¿Quién mató a la sobrina de Hitler? El misterio ignorado por la historia que pudo cambiarlo todo
Tras años de investigación, el italiano Fabiano Massimi recupera en la novela ‘El ángel de Múnich’ el relato del destino fatal de Geli Raubal
El 18 de septiembre de 1931 en una habitación cerrada de la segunda planta del número 16 de la Prinzregentenplatz en Múnich hallaban sin vida el cuerpo de la joven Geli Raubal. Los primeros análisis de las pruebas y el cadáver llevaron a la conclusión de que se había suicidado de un tiro en el pecho con la pistola Walther G.35 de su tío Adolf Hitler, dueño del apartamento y con el que había mantenido una fuerte discusión horas antes. Tenía 23 años. Según algunos testigos, el cuerpo presentaba heridas por agresiones y tenía la cara destrozada. La investigación se cerró en ocho horas, el cuerpo se incineró y el informe de la autopsia desapareció.
¿Quién estaba tan interesado en enterrar el caso? ¿Por qué la historia apenas ha tratado este asunto ocurrido en plena carrera de los nazis hacia el poder? “He intentado entender por qué ha quedado fuera de la cultura universal. No hay ni una película, ni un ensayo, ni una obra de teatro sobre esto en ningún idioma. Y sin embargo, en la Alemania nazi todo el mundo conocía el destino de la sobrina de Hitler: el escándalo de su muerte era demasiado grande como para ignorarlo. Creo que hubo un deseo de olvidar cómo se sacrificó el derecho de justicia de una joven para allanar el camino de una revolución política. La muerte de Geli Raubal fue un ensayo general de los errores que vendrían después”, asegura el escritor Fabiano Massimi, quien en El ángel de Múnich (Alfaguara, traducción de Xavier González) aborda el caso desde una ficción apoyada en toneladas de documentos.
Raubal estaba muy presente en la vida del partido nacionalsocialista a principios de los años treinta. Su tío, que siempre tuvo un retrato suyo cerca, la llevaba incluso a las convenciones y fiestas por lo que Hitler, Goebbels o Goering son personajes del libro y todos estuvieron envueltos de una u otra manera en la investigación. “Yo la amaba. Ella me amaba. Es la única mujer con la que me habría casado. A partir de ahora, mi esposa será Alemania”. Tanto estas palabras de Hitler como todo lo que dicen los personajes históricos está sacado directamente de memorias, registros, declaraciones, diarios, cartas y biografías. Massimi (Módena, 43 años) trata así de no tomar partido en asuntos escabrosos como las parafilias del líder nazi o su implicación en la muerte de Raubal. “No debemos olvidar que creemos que lo sabemos todo sobre las perversiones de Hitler, a pesar de que no tenemos pruebas fehacientes. En la novela recojo todo lo que se ha dicho o publicado sobre la que sin duda fue una particular unión entre Geli y su ‘tío Alf’, como llamaba a su tutor”, comenta Massimi por correo electrónico.
La novela funciona como un thriller ambientado en esos días de 1931 que pudieron dar un vuelco a la historia. Los comisarios Siegfried Sauer y Mutti Forster —que toman los apellidos de los policías que investigaron el caso pero que, por lo demás, son personajes de ficción— se encuentran en sus pesquisas, contadas con ritmo de policial clásico por Massimi, con un muro burocrático, testigos manipulados, pruebas que desaparecen, trampas, amenazas de muerte, chantajes. “El partido convocó una reunión urgente tras la muerte de Geli para discutir qué le iban a decir a la prensa y quién iba a tomar las riendas del partido si Hitler no sobrevivía al escándalo”, relata Massimi. “Durante unos días, la historia transitó un camino muy delicado. Si Geli hubiera recibido la justicia que se merecía, el siglo XX hubiera podido tomar un rumbo diferente”.
El planteamiento es un campo abonado para la teoría de la conspiración. Pero lo cierto es que había dos personas que tenían datos fundamentales sobre qué ocurrió realmente en aquel lujoso apartamento de Múnich y las dos murieron cuando los nazis llegaron al poder. Por un lado está Gregor Strasser, nazi de primera hora y designado sucesor de Hitler en 1931 si el líder sucumbía al escándalo. Los documentos que tenía del caso desaparecieron junto con cientos de pruebas sobre otros muchos crímenes que los nazis eliminaron para borrar las huellas de sus “años de lucha”. Y, por otro, el reportero Fritz Gerlich, uno de los mejores ejemplos de periodismo comprometido en la República de Weimar y cuyo dosier sobre la muerte de Raubal nunca se llegó a publicar y sigue ilocalizable. Ambos fueron ejecutados la Noche de los cuchillos largos, el 30 de junio de 1934 —Gerlich llevaba entonces más de un año en un campo de concentración—.
En El ángel de Múnich el caso se resuelve, o al menos el lector sabe quién acabó con la vida de la joven. Y hasta hay un porqué. Es lo propio de la novela criminal, de su función reparadora. La realidad y la verdad son, sin embargo, inasibles y la muerte de Raubal sigue sin autor conocido. “¿Cuál es la verdad? Este proceso interminable de acumulación y contraanálisis enriquece nuestro conocimiento sobre el pasado pero nos deja con la convicción de que no hay algo que se pueda llamar ‘hecho’. Al final son todo fragmentos, puntos de vista y tergiversaciones. Nadie sabrá nunca con toda seguridad qué pasó en esa habitación”, reflexiona Massimi satisfecho porque, al menos, ha recuperado la historia de Geli Raubal.
Fuente: El País.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio JaiAyuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN