La Galut de Juan
Buenos Aires, año 2050.
Para su cumpleaños número treinta, Juan decidió viajar a la Argentina, a visitar a sus abuelos paternos.
Él había nacido el 20 de Junio del año 2020 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, durante el proceso de cuarentena instaurada a raíz de la Pandemia de Covid-19. Después de un tiempo, cuando el Presidente de aquel entonces abrió las fronteras del país, su familia decidió emigrar a los Estados Unidos.
En treinta años nunca había regresado a su tierra natal. Sin embargo, dentro suyo había comenzado a sentir un constante y fuerte anhelo por regresar.
Desde que aprendió a pronunciar las primeras palabras, sus padres se habían asegurado de que el pequeño hablara muy bien el castellano, pensando en que algún día podrían volver. También le inculcaron costumbres típicas, como el mate, el asado y la pasión por el fútbol.
Al llegar al Aeropuerto de Ezeiza, un sin fin de imágenes confusas vinieron a su mente, como si los lugares que transitaba le fueran familiares.
Esas mismas visiones las había tenido en sueños durante mucho tiempo, de modo que la imagen de los abuelos y familiares aparecían alejadas, y algo borrosas, y él sentía que se iba elevando lentamente, como subiendo una escalera. También recordaba el sonido de un llanto desgarrador, que era muy parecido al de su madre, cada vez que veía fotos familiares, y en especial las de “Jas”, el perro de su adolescencia y juventud.
Luego de palpitar esas sensaciones de confusión, miedo, tristeza y dolor, experimentaba una calma que le aquietaba el alma.
Al llegar al sector de taxis, Juan comprendió, como si hubiera logrado armar un rompecabezas, que esos sueños de años, trataba acerca de aquel momento de despedida y desarraigo. Ese dolor desgarrador era el mismo que habían sentido sus padres al dejar el país, su hogar, y su familia.
Ya recuperado, respiró profundo, y se lanzó a una cruenta batalla contra los taxistas aeroportuarios, que querían cobrarle un precio excesivo por el viaje, sin saber que él era argentino y campeón en regateo. Tras vencerlos y obtener una tarifa justa, cargó su equipaje, y emprendió viaje rumbo al barrio porteño de Barracas.
Al reencontrarse con sus abuelos, se emocionó hasta las lágrimas. Desde el 2045 que no los veía en persona. Ya habían transcurrido cinco largos años.
La casa estaba intacta como la habían dejado. Aún aquella habitación en donde vivió temporalmente con sus padres -Martín y Miriam-, parecía haber quedado en el tiempo.
Todo estaba en su lugar: la cama, la biblioteca con libros y fotos, hasta su cuna, los ositos y un sonajero, permanecían allí. Un sin fin de sensaciones invadieron sus sentidos: sonidos, olores, y emociones muy profundas.
En su mente tenía muchos interrogantes acerca de por qué sus padres emigraron, y cuál era la situación del país en aquel tiempo.
Claro que, conociendo el instinto curioso de su nieto, el zeide Norberto se anticipó preparando una caja con fotos, diarios y documentación para responder a sus preguntas.
La bobe Susana le hizo el tour por la casa, y le mostró la habitación en donde iba a dormir, enseñándole con entusiasmo cada uno de los detalles que había preparado para recibirlo y alojarlo cómodamente, hasta la alfombra de baño que tejió a crochét.
La hora había avanzado. Eran casi las doce de la noche, y la abuela estaba cansada, por lo que lo despidió con un tierno beso en la frente; no sin antes señalarle el tupper con alfajorcitos de maicena caseros, que dejaba sobre la mesa para que comparta con el abuelo.
Norberto preparo el mate, trajo la caja con los recuerdos y se dispuso a hablar con su nieto, sabiendo que le esperaba una larga noche, donde tendría que responder a todas sus inquietudes.
- Zeide, mi papá siempre me dijo que fue un caos el día que nací ¿Te acordas, cómo fue ese día?
- Lo recuerdo bien… Fue el día de la bandera, y también se organizó un banderazo en todo el país. Como si fuera hoy, recuerdo que tu mamá rompió bolsa en ese sillón pegado a la ventana, mientras se reía viendo una comedia de cine nacional en la televisión. Tu papá la llevó con el auto a toda prisa hasta la clínica.
