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¿Qué puede suscitar la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado de Israel y Emiratos Árabes Unidos?

Evidentemente, la intensión de la firma de un Acuerdo de Paz entre el Estado de Israel y Emiratos Árabes Unidos, es un tema más que importante, tanto a lo que hace a la geopolítica regional, pero también con implicancias más allá de Oriente Medio, por lo cual, el análisis debe ser amplio y tener en cuenta tanto una visión histórica y cultural como una hipótesis prospectiva.

En principio, hay que entender al Mundo Árabe, el que no se limita a la llamada región del Levante sino que se extiende desde el Atlántico a la India, donde desde hace siglos se da el conflicto entre las dos ramas del Islam, la sunnita con el liderazgo espiritual del Reino de Arabia Saudita y la rama chiita encarnada en Irán.

En ese contexto, hay que saber que desde la visión árabe, hay tres conceptos diferentes, Qaumi, que es la nación árabe como abarcativo de todos los pueblos árabes, Uatami, significa nación pero como unidad estatal y Dawla, que es sinónimo de Estado como entidad y expresión politica, por lo tanto el Mundo Árabe como un todo, más allá de las actuales divisiones políticas, esta representado por el Qaumi.

En el período pre-otomano, siglos VII al XVIII, el Islam ha sido el factor aglutinante, en esa última centuria, en la región del Nejd nace el movimiento Wahabita, como expresión de un islamismo puro y original, primera manifestación de un nacionalismo árabe y finalmente, del siglo XIX a la actualidad, se suman factores ideológicos modernos y occidentales, como ser el Panarabismo, cuya figura la constituyó Abdel Gamal Nasser, el líder egipcio, y también a través de la aparición del partido socialista árabe Ba´ath, dando así una configuración de ese Mundo Árabe, entre lo que denomino Monarquías Tribales y Repúblicas Dinásticas.

Durante la Guerra Fría, ese Mundo Árabe fue el tablero de ajedrez donde ambos bloques en puja, el liderado por EE.UU. y el encabezado por la ex URSS., y cada país árabe fue peón en la partida, sumándose en ese conflicto un llamado Estado Llave, en la concepción estratégica de Washington, el recién refundado Estado de Israel, y en ese marco geopolítico se dieron las sucesivas guerras israelíes árabes, hasta que a finales de la década de los años 70 se inicia un proceso de paz, primero con el Egipto de Anwar al Sadat y en la siguiente década con la Jordania del rey Hussein.

Pero lo interesante en la Historia de las Relaciones Internacionales, es la dinámica de esas relaciones, que pueden darse a través de conflictos, no necesariamente armados, las crisis y los acuerdos y alianzas.

Más allá de las consecuencias a nivel global que trajo la caída del Imperio Soviético, en líneas generales el Mundo Árabe siguió conformado en un damero de Monarquías Tribales, como ser Marruecos, Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, y la Repúblicas Dinásticas, como Egipto, Siria y como lo fue el Irak de Saddam, hoy dentro de la esfera de Teherán, y los estados del Magreb, incluso Estados fallidos como el Líbano, y los movimientos radicales palestinos, pero también en la región de Oriente Medio, se había dado un evento en 1979, que constituiría hasta el presente, en un foco de conflicto, tanto en lo geopolítico como en lo confesional, la República Islámica de Irán con su visión islamista radical chiita y su estrategia de la exportación de esa ideología.

Ya en el siglo actual, ese Mundo Árabe se vio sacudido a partir del 2011, por la mal llamada Primavera Árabe, una expresión de rebelarse a ese orden establecido, en particular en esas repúblicas dinásticas, que en general no lograron los objetivos buscados pero que se decantaron en Estados Fallidos como lo es Libia, o la guerra civil en Siria y la continua crisis libanesa.

También no puedo dejar de señalar, que desde el último cuarto del siglo pasado se dieron movimientos radicales islámicos, tanto sunnitas, como ser la Red Al Qaeda y ya en la actual centuria, el Estado Islámico con sus expresiones regionales a lo largo del mundo árabe como también en el África Subsahariana, y lo propio en el espacio chiita, el Hezbollah y los Hutíes.

Hasta aquí he intentado dar una visión general y reseñada del Mundo Árabe en su totalidad y del Oriente Medio en particular, donde nunca estuvieron ausentes lo intereses y objetivos estratégicos de las grandes potencias, EE.UU., la ex URSS y hoy la Rusia de Putin, y la Nueva China, actores junto a la U.E., que se deben tener en cuenta a la hora de hacer un análisis geopolítico.

En esta apretadísima síntesis, se puede apreciar esa dinámica de las relaciones internacionales, por eso al hacer un análisis sobre el próximo Acuerdo de Paz entre el Estado de Israel y Emiratos Árabes Unidos, hay que tener en cuenta a todos los actores, tanto los regionales como los extra regionales, en el contexto actual y en función de una visión prospectiva.

De firmarse el anunciado Acuerdo de Paz, mal llamado de paz, pues nunca existió un conflicto armado entre las partes, tendría efectos económicos importantes y significativos en lo geopolítico, en la posibilidad de darse un efecto dominó en el Mundo Árabe, pues a los Acuerdos existentes con Egipto y Jordania, podrían suscribir por el caso las monarquías del Golfo y realmente lo que ocasionaría una revolución geopolítica en Oriente Medio y en el mundo musulmán sunnita, si se diera un Acuerdo con el Reino de Arabia Saudita, con el que ya hay una alianza estratégica en función del enemigo común, Irán y sus satélites, estatales como Siria, subestatales como Hezbollah y grupos terroristas como Hamas y los Hutíes, pues daría lugar a una poderosa coalición anti iraní que frene la visión hegemónica de Teherán.

