Parashá Ki Tavó por el rabino Yerajmiel Barylka
Si la de hoy fuera la primera lectura de nuestra vida de esta parashá, y hubiéramos llegado a ella comprendiendo el texto, pero sin haber estudiado nunca las infinitas interpretaciones de la Torá, igualmente podríamos hacer un resumen de las normas sociales con la lectura de los tres fragmentos citados allí. El primero se refiere a los derechos del “otro”, el segundo a nuestra casa y a nuestra familia, y el tercero a toda la nación.
”Maldito el que pervierta el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda”. Y dirá todo el pueblo: “Amén” (Devarim 27:19).
“El tercer año, el año del diezmo, cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman en tus aldeas hasta saciarse. Y dirás delante de .A., tu Dios: “He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos” (Devarim 26:12-13).
“Entonces dirás estas palabras delante de .A., tu Dios: “Aramí que quiso que mi padre perezca, hasta que descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a .A., el Dios de nuestros padres, y .A. oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. .A. nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel” (Devarim 26:5-9).
Esta parashá es una intersección entre el texto de Devarim y los capítulos que finalizarán la lectura de todo el Pentateuco. La serie de mitzvot, que estuvimos estudiando a lo largo del libro, se clausura con la de Bikurim y con la Confesión de los Diezmos, para dar paso al texto de despedida. Digno marco que nos recuerda nuevamente nuestras obligaciones con los más necesitados, incluso cuando ellos son “extranjeros” o ajenos. Cuando recogemos los frutos a tiempo y los podemos llevar al Templo, debemos reconocer antes que nada la magnanimidad del Creador que bendice nuestra tierra, y proclamar jubilosamente que no nos hemos olvidado del cumplimiento de los deberes con el Leví, el extranjero, el huérfano y la viuda, ni hemos violado los mandamientos.
Ahora somos libres, y tenemos incluso independencia económica, y en estos momentos no está de más contar con memoria histórica recordando a uno de nuestros antepasados. Sí a un miembro de nuestra propia familia que fue malvado y que intentó engañar a otro de nuestros antepasados. Ese personaje ruin, que se presenta tras declaraciones de solidaridad y amor, de buena voluntad y de buenas intenciones, que se aprovecha de nuestra ingenuidad no puede estar ausente porque nos acompaña siempre. La declaratoria nombrándolo, es para tener presente que si bien debemos seguir siendo idealistas, necesitamos estar alertas frente a quienes desean hacernos el mal. (Si aceptáramos otras lecturas del mismo versículo, podríamos afirmar que no está de más recordar el tiempo de nuestras carencias cuando contamos con abundancia, para estimularnos a ayudar a otros menesterosos).
Esta parashá nos trae además el pacto según el cual once acciones diferentes provocan que sus autores sean maldecidos. Prohibiciones que por lo general se transgreden en forma privada. Ese acto solemne realizado antes del ingreso a la Tierra de Israel tiene mucha fuerza por sí mismo cuando el poder intimidatorio de la ley no es suficiente para que sea aplicada. La enumeración de las maldiciones nos descubre así un nuevo modelo de derecho que a su vez inspira su relación con normas legisladas muchos años después, casi sin percibirlo.
Hay delitos y faltas que no se pueden comprobar o que aún no han sido legisladas y si siguiéramos el principio que todo lo que no está expresamente prohibido es lícito, permitirían, como lo hacen en la mayoría de los códigos, absolver al culpable. “Nullum crimen, nulla poena, sine lege praevia“, es una regla que para quienes hablamos español no necesita traducción y fue creada para dar seguridad a las personas y evitar que se comentan contra ellas injusticias. La ley penal no puede tener efecto retroactivo. No hay crimen ni pena sin una ley previa. Pero, a veces no es suficiente. Incluso otra regla instaura, justamente que no hay pena sin condena en juicio. Pero, todos sabemos que no siempre los delitos pueden ser probados.
Entonces, viene nuestra parashá y nos trae una pena de otro tipo: La maldición, diciéndonos, que no se alegren aquellos que buscan y más de una vez consiguen esconderse en los recovecos de la ley, que infringen solapadamente y que pueden seguir presentándose en sociedad como personas honorables. Quizás nadie se haya enterado de sus faltas, pero hay un ojo que ve, un oído que oye, y una mano que escribe todo en un registro indeleble. Y si eso no fuera suficiente, está la voz de “maldito” que la sociedad grita, condenando al supuesto inocente.
Y la Torá nos obliga nuevamente a elegir. Y nosotros elegimos, ya tan cerca del Día del Juicio, de su propio texto: “Si realmente escuchas a .A. tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, .A. tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces a .A. tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre: Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños. Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar. Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino. .A. te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada. .A. bendecirá tus graneros, y todo el trabajo de tus manos. .A. tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado. .A. te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del SEÑOR. .A. te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que juró a tus antepasados que te daría. .A. abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. .A. te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos de .A. tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses”.
LAS PRIMEROS FRUTOS DEVUELVEN A LA PERSONA A SUS COMIENZOS
Hace mucho tiempo, en los días en que éramos agricultores y pastores en la Tierra de Israel, la Torá nos enseñaba que cuando recogíamos nuestras cosechas, debíamos poner los primeros frutos de nuestra recolección en una canasta y llevarlos como ofrenda a Dios.
En este pasaje, la Torá relata la única oración de la antigüedad de la cual todavía tenemos un registro. Es tan elocuente como simple: “El sacerdote (hacohen) tomará la canasta de tu mano y la depositará frente al altar del Eterno tu Dios. Luego recitarás lo siguiente ante .A. tu Dios: “Mi padre era un (arameo) sirio a punto de perecer; y procedió a bajar a Egipto y a residir allí como forastero con muy pocas personas en número; pero allí llegó a ser una nación grande, poderosa y numerosa. Y los egipcios se pusieron a tratarnos mal y afligirnos e imponernos dura esclavitud. Y empezamos a clamar a .A. el Dios de nuestros antepasados, y .A. procedió a oír nuestra voz y a mirar nuestra aflicción y nuestra desgracia y nuestra opresión. Por fin .A. nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, y con gran aterramiento, y con señales y milagros. Entonces nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel. Y ahora aquí he traído las primicias de los frutos del suelo que .A. me ha dado’” (Devarim 26: 4-10).
Ciertamente, esta no es una oración en ningún sentido convencional: no ruega a Dios, no pide nada, no contiene ningún Aleluya o bendiciones a Dios. Es solo una historia simple. ”Entonces tienes que depositarlo delante de .A. tu Dios e inclinarte delante de .A. tu Dios. Y tienes que regocijarte por todo el bien que .A. tu Dios les ha dado a ti y a tu casa, tú y el levita y el residente forastero que está en medio de ti”.
Todo ello después de contar la historia de dónde vengo. Dónde he estado. Por qué estoy aquí. Y entonces… ofrezco estos primeros frutos de mi cosecha.
Escribir, y recitar, la historia de nuestra vida consiste en prestar atención a nuestra alma. Perder el contacto con lo que es nuestra vida es causa de desesperación, ansiedad, depresión y apatía. Nos separa de la conexión esencial con nuestra propia alma.
Uno puede agregar otra razón: el mandamiento de traer los primeros frutos al Templo expresa el atributo de gratitud. La persona desciende a su campo, mira su cosecha y reconoce que todo lo que tiene proviene de Dios, como se afirma en el verso resumen: ” Y tienes que regocijarte por todo el bien que .A. tu Dios les ha dado a ti y a tu casa, tú y el levita y el residente forastero que está en medio de ti” (Devarim 26:11). En esta sidrá, hay un verbo operativo principal que se repite una y otra vez: la raíz nun-tav-nun, para dar. Estos son: “Te da”, que aparece dos veces “para darte” y “quien te dio la tierra”, “Dios me dio” y “el Señor tu Dios te dio”. Al estar personalmente agradecido e identificarse con la abundante generosidad de Dios, una persona aprende a retribuir a Dios por todo lo que ha hecho por la nación de Israel, por su liberación y por su redención.
Nuestros sabios eligieron incluir estos versículos en la Hagadá de Pesaj, en lugar de los de Shemot 34:26: “Lo mejor de los primeros frutos maduros de tu terreno has de traer a la casa de .A. tu Dios”. La recitación al traer los primeros frutos mira hacia atrás, comenzando la descripción de la redención desde el tiempo de Yaakov. De esta manera, entendemos que hay un plan Divino que lidera nuestra nación. El Éxodo de Egipto sirve como el paradigma de cómo Dios ha ayudado históricamente a Israel a través de las generaciones, y le agradecemos en la noche del Seder por toda Su ayuda a través del tiempo.
Las primeras frutas devuelven a la persona a sus comienzos, a su fuente, a su tierra. La persona toma el primer fruto que le recuerda pensar en sus principios básicos, su fundamento, y así comienza a pensar en los comienzos de la Nación, los antepasados de nuestra tierra, y el bien que Dios les concedió.
El Sefer Hajinuj (mitzvá 606) nos explica que el principio subyacente [detrás del mandamiento de los primeros frutos] es que una persona gire sus pensamientos para llegar a la verdad en su corazón y actualizarla verbalmente. Así, cuando Dios lo ha ayudado y lo ha bendecido a él y a su tierra dando frutos, y ha merecido traer los frutos a la Casa de nuestro Dios, es apropiado que piense y exprese verbalmente que todo le vino del Señor del Universo, y debería hablar de su bondad hacia nosotros y hacia todo Israel en general.
Es por eso que la declaración comienza con nuestro antepasado Yaakov, a quien Dios rescató de Lavan, y de nuestra servidumbre a los egipcios, con Dios salvándonos de sus manos. Después, la persona le pide a Dios que perpetúe la bendición sobre él. Al estar agradecidos a Dios por todo el bien que ha hecho por nosotros a lo largo de las generaciones, interiorizaremos dentro de nosotros mismos que todo es de Dios: “porque todo le vino del Señor del Universo” (ibíd.).
En toda la sección de la Torá sobre los primeros frutos, la descripción de la esclavitud y el Éxodo de Egipto está formulada en un lenguaje que incluye a toda la nación, a través de todas las generaciones, particularmente el tiempo de la persona que hace la declaración en el momento. Así, uno que trae los primeros frutos dice: “los egipcios nos trataron con crueldad”, “y nos afligieron”, “clamamos al Señor” y “el Señor nos sacó de Egipto”. Este estilo nos enseña que todos y cada uno en la Nación de Israel es un componente integral de toda la nación, y debe sentirse asociado con el destino de todos los eventos que involucran a la nación.
Todo judío debe saber que sus éxitos personales son parte de la comunidad contemporánea, así como una parte del proceso histórico de todo el pueblo judío. Es posible que esa sea la fuente de la declaración de nuestros sabios de que “En cada generación, debes verte a ti mismo como si hubieras salido personalmente de Egipto” (Pesajim 116 b). La Nación de Israel es un solo cuerpo, una unidad orgánica, y es parte del curso de toda nuestra historia.
Dando gracias en la Tierra de Israel: La ceremonia de los primeros frutos es especialmente edificante, ya que la Torá le dice a la Nación de Israel cómo agradecer a Dios por el Éxodo de Egipto cuando entraron en la Tierra de Israel.
Ingresar a la tierra (utilizando la raíz bet-yod-alef) se enfatiza cuatro veces en la sección de los primeros frutos: “cuando vengas (tavó) a la tierra”, “traerás (taví) de tu tierra”, “Vine (bati) a la tierra, Él nos trajo (vayevienu) a este lugar. “ Además, la presentación de los primeros frutos se describe en términos de traer, “He traído (heiveiti) los primeros frutos de la tierra.” Tenemos el privilegio de haber venido a la tierra y sacar nuestros primeros frutos de ella.
Cuando finalmente vengamos a nuestra tierra y podamos vivir pacíficamente y en armonía, siempre debemos recordar, trayendo los primeros frutos, nuestras raíces y origen, es decir, recordar el Éxodo de Egipto y la bondad de Dios hacia nosotros en todas las generaciones.
Además, es la santidad de la Tierra de Israel lo que nos permite ver el curso completo de la historia en mayor profundidad. Solo en la Tierra de Israel, podemos apreciar plenamente el significado de la esclavitud y la libertad, y del propósito del patrón de eventos a lo largo de nuestra historia.
Para resumir: ¿Qué es especialmente apropiado acerca de la proclamación de los primeros frutos para la Hagadá?
a) Es una unidad completa, que podemos aprender completamente al mismo tiempo y de manera sucinta.
b) En estos versículos, la Torá nos enseña a contar el Éxodo de Egipto.
c) La sección sobre los primeros frutos trata sobre la gratitud (usa varios construcciones idiomáticas diferentes con la raíz nun-tav-nun relacionada con “dar” como lo expresamos renglones arriba), y desde nuestra propia gratitud personal aprenderemos a agradecer Dios por todo lo bueno que hace.
d) La sección sobre los primeros frutos describe no solo el Éxodo de Egipto sino también una parte de la secuencia histórica. La redención de la Nación de Israel se construye a partir de un plan Divino que abarca todas las generaciones.
e) Los nacientes frutos son “primeros”, lo que nos recuerda mirar y dar gracias por las raíces de donde provenimos.
f) La proclamación sobre los primeros frutos se recita en plural, incluida toda la Nación de Israel, a lo largo de todas las generaciones, incluidas todas las dificultades que ha enfrentado y su redención desde que se fundó. ¡Cada individuo sabe que su éxito también es parte de la comunidad! En cada generación, una persona debe considerarse a sí misma como si él hubiera dejado Egipto.
g) La proclamación sobre los primeros frutos se hace dentro de la Tierra de Israel (la palabra para “entrar” aparece cuatro veces). Incluso cuando vivimos en paz y tranquilidad, no nos olvidamos de mostrar nuestro aprecio por toda la secuencia histórica que nos trajo al presente. Dentro de la santidad de la tierra, dentro de nuestras vidas naturales dentro de Tierra Santa, podemos ver la historia con mayor profundidad. Recordamos, y en consecuencia comprendemos, nuestra tarea y misión en este mundo.
Pero la historia no es todo. Después de haber ofrecido nuestra canasta de primicias y recitado nuestra historia, la Torá continúa: “Y disfrutarás, junto con la [familia del] levita y el extraño en medio de ti, toda la abundancia que el Eterno tu Dios ha otorgado sobre ti y tu casa” (Devarim 26:11).
Después de haber recitado su historia, conéctate con gratitud, encuentra motivos de alegría y encuentra a aquellos que necesitan ayuda y comparte lo tuyo con generosidad.
Confesión de los Diezmos
“Maldito el que pervierta el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda”. Y dirá todo el pueblo: “Amén”. Devarim 27:19
“El tercer año, el año del diezmo, cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman en tus aldeas hasta saciarse. Y dirás delante de .A., tu Dios: “He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos”. Devarim 26:12-13
“Entonces dirás estas palabras delante de .A., tu Dios: “Aramí que quiso que mi padre perezca, hasta que descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a .A., el Dios de nuestros padres, y .A. oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. .A. nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel”. Devarim 26:5-9
Si la de hoy fuera la primera lectura de nuestra vida de esta parashá y hubiéramos llegáramos a ella comprendiendo el texto pero sin haber estudiado nunca las infinitas interpretaciones de la Torá, igualmente podríamos hacer un resumen de las normas sociales con la lectura de los tres fragmentos citados. El primero se refiere a los derechos del “otro”, el segundo a nuestra casa y a nuestra familia, y el tercero a toda la nación. A partir de ellos podríamos explicar claramente las bases del pensamiento judío.
Esta parashá es una intersección entre el texto de Devarim y los capítulos que finalizarán la lectura de todo el Pentateuco. La serie de mitzvot que estuvimos estudiando a lo largo del libro se clausura con la de Bicurim y con la Confesión de los Diezmos, para dar paso al texto de despedida. Digno marco que nos recuerda nuevamente nuestras obligaciones con los más necesitados, incluso cuando ellos son “extranjeros” o ajenos.
Cuando recogemos los frutos a tiempo y los podemos llevar al Templo, debemos reconocer antes que nada la magnanimidad del Creador que bendice nuestra tierra y proclamar jubilosamente que no nos hemos olvidado del cumplimiento de los deberes con el Leví, el extranjero, el huérfano y la viuda, ni hemos violado los mandamientos.
Ahora somos libres, y tenemos incluso independencia económica y en estos momentos no está demás contar con memoria histórica recordando a uno de nuestros antepasados. Sí a un miembro de nuestra propia familia que fue malvado y que intentó engañar a otro de nuestros antepasados. Ese personaje ruin, que se presenta tras declaraciones de solidaridad y amor, de buena voluntad y de buenas intenciones, que se aprovecha de nuestra ingenuidad no puede estar ausente porque nos acompaña siempre. La declaratoria nombrándolo, es para tener presente que si bien debemos seguir siendo idealistas, necesitamos estar alertas frente a quienes desean hacernos el mal. (Si aceptáramos otras lecturas del mismo versículo, podríamos afirmar que no está de más recordar el tiempo de nuestras carencias cuando contamos con abundancia, para estimularnos a ayudar a otros carenciados).
Esta parashá nos trae además el pacto según el cual once acciones diferentes provocan que sus autores sean maldecidos. Prohibiciones que por lo general se transgreden en forma privada. Ese acto solemne realizado antes del ingreso a la Tierra de Israel tiene mucha fuerza por sí mismo cuando el poder intimidatorio de la ley no es suficiente para que sea aplicada.
La enumeración de las maldiciones nos descubre así un nuevo modelo de derecho que a su vez inspira su relación con normas legisladas muchos años después, casi sin percibirlo.
Hay delitos y faltas que no se pueden comprobar o que aún no han sido legisladas y si siguiéramos el principio que todo lo que no está expresamente prohibido es lícito, permitirían, como lo hacen en la mayoría de los códigos, absolver al culpable. “Nullum crimen, nulla poena, sine lege praevia”, es una regla que para quienes hablamos español no necesita traducción y fue creada para dar seguridad a las personas y evitar se comentan contra ellas injusticias. No hay crimen ni pena sin una ley previa, establece el principio de tipicidad y de irretroactividad de las normas penales y debemos festejarlo. Pero, a veces no es suficiente. Incluso otra regla instaura, justamente que no hay pena sin condena en juicio. Pero, todos sabemos que no siempre los delitos pueden ser probados.
Entonces, viene nuestra parashá y nos trae una pena de otro tipo: la maldición, diciéndonos, que no se alegren aquellos que buscan y más de una vez consiguen esconderse en los recovecos de la ley que infringen solapadamente y que pueden seguir presentándose en sociedad como personas honorables.
Quizás nadie se haya enterado de sus faltas, pero, hay un ojo que ve, un oído que oye, y una mano que escribe todo en un registro indeleble. Y si eso no fuera suficiente, está la voz de “maldito” que la sociedad grita, condenando al supuesto inocente.