En el camino, quedaron atascados en medio de una caravana de autos que se dirigía al Obelisco, a protestar contra la expropiación de una empresa llamada “Vicentín”, y también por el respeto a la propiedad privada. Una vez que lograron llegar a la clínica, a tu madre la llevaron a la sala de parto, y a Martín se lo llevaron detenido porque no tenía permiso para circular. Al otro día, fue el día del padre- por lo que tuvo que pasarlo en la comisaría. Fue una locura, todo lo que vivimos en aquellos tiempos.
- ¿Durante la cuarentena, se podía salir a la calle a realizar manifestaciones?
- No se podía, pero la gente salió igual, con sus banderas argentinas, a protestar por lo que creían que era justo. Es parte del gen argentino salir a manifestarse, incluso ante la posibilidad de contagiarse del coronavirus. Me da risa que muchos historiadores jóvenes, refieren que los ciudadanos salieron a manifestarse recordando que el Presidente Alberto Fernández los había autorizado.
- No entiendo… ¿Cómo que los autorizo?
- En su primer discurso como Presidente, dijo: “Yo quiero ser el Presidente que escucha, el presidente del diálogo por construir el acuerdo de todos y quiero también convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío en el compromiso que hoy asumo, salgan a la calle a recordarme lo que estoy haciendo, les prometo que volveré a la senda sin dudar un instante.” Yo viví esa época y casi nadie se acordaba de ese discurso. La gente salió a la calle para evitar la expropiación de la empresa Vicentín. Había miedo a expropiaciones masivas. Para mí no tenía razón de ser la expropiación de esa empresa, sin entrar en debates jurídicos, ya que unos días atrás habían anunciado que pagarían el aguinaldo de empleados públicos en cuotas. Entonces, si el Estado no tiene dinero para abonarle a sus empleados. ¿Con qué dinero afrontaría la expropiación de Vicentín?
- Mi viejo nunca me contó nada de esto… – reflexionó muy pensativo Juan-
- No te lo dijo para no cargarte con broncas del pasado. Él tenía miedo de que nunca quisieras volver a tu país. Imagínate nene, Argentina era el reino del revés, tu papá detenido por ir a la clínica a tenerte, y muchísimas personas protestando en las calles como si nada… Igual algo de razón tuvo ¡Tardaste treinta años en volver! Nunca es tarde, pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos… – El zeide le reprochó a su nieto, con sutileza y picardía-
- No fue fácil pensar en venir después de la muerte de papá y mamá. Las noticias que llegaban no eran las mejores: la falta de justicia, la violencia y la inseguridad… no me daban tranquilidad. También, ustedes, los tíos y los primos, venían dos o tres veces por año a New York. Nunca fue necesario regresar. – Se excusaba el joven, mientras le cebaba un mate al abuelo-
- Mira, antes de emigrar, tus padres la pasaron mal. En Argentina y sobre todo en Buenos Aires tuvimos la cuarentena más larga del mundo. Por un lado, se lograron prevenir a tiempo los contagios masivos, pero por el otro, la falta de planificación en materia económica llevó a la ruina a muchas empresas, comercios, y trabajadores independientes.
A mi hijo le iba muy bien como contador independiente. Desde el momento en que se decretó la cuarentena, muchos de sus clientes dejaron de pagarle. Algunos gravemente afectados por la crisis, y otros fueron miserables especuladores que intentaron aprovecharse de la situación y ahorrarse el pago. ¡Eso sí, le enviaban trabajo como si nada hubiera pasado!… pero en general, se había roto la cadena de pagos, era muy complicado para todos.
- Algo de eso me había contado. Recuerdo que me dijo que no tuvieron más plata para pagar el alquiler y se tuvieron que mudar a esta casa para evitar endeudarse. Mamá repetía una y otra vez, que ellos siempre trabajaron y pagaron sus impuestos; sin embargo cuando realmente necesitaron ayuda del Estado, no calificaron para recibir ninguna asignación. -Mientras Juan recordaba a su madre, comenzaron a asomar las primeras lágrimas en sus ojos-
- Eso es verdad, el Estado ayudó a mucha gente, pero desprotegió a una parte importante de la ciudadanía, afectados económicamente por la pandemia, que casualmente era la que mayor aporte hacía, con el pago de impuestos y contribuciones.
