“Soy muy religiosa, pero no virgen”
Un número cada vez mayor de jóvenes religiosos se confiesan en las redes sociales, y hablan de la soledad y de la necesidad humana de contacto físico, así como de vivir y consumar la sexualidad. Ahora les piden a los rabinos que los escuchen, y que eventualmente también encuentren una solución basándose en la ley religiosa judía (halajá, en hebreo).
“Soy una mujer soltera de 34 años, y desde los 19 tengo citas con fines matrimoniales. He salido con cientos de muchachos, y muy a mi pesar no encontré esposo. Tampoco sé si lo encontraré. Y quiero decir lo que pensamos y sentimos, que nos escuchen y nos oigan. Pero no nos hacen caso, quizás por temor a que se rompan barreras y se traspasen límites, o por conservadurismo, o por el escándalo que podría causar. Pero tal vez ha llegado el momento de armarse de valor y debatir la cuestión”.
Así comienza la carta que recibió el rabino Yoni Rosenzweig, de la ciudad de Beit Shemesh, próxima a Jerusalem, y que le envió una joven soltera de la comunidad religiosa-nacionalista-sionista. Según la ley religiosa judía, el contacto físico entre personas de distinto sexo está permitido únicamente en parejas casadas. Pero aumenta la edad en la que la gente se casa, y en consecuencia, el porcentaje de solteras y solteros, y la dificultad de respetar la halajá ( ley judia) es obvia. El rabino Rosenzweig, muy activo en Facebook, decidió publicar en su página, tal cual, la carta de la mujer soltera que le escribió. El objetivo: que tengan eco las voces de aquellos a quienes les resulta difícil hasta lo insoportable, afrontar las exigencias de las leyes religiosas. La joven sigue diciendo en su carta:
“El instinto sexual despierta y madura cuando los seres humanos tienen entre ocho y nueve años. En mi caso fue mucho antes. Pero teniendo en cuenta que a la mente y al alma les lleva mucho más tiempo madurar, los seres humanos están preparados para el contacto físico recién en la adolescencia. Pero nosotros, los religiosos, acatamos la prohibición de todo contacto físico. Y acatamos. Y acatamos. Y acatamos. Y se llega a una situación en la que hay personas de 40 años [solteras] que respetaron la prohibición de todo contacto físico la mayor parte de su vida. No saben lo que es un abrazo, una caricia, un contacto cariñoso. No se trata siquiera de un contacto sexual, sino sencillamente de un contacto íntimo al que, por su lado, tienen derecho en forma permanente todas las personas casadas de 20 años. Y por lo que sucede en el primer caso, se paga un elevado precio psicológico. Yo tuve que pagarlo. Y por eso, a los 26 años, dejé de respetar la prohibición de mantener contactos físicos. Cada uno tiene sus límites. Yo sigo teniendo citas, y veo la diferencia entre quienes acataron toda la vida la prohibición de contacto físico hombre-mujer y quienes sí tuvieron esa experiencia, aunque fuera en parte”.
“Cuando salgo con un hombre mayor de 30 años que acató toda su vida la ley religiosa sobre la castidad, se me encienden luces rojas: ¿Es asexuado o tiene una libido especialmente baja? ¿Será un homosexual que no ha salido del armario? ¿O tiene muchos deseos de tocar, pero no a quién? ¿O sus inhibiciones religiosas son tan grandes que ya está un poco rayado? Muy a mi pesar, en general la respuesta correcta es esta última. Eso se percibe en su incapacidad de crear una intimidad emocional, de tener una relación sana, en sus ideas distorsionadas acerca del sexo y de la sexualidad en lo que respecta a las mujeres… No sé cómo describirlo, salvo diciendo que tienen un problema, que les falla algo.”