Y, la Torá nos obliga nuevamente a elegir. Y nosotros elegimos, ya tan cerca del Día del Juicio, de su propio texto:
»Si realmente escuchas a .A. tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, .A. tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces a .A. tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre: Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños. Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar. Bendito serás en el hogar, y bendito en el camino. .A. te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada. .A. bendecirá tus graneros, y todo el trabajo de tus manos. .A. tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado. .A. te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor. .A. te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que juró a tus antepasados que te daría. .A. abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. .A. te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos de .A. tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses».
La única oración de la antigüedad de la cual todavía tenemos un registro
Hace mucho tiempo, en los días en que éramos agricultores y pastores en la Tierra de Israel, la Torá nos enseñaba que cuando recogíamos nuestras cosechas, debíamos poner los primeros frutos de nuestra recolección en una canasta y llevarlos como ofrenda a Dios. En este pasaje, la Torá relata la única oración de la antigüedad de la cual todavía tenemos un registro. Es tan elocuente como simple: “El sacerdote (hacohen) tomará la canasta de tu mano y la depositará frente al altar del Eterno tu Dios. Luego recitarás lo siguiente ante el Eterno tu Dios: “Mi padre era un (arameo) sirio a punto de perecer; y procedió a bajar a Egipto y a residir allí como forastero con muy pocas personas en número; pero allí llegó a ser una nación grande, poderosa y numerosa. Y los egipcios se pusieron a tratarnos mal y afligirnos e imponernos dura esclavitud. Y empezamos a clamar a .A. el Dios de nuestros antepasados, y .A. procedió a oír nuestra voz y a mirar nuestra aflicción y nuestra desgracia y nuestra opresión. Por fin .A. nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, y con gran aterramiento, y con señales y milagros. Entonces nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel. Y ahora aquí he traído las primicias de los frutos del suelo que .A. me ha dado’” (Devarim 26: 4-10). Ciertamente, esta no es una oración en ningún sentido convencional: no ruega a Dios, no pide nada, no contiene ningún Aleluya o bendiciones a Dios. Es solo una historia simple. ”Entonces tienes que depositarlo delante de .A. tu Dios e inclinarte delante de .A. tu Dios. Y tienes que regocijarte por todo el bien que .A. tu Dios les ha dado a ti y a tu casa, tú y el levita y el residente forastero que está en medio de ti”. Todo ello después de contar la historia de dónde vengo. Dónde he estado. Por qué estoy aquí. Y entonces… ofrezco estos primeros frutos de mi cosecha. Escribir, y recitar, la historia de nuestra vida consiste en prestar atención a nuestra alma. Perder el contacto con lo que es nuestra vida es causa de desesperación, ansiedad, depresión y apatía. Nos separa de la conexión esencial con nuestra propia alma. Uno puede agregar otra razón: el mandamiento de traer los primeros frutos al Templo expresa el atributo de gratitud. La persona desciende a su campo, mira su cosecha y reconoce que todo lo que tiene proviene de Dios, como se afirma en el versículo.
Resumen: “Y tienes que regocijarte por todo el bien que .A. tu Dios les ha dado a ti y a tu casa, tú y el levita y el residente forastero que está en medio de ti.” (Devarim 26:11). En esta sección, hay un verbo operativo principal que se repite una y otra vez: la raíz nun-tav-nun, para dar. Estos son: “Te da”, que aparece dos veces “para darte” y “quien te dio la tierra”, “Dios me dio” y “el Señor tu Dios te dio”. Al estar personalmente agradecido e identificarse con la abundante generosidad de Dios, una persona aprende a agradecer a Dios por todo lo que ha hecho por la nación de Israel, por su liberación y por su redención. Nuestros sabios eligieron incluir estos versículos en la Hagadá de Pesaj, en lugar de los de Shemot 34:26 “Lo mejor de los primeros frutos maduros de tu terreno has de traer a la casa de .A. tu Dios”. La recitación al traer los primeros frutos mira hacia atrás, comenzando la descripción de la redención desde el tiempo de Yaakov. De esta manera, entendemos que hay un plan Divino que lidera nuestra nación. El Éxodo de Egipto sirve como el paradigma de cómo Dios ha ayudado históricamente a Israel a través de las generaciones, y le agradecemos en la noche del Seder por toda Su ayuda a través del tiempo. Las primeras frutas devuelven a la persona a sus comienzos, a su fuente, a su tierra. La persona toma el primer fruto que le recuerda pensar en sus principios básicos, su fundamento, y así comienza a pensar en los comienzos de la Nación, los antepasados de nuestra tierra, y el bien que Dios les concedió. El Sefer Hajinuj (mitzvá 606) nos explica que el principio subyacente [detrás del mandamiento de los primeros frutos] es que una persona gire sus pensamientos para llegar a la verdad en su corazón y actualizarla verbalmente. Así, cuando Dios lo ha ayudado y lo ha bendecido a él y a su tierra dando frutos, y ha merecido