En ese tiempo también hubo gente muy solidaria, como la Dra. Brisa… no recuerdo el apellido. La abogada que les tramitó el amparo, cuando la prepaga los había dado de baja por no pagar durante dos meses. Gracias a ella, tu mamá pudo mantener la cobertura, los mismos médicos y la clínica designada para el parto.
- Mientras el Zeide Norberto fue a recargar el termo con agua caliente, y a cambiar la yerba, Juan comenzó a revisar la caja. Entre los recuerdos, encontró fotos y una medalla de su padre cuando fue soldado durante la guerra del Líbano en el 2006; fotos de la despedida en el Aeropuerto de Ezeiza, y un recorte de diario con la foto de su papá haciendo “running” en la plaza del barrio.
No pudiendo contener la curiosidad por saber acerca de esa esa foto, el joven irrumpió en la cocina donde su abuelo luchaba para encender el viejo anafe.
- Hay que ser pacientes, es lento pero va a encender. El anafe es más viejo que yo, pero también tiene cuerda para rato.
- No hay apuro zeide. Me llamó la atención esta foto de mi papá en el diario. Se la tomaron como si fuera un atleta profesional, pero ni siquiera lo nombraron…
- ¿A ver? acércame la foto… ¡Ah sí! ¿Cómo olvidar ese día? Por esa situación tus papás decidieron irse del país.
- ¿Qué situación? ¿Por una foto? – preguntaba Juan sin entender la conclusiones del abuelo-
- En un momento de la cuarentena, en la Ciudad de Buenos Aires, el Jefe de Gobierno de aquel entonces, Horacio Rodríguez Larreta, autorizó que los deportistas y aficionados, a los que los medios les decía “runners” puedan correr durante las noches, los días de semana. Para Martín fue como agua en el desierto, era la posibilidad de volver a la actividad física. Pero, principalmente fue la chance de despejarse un poco del encierro, y las preocupaciones financieras, lógicas de todo padre primerizo, empeoradas por la situación general. Los opositores al Jefe de Gobierno, y hasta el propio Presidente de la Nación se encargaron de criticar la medida y a los “runners”. Les endilgaron que los contagios en la Ciudad aumentaron por culpa de ellos, y esto generó que parte de la sociedad les tomara bronca.
Esa noche tu papá estaba corriendo y alguien le empezó a gritar: “gorila, cipayo, anticuarentena, vende patria, macrista, cheto, oligarca…” entre otras barbaridades e incoherencias; y por casualidad justo se encontraba un cronista del diario en el lugar y armó ese informe periodístico.
- Lo entiendo a papá, es muy denigrante que cualquier extraño te hiciese pasar un mal momento de esa forma por cuestiones políticas e ideológicas.
- En ese tiempo se intentaba profundizar una grieta social y dividir a los ciudadanos. oficialistas contra opositores. Militantes de la cuarentena versus “anticuarentena”.
Martín y Miriam se hartaron de esas rivalidades absurdas, y de que siempre los quieran encasillar en un bando u otro, según su accionar o forma de pensar. Ellos deseaban que vos crecieras en un país menos convulsionado, con seguridad jurídica y económica; y que tampoco tuvieras que estar dando explicaciones de qué pensas y por qué lo haces.
- Eso lo escuché muchas veces… A la distancia no logré comprender el porqué, tal como decía mi madre, no se quedaron a pelearla en Argentina…
- Tu padre y yo vivimos en Israel, y te aseguro que cuando experimentas vivir en un lugar seguro, económicamente estable, donde la justicia funciona, y el respeto por el prójimo valen, tu forma de ver la vida cambia considerablemente.
Todos somos hijos de inmigrantes, más nosotros que tuvimos dos mil años de galut, pero tenemos que elegir un lugar para residir, aunque sea de forma temporal. No podés seguir deambulando por el mundo sin destino, tenés que asentarte en un lugar y comenzar a desarrollar todo tu potencial.
- Gracias Zeide, no sabía muchas de las historias que me contaste acerca de mis padres. Ahora puedo entender todo lo que ellos vivieron y sufrieron.
- Ya que conoces tu historia familiar, ahora tendrás que hacer tu propio camino y reflexionar hasta cuándo durará la galut* de Juan …
Por Ruben Budzvicky
Ilustración: Sabrina Fauez
*Galut significa exilio en hebreo.
Historia ficcionada basada en hechos históricos reales.
Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.
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