Siendo justos, las cosas por su nombre
Mucho revuelo causó nuestra editorial del día de ayer donde criticábamos la pobre campaña de recaudación para el sostenimiento de las escuelas de la red de educación judía en la Argentina. Sostenemos y reafirmamos todo lo expresado en la misma. En un país tan negador y renuente a la autocrítica, la susceptibilidad de algunos, debería ser un llamado a revisar sus propias acciones y aportes. Enojarse con el cartero siempre será más fácil que comprender el contenido de la carta. El periodismo independiente tiene por misión ser intelectualmente honesto, detectar y denunciar las fallas, lo otro es propaganda.
Ahora bien y para ser justos volvemos a resaltar lo expresado en relación a que nuestro pueblo se caracteriza por una enorme generosidad y se encuentra a la vanguardia de la filantropía. Cientos de instituciones se crearon y sostienen gracias al enorme aporte de judíos en el mundo y la Argentina no es la excepción.
Una rápida mirada por la enorme vida comunitaria en las tierras de San Martín nos mostrará decenas de sinagogas, clubes, escuelas, hogares de ancianos, comedores comunitarios y una multiplicidad de organizaciones de beneficencia.
Millones de dólares han sido donados para la construcción de modernos edificios donde se desarrolla la actividad comunitaria, escuelas, sinagogas, hogares de adultos mayores, clubes y otros, que son admirados por los visitantes y disfrutados por los usuarios. Miles de dólares son aportados mensualmente por donantes en su mayoría anónimos que sostienen el funcionamiento de las entidades de la comunidad.
La monumental obra de Ledor Vador y el hogar Beit Sion Douer, Ieladeinu, la fundación Tzedaká y muchas otras que se dedican a la asistencia social, la red de asistencia de Jabad Luvabitch requieren de un flujo permanente de recursos económicos.
Es imposible nombrar a unos sin quedar en deuda con muchos otros cuando se trata de cientos de instituciones que realizan una enorme actividad. Es necesario destacar que las mismas son lideradas por centenares de dirigentes voluntarios que destinan muchas horas de su tiempo personal a la no siempre grata y bien ponderada tarea comunitaria.
Dicho esto, volvemos a manifestar nuestra preocupación por lo que entendemos ha sido una inentendiblemente errónea campaña de recaudación de fondos para asegurar la educación judía. Si decimos, que la educación es el pilar de la vida judía y el sostenimiento de las escuelas una necesidad prioritaria, se deberían elaborar las estrategias correctas para resolver esta necesidad.
Más allá de la enorme crisis económica del país que nos afecta a todos y donde se multiplican las necesidades, estar a la altura del desafío en una crisis como esta es lograr el análisis situacional correcto y formular una visión correcta de las fuentes genuinas que puedan resolver la problemática.
No hay duda de la generosidad de la gran mayoría de los miembros de nuestra comunidad que han tenido la fortuna de haber logrado un patrimonio que les permite aportar a la vida judía. Los ejemplos y muestras son innumerables.
Pirkei Avot nos enseña y vale la pena recordar ¿Sino soy yo para mí quien será? ¿Y si no es ahora cuando?
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La profunda crisis de la comunidad judeo-argentina: Disfrazar un fracaso presentándolo como un éxito
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