“Yo de verdad pienso que a partir de cierta edad respetar, la prohibición de todo contacto físico causa daños psicológicos. No es natural, no es normal, pero no tengo ni idea de cuál es la solución. ¿Permitir tomarse las manos? ¿Un abrazo? ¿Una caricia? ¿Decidir que hay cosas que están permitidas, pero sólo hasta cierto límite? ¿Pero, cuál es el límite que permite conservar la cordura y una vida normal? Y no es sólo eso. Se siente un dolor enorme en el cuerpo en descomposición ¿Por qué no tenemos derecho a aceptar esta necesidad tan básica de la existencia humana? (Y quienes -como nosotros- sí la aceptan, tienen que aprender a vivir con sentimientos de culpa, así como con la discordancia, con la disonancia cognitiva y la complejidad de la situación.) Y no soy la única que siente esto; veo lo que ocurre a mi alrededor. Lo saluda con dolor”.
Esta triste carta fue compartida una y otra vez, y dio lugar a la conversación tabú sobre la forma que tienen las mujeres y los hombres religiosos de afrontar la prohibición de todo contacto físico con personas del otro sexo si no están casados. La realidad, como siempre, es compleja. Cada persona religiosa tiene un debate íntimo frente a la ley religiosa judía, en qué ser estricto y en qué no tanto. Qué respetar y qué pasar por alto. Pero mientras que de todos los demás temas se habla, y además abiertamente, las solteras y solteros religiosos sienten que para ellos todo lo que tiene que ver con el tema del contacto físico es tabú. De hecho, también en esta nota las entrevistadas y entrevistados no quisieron dar sus nombres. Los estigmas culturales en torno de quien opta, sobre todo en el caso de las mujeres, por no respetar la prohibición de todo contacto físico, o incluso por tener relaciones sexuales antes de casarse, siguen siendo tan intensos que las personas tienen miedo de exponerse.
“Pienso que es un terreno en el que tienen que entrar los rabinos”, dice Noam, un soltero de 33 años que se define a sí mismo como muy religioso. “Yo me he criado en el seno de la elite de la comunidad de sionistas religiosos. Estuve durante años en un instituto talmúdico en el que se combinaban los estudios y el servicio militar obligatorio (yeshivat hesder, en hebreo). Tengo citas todo el tiempo. Y a partir de cierta edad, cuando las chicas se dan cuenta de que yo respeto la prohibición de contacto físico, lo consideran un estigma. Piensan que me falla algo. También para mí es difícil de soportar. Porque según la ley religiosa judía, también está prohibido masturbarse. Y para una persona sana física y psicológicamente, es una sentencia de muerte, de culpa y de vergüenza sin fin. Llegué a un estado absurdo en la que he huido al porno, que es mil veces peor para satisfacer el instinto sexual, ya que este último es algo sano y bueno. Pero en mi caso, el instinto sexual se considera impuro y está prohibido únicamente porque no soy un hombre casado. Hace dos años empecé a tener depresiones, y fui a psicoterapia. Por sugerencia de la terapeuta hablé con mi rabino, y él me abrazó y lloró junto conmigo, pero me dijo que no tiene ninguna solución que me pueda dar. Esto es lo que hay. Entonces yo sufro lo indecible, y al mismo tiempo para las chicas solteras soy un pájaro raro. Es una pesadilla.”
Yael, una soltera de 29 años de Tel Aviv, lo ve de otra manera. “Éste no es un terreno para los rabinos. No entiendo por qué hay que involucrarlos. La dificultad en este terreno es cultural. Y por supuesto para las mujeres, que pueden ir muy lejos pero sin llegar a tener relaciones completas sólo porque la virginidad es sagrada. Y a veces ellas lo ocultarán a la gente del entorno más cercano. Entonces sí, soy completamente religiosa pero no virgen. Y reconozco que lo oculto al comienzo de una relación porque eso puede perjudicarme, o porque atraerá a personas que no son serias. El diálogo de cada uno de nosotros con Dios, bendito sea, es muy personal, y ¿quiénes son los otros para juzgarnos? Yo me alegro de que ahora toda la comunidad religiosa habla de nosotros. Hemos pasado de ser invisibles a ser un grupo que tiene voz”.
