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Tel Aviv-Abu Dhabi, un vuelo histórico con alcance geopolítico

Por primera vez, un vuelo comercial de El-Al cubrió la ruta Tel Aviv-Abu Dhabi. La compañía israelí agregó la palabra “paz” en árabe, hebreo e inglés en el fuselaje del Boeing 737-900 Kiryat Gat empleado para el trayecto. El hecho siguió al anuncio del acuerdo entre el Estado de Israel y Emiratos Arabes Unidos (EAU) tendiente a establecer relaciones diplomáticas plenas, informado por el presidente de los Estados Unidos Donald Trump el segundo jueves de agosto, e implica la coronación de un triunfo diplomático para el jefe de la Casa Blanca en medio del tramo final de la campaña electoral que decidirá su permanencia o no en el poder en los próximos cuatro años.

Entre los pasajeros del vuelo inaugural que despegó del aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv y aterrizó en Abu Dhabi en las primeras horas de la tarde del lunes 31 se encontraron Jared Kushner, yerno y principal asesor de Trump y uno de los artífices de la política que permitió el acuerdo Israel-EAU y Robert O´Brien, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Ambos funcionarios habían sido recibidos el día anterior en Jerusalén por el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y el Presidente del Estado Reuven Rivlin. También viajó el titular del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, Meir Ben-Shabbat.
Durante su encuentro con Kushner y O´Brien, el domingo 30, el premier Netanyahu se mostró confiado en las conversaciones que su gobierno mantiene con “varias” naciones árabes para normalizar sus relaciones bilaterales, que en muchos casos existen a nivel no-oficial con un grado de cercanía importante, determinado fundamentalmente por la comunidad de intereses que se vincula centralmente con la amenaza que representa Teherán tanto para Israel como para los llamados gobiernos árabes sunnitas moderados de la región.

Una vez más, Netanyahu encontró en la política exterior las mayores satisfacciones de su extendida permanencia en el poder -superó el récord del propio David Ben Gurión- en medio de acusaciones en su contra por supuestos hechos de corrupción en un país que cuenta con una sólida tradición democrática basada en un sistema judicial y una prensa independientes heredados del mandato británico.

El gobierno de EAU a su vez abolió la legislación de boicot a Israel, lo que en la práctica tiene el efecto fundamental de facultar el tráfico comercial y financiero entre ambas naciones. La agencia estatal WAM se ocupó de anunciar que la medida había sido ordenada directamente por el Jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyhan, gobernante de Abu Dhabi y presidente de EAU, como parte de los esfuerzos del país por expandir los lazos diplomáticos y de cooperación comercial con Israel.

Los esfuerzos diplomáticos de la Casa Blanca volvieron a tener un rol fundamental en lograr la paz entre Israel y un estado árabe, tal como había ocurrido en 1979 y 1994, cuando el Estado hebreo alcanzó la paz con Egipto y Jordania.

A su vez, el secretario de Estado Mike Pompeo inició el lunes 26 una gira que se extendió por Israel, Sudán, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, en un intento por promover nuevos acuerdos bilaterales en la región con el objeto de estimular los lazos entre naciones que comparten un común interés en la contención de las ambiciones de hegemonía regional del régimen islamista de Irán. En su país, algunas voces cuestionaron que el mensaje dirigido a la Convención Republicana desde Jerusalén por el jefe del Departamento de Estado en apoyo a la reelección de Trump no se ajustó a las reglas tradicionales de la política norteamericana que prescriben no mezclar actos oficiales con expresiones partidarias. Pero lo cierto es que Pompeo, a quien se atribuye una presunta vocación de encabezar una candidatura presidencial en 2024, pudo anotar el acuerdo entre Israel y EAU como uno de sus logros diplomáticos indiscutidos.

El acuerdo con la EAU podría coronar una serie de concesiones muy importantes que desde enero de 2017 la Administración Trump hizo a Israel y que incluyeron el largamente esperado traslado de la Embajada norteamericana a Jerusalén, el retiro del acuerdo nuclear iraní (JCPOA), el reconocimiento de la soberanía israelí de los Altos del Golán -un asunto controvertido en la comunidad internacional- y el llamado “Deal of the Century” que en los hechos implica aquiescencias muy importantes para los israelíes a cambio de un programa de ayuda a los palestinos por un paquete de unos 50 mil millones de dólares.

Tal vez como nunca, desde la llegada de Trump al poder Israel encontró en Washington un gobierno dispuesto a satisfacer sus requerimientos, una realidad que contrastó con la muy mala relación que mantuvo con la Administración Obama cuya iniciativa tendiente a alcanzar un acuerdo nuclear con Irán fue considerada inaceptable desde un principio por Netanyahu. Las relaciones entre el líder del Likud y Obama llegaron en su día a ser tan complejas que el premier israelí viajó a Washington el 3 de marzo de 2015 para hablar ante el Congreso, invitado por el Speaker of the House John Boehner, sin siquiera saludar al Presidente. Aquel día, Netanyahu explicó que el acuerdo con Irán era un gigantesco error despertando largos aplausos entre los legisladores norteamericanos.