traer los frutos a la Casa de nuestro Dios, es apropiado que piense y exprese verbalmente que todo le vino del Señor del Universo, y debería hablar de su bondad hacia nosotros y hacia todo Israel en general. Es por eso que la declaración comienza con nuestro antepasado Yaakov, a quien Dios rescató de Lavan, y de nuestra servidumbre a los egipcios, con Dios salvándonos de sus manos. Después, la persona le pide a Dios que perpetúe la bendición sobre él. Al estar agradecidos a Dios por todo el bien que ha hecho por nosotros a lo largo de las generaciones, interiorizaremos dentro de nosotros mismos que todo es de Dios: “porque todo le vino del Señor del Universo” (ibíd.). En toda la sección de la Torá sobre los primeros frutos, la descripción de la esclavitud en Egipto y del Éxodo de Egipto está formulada en un lenguaje que incluye a toda la nación, a través de todas las generaciones, particularmente el tiempo de la persona que hace la declaración en el momento. Así, uno que trae los primeros frutos dice: “los egipcios nos trataron con crueldad”, “y nos afligieron”, “clamamos al Señor” y “el Señor nos sacó de Egipto”. Este estilo nos enseña que todos y cada uno en la Nación de Israel es un componente integral de toda la nación, y debe sentirse asociado con el destino de todos los eventos que involucran a la nación. Todo judío debe saber que sus éxitos personales son parte de la comunidad contemporánea, así como una parte del proceso histórico de todo el pueblo judío. Es posible que esa sea la fuente de la declaración de nuestros sabios de que “en cada generación, debes verte a ti mismo como si hubieras salido personalmente de Egipto” (Pesajim 116 b). La Nación de Israel es un solo cuerpo, una unidad orgánica, y es parte del curso de toda nuestra historia. Dando gracias en la Tierra de Israel: La ceremonia de los primeros frutos es especialmente edificante, ya que la Torá le dice a la Nación de Israel cómo agradecer a Dios por el Éxodo de Egipto cuando entraron en la Tierra de Israel. Ingresar a la tierra (utilizando la raíz bet-yod-alef) se enfatiza cuatro veces en la sección de los primeros frutos: “cuando vengas (tavó) a la tierra”, “traerás (taví) de tu tierra”, “Vine (bati) a la tierra, Él nos trajo (vayevienu). “ Además, la presentación de los primeros frutos se describe en términos de traer, “He traído (heiveiti) los primeros frutos de la tierra. “ Tenemos el privilegio de haber venido a la tierra y sacar nuestros primeros frutos de ella. Cuando finalmente vengamos a nuestra tierra y podamos vivir pacíficamente y en armonía, siempre debemos recordar, trayendo los primeros frutos, nuestras raíces y origen, es decir, recordar el Éxodo de Egipto y la bondad de Dios hacia nosotros en todas las generaciones. Además, es la santidad de la Tierra de Israel lo que nos permite ver el curso completo de la historia en mayor profundidad. Solo en la Tierra de Israel, podemos apreciar plenamente el significado de la esclavitud y la libertad, y del propósito del patrón de eventos a lo largo de nuestra historia. Para resumir: ¿Qué es especialmente apropiado acerca de la proclamación de los primeros frutos para la Hagadá? a) Es una unidad completa, que podemos aprender completamente al mismo tiempo y de manera sucinta. b) En estos versículos, la Torá nos enseña a contar el Éxodo de Egipto. c) La sección sobre los primeros frutos trata sobre la gratitud (usa varios construcciones idiomáticas diferentes con la raíz nun-tav-nun relacionada con “dar” como lo expresamos renglones arriba), y desde nuestra propia gratitud personal aprenderemos a agradecer Dios por todo lo bueno que hace. d) La sección sobre los primeros frutos describe no solo el Éxodo de Egipto sino también una parte de la secuencia histórica. La redención de la Nación de Israel se construye a partir de un plan Divino que abarca todas las generaciones. e) Los nacientes frutos son “primeros”, lo que nos recuerda mirar y dar gracias por las raíces de donde provenimos. f) La proclamación sobre los primeros frutos se recita en plural, incluida toda la Nación de Israel, a lo largo de todas las generaciones, incluidas todas las dificultades que ha enfrentado y su redención desde que se fundó. ¡Cada individuo sabe que su éxito también es parte de la comunidad! En cada generación, una persona debe considerarse a sí misma como si él hubiera dejado Egipto. g) La proclamación sobre los primeros frutos se hace dentro de la Tierra de Israel (la palabra para “entrar” aparece cuatro veces). Incluso cuando vivimos en paz y tranquilidad, no nos olvidamos de mostrar nuestro aprecio por toda la secuencia histórica que nos trajo al presente. Dentro de la santidad de la tierra, dentro de nuestras vidas naturales dentro de Tierra Santa, podemos ver la historia con mayor profundidad. Recordamos, y en consecuencia comprendemos, nuestra tarea y misión en este mundo. Pero la historia no es todo. Después de haber ofrecido nuestra canasta de primicias y recitado nuestra historia, la Torá continúa: “Y disfrutarás, junto con la [familia del] levita y el extraño en medio de ti, toda la abundancia que el Eterno tu Dios ha otorgado sobre ti y tu casa” (Devarim 26:11). Después de haber recitado su historia, conéctate con gratitud, encuentra motivos de alegría y encuentra a aquellos que necesitan ayuda y comparte lo tuyo con generosidad.