“En el caso de los hombres es complejo porque también está prohibido masturbarse”, comenta también Yaniv, un hombre religioso de 38 años. “Entonces, cuando hay tantas prohibiciones y tan exageradas, ya no hay grados de gravedad. Es todo lo mismo. Masturbarse o acostarse con una mujer… A partir de cierta edad, da lo mismo. Yo he estado en lugares muy malos desde mi punto de vista, y también en relaciones malas, debido a este lamentable concepto. Vivir solo no ayuda, y tampoco el hecho de que no exista realmente una comunidad de gente como nosotros. Asimismo para los laicos, la soltería no es un ‘picnic’, pero a nosotros se nos cataloga de otra manera. Y es muy pesado. Por eso, ahora ando con el solideo (la kipá, en hebreo) en el bolsillo. Rezo y como kasher, pero no quiero que digan que yo desprestigio a los religiosos por el hecho de que mariposeo un poco.”
A la sensación de bochorno y de indefensión se suma el hecho de que no hay muchas personas dispuestas a enfrentarse a esa cuestión tan compleja. Por ello el tema de la cuestión sexual frente a la halajá se abrió paso en los últimos meses en las redes sociales. Noemí Maimón, psicóloga religiosa, entendió que se trataba de un asunto complejo y que hay necesidad de definirlo con claridad, y levantó el guante. Maimón preparó un cuestionario sobre sexualidad y los religiosos, para rellenar de manera anónima en Internet, y se envió a solteras y solteros, así como a divorciados y divorciadas, a fin de entender la dimensión de la angustia. Los resultados arrojaron un panorama doloroso. En las respuestas se manifestaban frustración, ira, dolor, culpa y soledad.
“Sabemos que el contacto físico tiene muchísima importancia, y dentro de éste el contacto en una pareja, como parte del bienestar psicológico”, dice Maimón. “Es importante para el desarrollo de una relación y para la salud personal. Las respuestas reflejan que existe una necesidad física y emocional, que los religiosos solteros tienen prohibido consumar en la práctica. Y en un número considerable de respuestas expresaron un gran dolor hasta el punto que hablar de una sensación de ‘muerte en vida’”.
–¿Cómo se expresa eso?
–Una de las principales dificultades que se desprenden de la encuesta es la sensación de soledad y el hecho de que no hay a quién pedir consejo. Sólo un ocho por ciento de los encuestados dijeron que hablan del problema con los rabinos. Hay quienes consultan con psicoterapeutas pero sobre todo con amigos, aunque a la mayoría de los hombres les cuesta compartir, y finalmente no consultan con nadie. La mayoría de los rabinos quieren, por sobre todas las cosas, conservar la institución del matrimonio judío, y desde su punto de vista es comprensible. Por eso no autorizan que “se hagan cosas” antes del casamiento. Pero a fin de cuentas, cuando hablamos de sexualidad hablamos de algo que tiene continuidad. Y la castidad es asimismo, en cierto sentido, una cuestión de moda.
Maimón afirma que hay que pensar ya en el daño que la situación puede provocar en el futuro. El precio del daño al bienestar psicológico de un joven puede ser mucho mayor más adelante. Y lo que puede parecer un problema privado y menor, eventualmente será mucho más grande. “Un hombre de 40 años que no vivió su sexualidad en el marco de una relación, y su única salida es el porno, supone un problema añadido”, dice. “Hay motivos para preocuparse con vistas al momento en que él vaya a tener relaciones sexuales con su esposa, y de qué manera van a influir los conceptos de ambos al respecto. Pienso que hay una brecha muy grande entre la manera en que los rabinos conocen y entienden el tema, y lo que sucede en la realidad. Creo que también los rabinos siguen tratando de entender y de analizar la realidad”.
–¿Los rabinos están interesados en enfrentar el problema?
–De la encuesta se desprende claramente que los rabinos quieren implicarse, pero ahora mismo lo cierto es que no están presentes en el debate sobre el tema. Pero me parece muy importante señalar que últimamente hay un despertar positivo, y hay rabinos que están claramente interesados en escuchar a esa gente. Si un rabino se considera a sí mismo como un líder social y de la opinión pública, no puede eludir este tema, que tiene tanta carga. En las respuestas al cuestionario se podían ver dos grupos principales: uno es el de quienes afrontan esa disonancia cognitiva y viven todos los días en una brecha extrema, pero están resignados porque saben que la ley religiosa no va a cambiar. Se trata de personas que no piden ni quieren una autorización halájica especial, sino alguien que los escuche y un lugar en el que expresar lo que viven. El otro grupo sí quiere analizar la ley religiosa, y –si es posible– pensar en autorizaciones y facilidades en ese marco.