En tanto, el acuerdo con EAU marcó otro triunfo para los israelíes, toda vez que pudo despejar el llamado “veto palestino”. Remover el impedimento para avanzar en negociaciones con las naciones árabes en tanto éstas mantuvieran solidariamente un reclamo por los derechos de los palestinos como presupuesto para consolidar en la faz pública los ya existentes vínculos subterráneos con Israel era una meta de largo alcance del liderazgo israelí. El embajador Atilio Molteni -quien sirvió como representante argentino en Israel entre 2003 y 2010- sostiene que: “EAU no parecen dispuestos a condicionar sus relaciones a la solución del problema palestino, que es un objetivo que el Primer Ministro israelí buscó desde hace más de 10 años”. Netanyahu lo puso en palabras el día 30 cuando explicó: “Si tuviéramos que espera a los palestinos, tendríamos que esperar por siempre, y ya no lo haremos”. Inmediatamente después de celebrar el anuncio del acuerdo con EAU, las autoridades israelíes aclararon que suspenderían -pero no cancelarían- sus pretensión de expandir su soberanía territorial en el margen occidental del río Jordán.

En las dos ocasiones anteriores en que Israel pudo firmar la paz con Egipto y Jordania, tales acuerdos habían estado condicionados por tal “veto palestino”. En 1978 Sadat había rubricado los acuerdos de Camp David sólo después de que el premier israelí Menagem Begin reconociera un acuerdo marco por la autonomía palestina al tiempo que en 1994 el Rey Hussein aceptó acordar un tratado de paz con el Primer Ministro Yhitzak Rabin después de que éste suscribiera los acuerdos de Oslo con el jefe de la OLP Yasser Arafat en la Casa Blanca.

Es en ese contexto histórico en que debe leerse el logro de la Administración Trump, toda vez que en otros campos de la política exterior no ha podido mostrar avances concretos. Ello se evidencia dada la persistente espiral descendente que caracteriza a la relación con China, la herida en el intento de mejorar el vínculo con Rusia por las derivaciones de las denuncias -reales o de fantasía- sobre la injerencia del Kremlin en el proceso electoral de 2016 y porque pese a los encuentros con el líder norcoreano Kim Jong-un, la relación con Pyongyang no ha redundado en ningún logro palpable.

A su vez, el avance en las relaciones entre Israel y Emiratos tienen lugar en medio de la campaña electoral que culminará el primer martes de noviembre, cuando el pueblo norteamericano decidirá si Trump accede a un nuevo mandado presidencial o si el ex vicepresidente Joe Biden alcanza el sueño de su vida de llegar a la Casa Blanca. Las encuestas de voto popular -con las limitaciones que las mismas ofrecen- sostienen que el candidato demócrata mantiene unos seis puntos de ventaja sobre el Presidente. Sin embargo, las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se sustancian de forma indirecta a través del Colegio Electoral, para cuya integración resulta clave qué sucede en los llamados “Swing States”, lo que relativiza el valor de los sondeos nacionales.

Otros datos alimentan las esperanzas de los partidarios de Trump. Un informe publicado en Bloomberg Businessweek el último viernes de agosto indica que las encuestas podrían no estar detectando votantes de Trump que ocultarían su preferencia por verguenza. De acuerdo con un estudio de CloudResearch LLC, el 11,7 por ciento de los republicanos y el 10,5 por ciento de los independientes declararon que no manifestarían sus verdaderas opiniones mientras que sólo el 5,4 por ciento de los demócratas ocultaban por quien emitirían su voto.

El récord histórico también ofrece ilusiones a los republicanos. En los últimos cien años, sólo cuatro presidentes que buscaron su reelección no la consiguieron: Herbert Hoover en 1932, Gerald Ford en 1976, Jimmy Carter en 1980 y George H. W. Bush en 1992.

Por último, un detalle que puede parecer insignificante podría esconder eventualmente un anticipo de un futuro acontecimiento. Un dato que podría volverse elocuente y que está representado por el hecho de que el vuelo inaugural entre Israel y Emiratos del lunes 31 atravesó el espacio aéreo de Arabia Saudita, otro aliado fundamental de Washington en Medio Oriente y el mayor rival regional del régimen iraní. Ya en 2018 el Reino había autorizado a Air India a volar sobre su territorio para cubrir la ruta Tel Aviv-Delhi, lo que acortaba ese trayecto significativamente, dado que con anterioridad debía desviarse a lo través del Mar Rojo para evitar atravesar el espacio aéreo saudí. Pero esta vez Riad autorizó por primera vez que lo haga una aeronave de bandera israelí. Algunos analistas sostienen que la formalización del vínculo entre israelíes y saudíes es una cuestión de tiempo. Algunas pistas de ello pueden encontrarse en una entrevista en The Atlantic, en abril de 2018, en la que el príncipe Mohammed bin Salman (MBS) había reconocido el derecho a la existencia del Estado de Israel y había comparado al Ayatollah Khamenei nada menos que con Adolf Hitler.

Poco después de su llegada a la Casa Blanca, a comienzos de 2017, Trump inició su primera gira internacional que lo llevó a Riad y a Jerusalén. Tiempo después, un corresponsal de The New Yorker escribió un largo informe titulado “Donald Trump´s New World Order” que en buena medida podía describirse como una anatomía de la política exterior para Medio Oriente basada en una profundización del rumbo de acercamiento de Israel y los países árabes sunnitas como forma de contención al régimen iraní.

Sea reelecto o no, Trump pasará a la historia como uno de los presidentes más controvertidos de las últimas décadas. Genial para algunos, detestable para otros, siempre polémico, el disruptivo Trump será sin dudas un irrepetible objeto de estudio para los historiadores en el futuro. Casi con seguridad, unos y otros anotarán el acuerdo entre isralíes y emiratíes como uno de los hitos diplomáticos de su Administración.

Por Mariano Caucino, especialista en relaciones internacionales. Sirvió como embajador argentino ante el Estado de Israel y Costa Rica.

Reproducción autorizada por Radio Jai citando la fuente.

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