto para la carga de barcos mercantes como para los camiones que esperaban los suministros.

Durante varios días se interrumpió el tráfico marítimo en la zona y los vehículos de carga debieron hacer interminables colas frente al puerto. La advertencia israelí se hizo oír.

El episodio demuestra que la guerra en Oriente Medio también está escalando hacia otra fase. Menos cruenta, sin cuerpos acribillados o despedazados por las bombas, pero muy perturbadora en lo social, y devastadora en lo económico.

Los expertos hablan, a grandes rasgos, de dos tipos de guerra cibernética en este momento, aprovechando el gran número de sistemas conectados a Internet. Lo representan con dos siglas: TI y TO La primera, Tecnología Informática (TI), se suele emplear para infiltrar computadoras y así espiar a las empresas o gobiernos. Se recopilan datos esenciales, claves, códigos. Se envían mensajes falsos, se alteran cifras, se recluta gente.

Este es el caso de lo ocurrido a principios de mes con el laboratorio farmacéutico estadounidense Gilead Sciences, fabricante de “remdesivir”, un antiviral prometedor para combatir el coronavirus.

La agencia Reuters reveló que fue un equipo de hacker iraníes lo que cometieron el ataque, y el blanco fue un alto ejecutivo de la compañía, a quien buscaban robarle datos e información.

La segunda opción, Tecnología Operativa (TO), tiene como objetivo atacar los sistemas operativos que controlan servicios esenciales como centrales nucleares, eléctricas, represas, tráfico aéreo o equipos hospitalarios.

En la práctica, uno va conectado al otro. Para desencadenar un malware sobre un sistema operativo hay que hacer espionaje en forma previa.

Ante el vertiginoso desarrollo de estos piratas informático, muchos gobiernos, entre ellos Israel, decidieron evitar que los sistemas de control de las infraestructuras civiles críticas se conecten a Internet.

Un ataque a uno complejo informático conectado a Internet puede desencadenar un efecto dominó sobre los otros.

Irán, dispuesto a disputar la hegemonía en la región, intenta jugar con las mismas reglas que sus enemigos. No hay que olvidar que hace una década Estados Unidos e Israel llevaron a cabo un fatal ataque contra el programa nuclear iraní, retrasando significativamente su avance.

Hackers de la inteligencia israelí y estadounidense desarrollaron el famoso Stuxnet, un programa malicioso que se multiplicaba e infectaba todo tipo de equipo.

Se cree que fue plantado en un servidor iraní por un espía. El virus tomó el control de más de mil computadoras que participaban del programa nuclear y les dio instrucciones de audodestruirse, provocando una hecatombe.

Se lo consideró el primer ataque cibernético que logró dañar la infraestructura del “mundo real”.

Un dato claro sentenciaba lo que vendría: el código del Stuxnet, altamente sofisticado, había sido diseñado con un objetivo netamente bélico.

Se podría decir que fue el inicio formal de la guerra del ciberespacio, un terreno difuso y alimentado por los avances tecnológicos, que puede ser tan devastador como una guerra convencional.

Fuente: Clarín.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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