VIDUI MAASER
Basado en un comentario del Rav Michael Susman de Midreshet Harova
Cada vez que pensamos en el concepto de “Viduy”, nuestra reacción natural es especular en la confesión que recitamos diez veces en el transcurso de Yom Kipur. En la parashá de esta semana, que siempre leemos en el período previo a los Yamim Noraím, presenta el Viduy Maaserot.
Viduy Maaserot, (Devarim 26: 12-16), no se menciona con este nombre en la propia parashá. En cambio, encontramos esta denominación utilizada en la Mishná en Maaser Shení (5:10) para describir la declaración hecha en el Beit Hamikdash en Pesaj después del ciclo de Maaser de tres años, cuando el propietario declara que todos sus diezmos han sido distribuidos y no fueron mal utilizados. (Si la declaración debe hacerse en el Bet Hamikdash o no es, de hecho, un tema de desacuerdo entre los Rishonim, que no es el tema de nuestra discusión. Hemos declarado la Halajá de la declaración que es de hecho en conjunto con Biyur Maaserot, la eliminación de todos los diezmos de nuestra posesión.
¿Por qué Jaza”l eligió etiquetar esta declaración como “Viduy”? ¿Es la traducción “confesión” que dimos en la primera oración de nuestro estudio correcta? Si es así, ¿qué posible conexión puede tener con Biyur Maaserot? Y finalmente, ¿cuál es el propósito de esta declaración?
Los comentarios clásicos sobre el Jumash y la Mishná no hacen referencia a estas preguntas. Rashbam explica la razón de la declaración sin relacionarse con la pregunta de por qué la Mishná se refiere a la declaración con el nombre de Viduy. Rashbam sugiere que un individuo diga el Viduy para asegurarse de que de hecho le dará sus Maaserot. Solo una persona verdaderamente malvada se atrevería a hacer una declaración pública a Hashem testificando el hecho de que ha distribuido todos sus diezmos si no lo ha hecho. Como resultado, al exigir esta declaración, la Torá crea un incentivo para que el agricultor distribuya completamente sus diezmos.
Dada la naturaleza de Maaser Shení y Maaser Ani, podemos entender por qué la Torá podría considerar útil un poco de motivación adicional. Después de todo, Maaser Shení necesita ser llevado a Yerushalayim y ser comido allí y Maaser Ani debe ser regalado. Incluso una vez separados, no hay un incentivo importante para asegurarse de que se distribuya. Por lo tanto, un poco de incentivo adicional para completar podría ser para garantizar que se cumplan adecuadamente las Mitzvot de dar Maaser.
Tosefot Yom Tov (Rav Yom Tov Lipman Heller, que vivió en los siglos XVI y XVII) es el primer comentario sobre el Mishná que trata la cuestión, y simplemente cita a Sforno (26:13), quien es uno de los pocos comentarios para tratar la cuestión de por qué la declaración se llama Viduy. Sforno sugiere una idea radical que explica completamente por qué Jaza”l eligió llamar a la declaración de Biyur Maaserot, Viduy. Sforno nos recuerda que el servicio en Beit Hamikdash fue originalmente competencia de los Bejorim, los Primeros Nacidos. Fueron despojados de esta prerrogativa cuando se unieron a la adoración de Eguel Hazahav, mientras que Shevet Levi, que permaneció fiel a Hashem y Moshé, fueron elegidos para reemplazarlos. Presumiblemente, si los Bejorim continuaran siendo los responsables de la Avodá, entonces habrían recibido las diversas Matanot, incluidos los diezmos, que Am Israel tiene instrucciones de dar a los Cohanim y Levitas.
¡Esto, dice Sforno, es el Viduy Maaserot! Cada vez que damos los diezmos y anunciamos que hemos cumplido nuestras obligaciones, de hecho estamos confesando los pecados de nuestros antepasados. Los diezmos deberían haberse quedado en nuestros propios hogares, para ser entregados al Primogénito de cada familia. En cambio, debido a nuestros pecados, están siendo retirados de nuestros hogares y entregados a los miembros de Shevet Levi. Entonces, desde la perspectiva de Sforno, esta declaración se convierte en un Viduy clásico.
Como mencionamos, Sforno es verdaderamente radical. Quizás el aspecto más preocupante de su enfoque es que lo que parece, al menos por una simple lectura de los versículos, ser una declaración gozosa se convierte en una obligación sombría y cargada de culpa.
