“El amor es una especie de impulso que sentimos a partir de una carencia, nos toma y nos impulsa a salirnos de nosotros mismos”

Estos días se celebra el Día del Amor en el calendario hebreo. Es el día 15 del mes de Av.

Darío Sztajnszrajber es filósofo y en diálogo con Radio Jai intentó darle una respuesta a la pregunta sobre qué es el amor.

Cuando le preguntan qué es el amor, el filósofo dijce:  “Para mí el amor es lo que impulsa la pregunta, porque amar no tiene que ver como un punto de llegada, sino con un punto de partida que se podría llamar, un impulso, una pulsión, un motor”.

“La palabra filosofía en griego significa ‘amor a la sabiduría’. Cuando uno hace filosofía del amor y te preguntás por el amor, entrás en una especie de circularidad, ya que lo que te estás preguntando desde la filosofía es lo mismo que querés comprender. El deseo por saber es algo que no se puede satisfacer de modo definitivo”.

“El amor básicamente es una especie de impulso que sentimos a partir de una carencia fundamental, un impulso que no terminamos nunca de entender por dónde pasa, pero que nos lleva puesto, nos toma y nos impulsa a salirnos de nosotros mismos. De todas las definiciones la que a mí más me interpela es que en el amor hay algo más importante que uno.

Sobre todo en una cultura en la que en estos tiempos se ha vuelto demasiado ensimismada en la realización de uno mismo”, dijo Sztajnszrajber.

“Hay que distinguir las formas hegemónicas del amor de una lectura más deconstruida del amor, que lo piense desde otro lugar. Hay una versión hegemónica del amor que lo pone muy arriba, y en ese sentido está sobrevaluado y va perdiendo especificidad porque es usado para todo. Más en nuestra cultura occidental que fue abandonando la heterogeneidad del amor y a todo lo llama del mismo modo: amas a la pareja, a la patria, a las ideas. El amor pasa a ser un concepto que pierde su singularidad. Nosotros hemos hecho una economía del amor y llamamos amor a todo”.

“Cuando hablamos de deconstruir el amor, hablamos de volver a encontrar su especificidad porque si no, está todo demasiado asociado con todo y en ese sentido está asociado a las versiones hegemónicas del amor, el amor romántico que está muy idealizado, la idea de que el amor supone un estado donde estás tomado por una sensación sublime que cualquier cosa que haces, la sentís plena porque estás enamorado. Es un estado tan idealizado que nadie llega a tanto, entonces se convierte en una especie de frustración permanente. Es lo que pasa con todas las idealizaciones, cuando uno pone tan arriba la idea de felicidad o amor, ningún vínculo llega a realizarse como tal y nos vuelve como una conciencia de frustración”.

“Creo que hay una forma de la que estaría bueno correrse, ya que en nombre del amor se expande nuestra propia lógica y hacer del otro un medio, un ‘objeto’ para uno realizarse. La vocación del amor empieza al revés”.

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