En este sentido hay que analizar el rol de las mencionadas grandes potencias, en el caso de la Rusia de Putin, por un lado no dejaría que una recomposición geopolítica en Oriente Medio perjudique los enclaves estratégicos conseguidos, como ser la base naval en Tartus y las inversiones financieras y en infraestructura en la reconstrucción de Siria, pero asimismo no dejaría de lado la alianza de hecho que han construido el presidente ruso y el 1er. ministro israelí, Bibi Netanyahu, a lo que se podría agregar la actual alianza estratégica con Egipto, y casualmente con Emiratos Árabes Unidos en la guerra civil en Libia.

Este pragmatismo en la política exterior de Moscú, se aplica también con Turquía, con la que se encuentra enfrentada en el conflicto libio, pero aliados en el norte de Siria, y también en la reconstrucción de este último país, los intereses económicos rusos compiten con los iraníes, quienes ven a Damasco como parte integrante de la llamada Media Luna Chiita y apuestan por el mantenimiento en el poder del clan alawita Al Assad, algo que no tiene la misma importancia para Moscú, que quiere constituirse como árbitro regional, y que Oriente Medio sea parte de su esfera de la influencia geopolítica, sin olvidar que en el pasado abril, Rusia y Arabia Saudita allanaron sus diferencias en relación al precio del barril de petróleo en el seno de la OPEP, por lo que concluyo que para Moscú, manteniendo sus intereses económicos, financieros y estratégicos, de concretarse el Acuerdo entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, y un eventual efecto dominó, ratificaría su pragmatismo geopolítico.

En cuanto al gigante asiático, China, también tiene inversiones financieras y de infraestructura en Siria, pero en sectores que no colisionan con las rusas, por otro lado, Beijing es el principal importador de petróleo iraní, necesario para el desarrollo y expansión de su comercio, en franca puja con los EE.UU., pero también en la última década las relaciones entre Israel y China se han intensificado, desde el acuerdo en transporte suscripto en el 2012, inversiones directas que alcanzaron un pico en el 2017 con u$s.16.000 millones en Israel, las participación anual en el Silicon Dragon Israel y su contraparte la Cumbre Innovación China-Israel en Canton, y las inversiones israelíes en el campo de la tecnología, en el de los diamantes y en el del marketing móvil en el gigante asiático, sin olvidar los acuerdos comerciales firmados en el 2018 entre el pte. chino Xi Jimping y el 1er. ministro Bibi Netanyahu, y donde sólo en el campo de la defensa y seguridad, ha quedado por ahora fuera de este intensivo crecimiento de las relaciones entre ambos países, por lo cual para China sólo afectaría sus intereses en Oriente Medio si se altera negativamente el suministro de petróleo iraní, pero que podría ser reemplazado por otro productor de crudo de aquella región.

Un cambio en la geopolítica de Oriente Medio, que posibilite no sólo una convivencia entre Israel y los países árabes de la región, en particular si se diera un Acuerdo con el reino saudita, que repito, sería el punto de inflexión en las relaciones israelíes árabes, constituiría para Washington un logro histórico y estratégico, contaría con un bloque israelí-árabe para enfrentar al expansionismo de Irán y permitiéndole centralizarse en la guerra comercial con China, aunque al día de hoy, no hay que olvidar las próximas elecciones en EE.UU., de cuyo resultado significará la continuidad o modificación de la visión de Washington sobre las crisis y conflictos en el Levante.

En relación a la U.E., un Oriente Medio que se reconstruya en base a la convivencia pacífica entre israelíes y árabes, sería atractivo para intensificar y hasta expandir las inversiones en diferentes sectores.

A este escenario, que se podría proyectar a partir de los acuerdos ya firmados y al anunciado Acuerdo entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, y el posible y probable efecto dominó en el Qaumi, el Mundo Árabe, sólo se le opone la posición de Turquía, con su insistente obsesión del Neo-otomanismo, Qatar con su alianza tácita con Teherán y el financiamiento del terrorismo yihadista radical, Siria mientras se mantenga en el poder el clan alawita Al Assad, funcional a la estrategia iraní, sumándose la incertidumbre del futuro Líbano y porque no también el de Irak, e Irán que más allá de su ambición de expansionismo hegemónico chiita en la región, es también el mayor enemigo para Israel por razones geopolíticas y confesionales para el Reino de Arabia Saudita y la comunidad sunnita.

Por el momento, lo concreto es que el Acuerdo de Paz a firmarse entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, tiene efectos directos en Bibi Netanyahu, que lo coloca a la altura de los hitos conseguidos por Menahem Begin y Yitzhak Rabin, cuando su presente era cuestionado por parte de la sociedad israelí, y lo mismo en cuanto al presidente estadounidense Donald Trump, que podría sacar crédito en el electorado, habida cuenta de la baja en la intensión de voto, y a la ya demostrada política ambigua y poco exitosa que han esgrimido las administraciones demócratas para la región de Oriente Medio, y no se puede soslayar la cuestión Palestina, donde podría dejarse de lado las anexiones de territorios y poner a la ANP en posición de reanudar las conversaciones con Israel, en el contexto de Dos Estados, el resto es por ahora un análisis de las proyecciones geopolíticas a partir de la firma del Acuerdo, en función de los intereses de los actores, de las particularidades de ese Mundo Árabe complejo, y del juego de Poder en esta Interdependencia Compleja en que se estructura el escenario internacional actual.

Por el profesor Luis Fuensalida

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