“Conozco gente que acudió a rabinos considerados más conservadores, y la respuesta cortante de éstos fue ‘ni hablar de eso‘. Fue una experiencia muy desagradable para quienes consultaron con ellos. Fue una manera de silenciarlos, de hacerlos callar. Por otro lado, hay rabinos que están dispuestos a tratar el tema, a escuchar y a apoyar. Por eso es bueno que sean precisamente los rabinos que están en las redes sociales quienes den a conocer la situación. Hubo asimismo rabinos que hablaron de la posibilidad de estudiar juntos la ley religiosa judía, sin incluir autorizaciones halájicas concretas. Se trata de un bienvenido debate interno entre rabinos. Lo importante es que este debate tenga lugar con respeto mutuo, y así es el debate sobre el tema en el que participo últimamente”, agrega la psicóloga religiosa.
¿Un rabino puede autorizar a una soltera o soltero que tienen un conflicto entre la prohibición de contacto físico y la ley religiosa judía? El rabino Yoni Rosenzweig, de Beit Shemesh, que inició la polémica en las redes sociales después de publicar la carta mencionada anteriormente, piensa que sí. “Puede ser que mis colegas rabinos digan que es un error escribir o pensar así”, dice. “Yo no entro aquí en detalles acerca de las condiciones necesarias para obtener una autorización para contactos físicos, y tampoco pienso que eso va a solucionar la angustia de los solteros. Porque en todo caso, sólo se puede dar una autorización en casos muy específicos. Pero no creo que sea imposible”.
–¿Dónde está el límite?
–Me refiero al contacto físico que tiene por objeto aliviar la soledad. Un contacto físico de apoyo en un momento difícil, y no un contacto físico de afecto con connotaciones románticas. Pero yo pienso que es una cuestión personal, y no social. La sociedad tiene que seguir respetando la prohibición tal como se ha hecho hasta ahora porque en principio creemos que esa prohibición nos hace mejores. Y no nos hace daño. Me han preguntado por qué escribo en Facebook. ¿De qué sirve? Pienso que es importante que los solteros sepan que los rabinos “los ven”. Cuando escribo que puede darse el caso de una soltera o soltero cuyo estado psicológico-emocional es tan difícil que necesita una autorización determinada, demuestra que la halajá “los ve”. Para mí, ese dolor es significativo no sólo por como seres humanos, sino también como judíos que respetan las leyes religiosas y para quienes la Torá de Dios es importante. Sigan escribiéndonos a los rabinos. Queremos escuchar la voz de ustedes, y ansiamos servir de punto de apoyo.
Este debate que ha despertado en las redes sociales tiene un número considerable de reacciones, y se comparte bastante. En otra carta que ha publicado el rabino Rosenzweig, una soltera escribía lo siguiente: “Shalom, respetable rabino, he visto sus ‘post’ sobre el tema de la prohibición de contactos físicos de solteras y solteros. Soy una soltera de 31 años que acata y respeta dicha prohibición. He leído las reacciones a ese ‘post’, y he visto cuánta ignorancia y cuánta cerrazón hay en la comunidad religiosa. Gente que tiene relaciones íntimas de pareja, y no entienden qué es la soledad ni cómo afrontar la vergüenza y la ansiedad en torno de un tema tan humano. Y lo plantean como si fuera una ley religiosa acerca de si está permitido [no lo está] comer carne y leche juntas porque parece sabroso. Nosotras no pedimos la luna. Hemos recibido una educación según la cual se supone que a las mujeres no les interesa para nada el sexo. ¿Cómo se puede tener salud mental después de haber recibido una educación como ésta? Trate de imaginar qué siente una chica que descubre su sexualidad a una edad tardía, y está convencida de que es una demente porque le transmitieron que ella no tiene instinto sexual; que sólo lo tienen los hombres.”
“Las fuentes hablan todo el tiempo de instinto sexual masculino, y de cuán intenso es, por lo que tenemos que ser sumamente castas para no excitar a los hombres. Ha llegado el momento de reconocer que hay una sexualidad femenina, y que ésta no surge sólo en el altar el día de la boda. En realidad, las mujeres que siguen acatando la prohibición de contactos físicos cuando son más maduras son mujeres heridas por falta de contacto humano. Y no, ¡no todos los contactos físicos son sexuales! Si una chica no acata la prohibición, no quiere decir que ha estado con todos los hombres de Israel. Por cierto, muchos hombres religiosos no están dispuestos a salir conmigo precisamente porque yo respeto la prohibición de contactos físicos, y eso les resulta difícil. La comunidad religiosa no sabe cómo afrontar y qué hacer con mujeres solteras mayores de 30 años”.
“Los religiosos solteros reciben mucho más empatía a esas edades porque ellos tienen instinto sexual, y ellos son hombres y se sobreentiende. Y aún no hemos hablado del hecho de que los animan a salir sólo con chicas muy jóvenes porque les van a dar muchos hijos. Y nos presionan a nosotras para que congelemos óvulos como si se tratara de comprar chicle Bazooka en el supermercado. Y lo dicen sin entender hasta qué punto este proceso es doloroso físicamente y muy caro, y no garantiza nada. ¿Entonces qué nos queda? ¿Salir sólo con hombres de 50 y 60 años, que no son para nada compatibles con nosotras? ¿O condenarnos a nosotras mismas a una vida solitaria hasta el fin de los días?”, concluyó la soltera anónima.
Por su parte, Galit vive en Jerusalem, en uno de los barrios en los que se concentran solteras y solteros religiosos que forman parte de una comunidad ortodoxa moderna y alternativa, tal como se documenta en la serie israelí Sruguim. “Yo he visto Sruguim como mujer joven, y siempre compadecí a esas mujeres, y no entendía cómo quedaron atrapadas de esa manera”, dice. “Yo juzgué la situación de ellas. Y ahora, yo misma estoy en esa situación”.
–¿Y cómo ve usted esa situación ahora, desde el lugar en el que está?
–Mis relaciones con esa comunidad son de amor-odio. Por momentos es un lugar como de arenas movedizas, un mundo lleno de mentiras. Dentro de ese espacio es muy difícil entender qué es lo que yo quiero de verdad, y qué es presión social. En el pasado decidí echar por la borda la prohibición de contactos físicos, pero no me hizo bien. Llegué a situaciones íntimas con personas hacia las que no sentía nada. Me daba asco de mí misma. Como una niña hambrienta en una tienda de dulces. A partir del momento en que yo misma anulé la prohibición, no supe comportarme en consecuencia. Ahora ya no estoy allí, y tampoco lo está mi cuerpo. Me acostaré con alguien sólo si la cosa va en serio. ¿Qué quiere decir ‘serio’? Sólo Dios lo sabe. Entretanto, en los últimos dos años ninguna de las relaciones que tuve duró más de un mes.
Hemos hablado con Mijal Prins, investigadora de la sexualidad de mujeres religiosas y con un doctorado en ese campo, así como fundadora del Centro Yahel, que celebra el encendido debate que está teniendo lugar. “A veces tratamos de analizar las cosas en términos de ‘permitido’ y ‘prohibido’, y en consecuencia no encontramos una respuesta”, dice. “Entonces la brecha aumenta porque el mundo de la halajá creó una norma, y el mundo de las religiosas solteras es la no-norma. Hay un ideal al que una aspira, y que no se alcanza. Es ahí donde surge la angustia. Antes de formular las cuestiones relativas a la halajá, hay que hablar del tema en forma abierta. Ahora mismo, las solteras y los solteros empiezan a hablar y a contar su vida. Y no tienen por qué temer, ni por qué ser anónimos, porque hay un lugar para ellos. La gente que no está en esa situación debe escuchar con humildad antes de plantear soluciones”.
–¿Cómo explica usted esta apertura que se está dando repente?
–La gente religiosa comenzó a hablar de muchas cosas que antes eran tabú, aun cuando no todas tengan soluciones acordes con la ley religiosa judía. Lo percibimos en una conversación abierta sobre lo que sucede en la comunidad religiosa: en el dormitorio, en el baño ritual, respecto de los LGTB y también en torno de ser madres o padres solteros. La gente aún está comprometida con la ley religiosa judía, pero están llenos de dudas. Como todos. Esta es la esencia judía, y esto es lo que sucede en las comunidades religiosas: examinar, investigar y volver a afrontar la cuestión cada vez de nuevo.
–¿Y cuál debe ser la actitud de los rabinos, en su opinión?
–Dejar por un momento que la realidad levante cabeza sin tener miedo. Crear una conversación pública. Yo estoy a favor de que las redes sociales se llenen de decenas y de cientos de historias de personas, lo que supondrá agregar un piso más al edificio de nuestras comunidades religiosas.
Dentro de un mes y medio, la asociación de rabinos y rabinas celebrará en la localidad israelí de Beit Hilel un congreso abierto sobre el tema “Estar solos: solteras y solteros, y divorciadas y divorciados en la comunidad religiosa”. En el congreso se tratarán una variedad de temas que conciernen a este grupo humano, su lugar en la comunidad y en la sinagoga, cómo afrontan los padres el fenómeno y de qué manera responsabilizarse asimismo de los matrimonios concertados en forma honrosa. El tema de la sexualidad sigue siendo muy delicado, y en la mencionada asociación dicen que es un debate interno entre rabinos, que se lleva a cabo con cuidado y no en forma pública.
En las redes sociales, los rabinos ciertamente dan su opinión. El rabino Abraham Stav, autor de varios libros y artículos sobre la ley religiosa judía, dice que la comunidad tiene que centrar sus esfuerzos en evitar la soltería y en alentar el matrimonio. “Personalmente, no tengo una solución mágica”, afirma. “Para los solteros es muy difícil manejarse en lo sexual. Me resulta importante decirles a los solteros y solteras que si a una persona le ha ido mal en ese plano, se entiende. No está permitido, pero el fracaso de una persona no la convierte en delincuente y no hay que excluirlo. Yo no quiero considerar normal lo que está a prohibido ni presentar como una locura lo que es deseable. Se trata de un desafío espiritual”.
Pero Idó Fejter, rabino comunitario e investigador de la ortodoxia moderna, lleva las cosas un paso más adelante. “La halajá ha estado dirigida desde siempre al público amplio para transmitir mensajes”, afirma. “Y siempre, en todas las cuestiones, habrá seres individuales a quienes la ley religiosa judía no les resulte adecuada, e incluso le hará daño. Por eso, no siempre habrá acuerdo entre la halajá y las preguntas que se hace un ser particular y privado”.
–¿Entonces no hay lugar para el cambio?
–No esperen que sobre este tema la halajá cambie. Para conservar la completitud y la santidad de las relaciones de pareja y de la familia, la halajá seguirá prohibiendo los contactos físicos fuera del matrimonio, y por supuesto las relaciones sexuales antes del casamiento. Pero si ustedes sienten sinceramente como personas –y haciendo lo bueno y lo recto a los ojos de Dios– que el camino personal de ustedes en este tema pasa por otro lado, tendrán que elegir lo que les viene bien. No esperen que nosotros, los rabinos, hagamos el trabajo por ustedes y les ahorremos las dudas y el dolor. Nosotros seguiremos diciendo que eso está total y absolutamente prohibido. Pero recuerden que en el otro mundo no los esperaremos nosotros, los rabinos, sino Dios, bendito sea. Y si van a poder estar ante Dios y demostrar que han actuado sinceramente y con rectitud interior, y con una gran fe en Él y en Su camino, pienso que es difícil que Él se enoje con ustedes, sino que va a sonreír y decir: “Glorioso, hijas e hijos míos, hemos triunfado [cita de las Sagradas Escrituras]”·
Fuente: Ynet
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