Al menos un comentario sobre la Mishná, Tosefot Anshei Shem (un comentario aparentemente del siglo XVIII) sugiere una explicación mucho más simple, a saber, que nuestra traducción de Viduy es imperfecta. Viduy es simplemente cualquier reconocimiento de nuestras acciones, ya sean buenas o malas. Por lo tanto, aunque Viduy incluye una confesión de fechorías, también se puede usar como una descripción para cualquier declaración.
Rav Eljanan Samet (Iyunim Beparashat Hashavúa Serie 3. pp. 490-494) dedica la sección final de su estudio de nuestra parashá a la pregunta de por qué la declaración se llamó Viduy.
Rav Samet se esfuerza por responder la pregunta. Para hacerlo, cita una pieza fascinante de Rav Kuk (Ein Aya sobre la Mishná en Maaser Shení). Rav Kuk sugiere que los aspectos de viduy como reconocimiento de todas nuestras acciones, buenas y malas, satisfacen una necesidad crítica. Con demasiada frecuencia nos centramos en nuestros pecados y en la necesidad de arrepentirnos y expiarlos. Esto puede ser muy agotador psicológicamente. Para lograr un equilibrio apropiado, también es necesario reconocer cuándo “lo hacemos bien”. Tenemos que darnos cuenta de que nuestra relación con Hashem se basa no solo en expiar lo que hemos hecho injustamente, sino también a través de las acciones positivas que definen nuestras vidas. No obstante, este refuerzo positivo debe mantenerse en perspectiva, para que no seamos complacientes. Esto explica por qué decimos Viduy Maaserot con menos frecuencia que la confesión por nuestros pecados y en realidad no lo decimos hasta el último momento posible, la tarde del último día de Pesaj.
La explicación de Rav Kuk proporciona un contrapeso perfecto a la posición de Rashbam que citamos al comienzo de nuestro análisis, y ciertamente a la sombría visión de Sforno. Nuestro servicio a Hashem debe equilibrarse entre una aguda conciencia de nuestras fallas y una conciencia saludable de nuestras fortalezas. Es con este equilibrio que avanzamos, aprensivos pero también con alegría, hacia el próximo Yamim Noraím.
Entonces, como vimos, la Torá en Parashat Ki Tavó presenta el precepto conocido como vidui maaser, que requiere una declaración formal después del tercer y sexto año del ciclo shmitá de siete años, declarando el cumplimiento de sus obligaciones de diezmo agrícola. El individuo proclama que ha cumplido con sus requisitos para los pobres (26:13), refiriéndose al diezmo de maaser ani, que se otorga en el tercer y sexto año, y declara que cumple con las estrictas leyes que rigen el maaser de shení, el diezmo que se trae otros años a Yerushalaim y se come allí (26:14). La proclamación de vidui maaser hace mención específica de varias restricciones halájicas que se aplican a maaser shení y que el agricultor declara haber obedecido, incluida la prohibición de comerlo inmediatamente después de la muerte de un ser querido, y en un estado de tumá. El agricultor luego declara: “Shamati bekol Hashem Elokai” – “He obedecido al Señor mi Dios” – lo que parece servir simplemente como una proclamación de conclusión genérica. (De hecho, así es como el Sefer Hajinuj (609) parece haber entendido esta frase). Sin embargo, Jaza”l, tanto en el Sifrei como en el Mishná (Maaser Shení 5:12), según lo citado por Rashí, explica esto significa “Heiveiti leveit habejira” – “Lo traje al Templo”. En esta proclamación – “He obedecido al Señor mi Dios” – el agricultor declara haber cumplido el requisito de traer la comida sagrada a la Beit Hamikdash.
Muchos comentaristas notaron la dificultad con esta explicación, dado que todo este versículo (26:14) habla sobre maaser shení, que debe ser traído y comido en cualquier lugar de Yerushalaim, no específicamente en el Beit Hamikdash. ¿Por qué el granjero profesaría haber obedecido el requisito de llevar la comida al Beit Hamikdash, si el requisito es solo llevarla a Yerushalaim?
Se han ofrecido varias explicaciones diferentes para la interpretación de Jaza”l de esta frase.
El Rav David Pardo, en su comentario de Shoshanim Le-David a la Mishná, sugiere que la Mishná pudo haber mencionado el Beit Hamikdash para aludir al hecho de que maaser shení se come solo cuando el Beit Hamikdash está en pie. Aunque el requisito es traer el diezmo a Yerushalaim, y no hay necesidad de traerlo específicamente al Templo, sin embargo, solo se come si hay un Beit Hamikdash (Rambam, Hiljot Maaser Shení 2: 1; ver Kesef Mishné, quien señala que otros no están de acuerdo). Rav Pardo, por lo tanto, propone que cuando Jaza”l habla del granjero que profesa haber traído su diezmo al Beit Hamikdash, en realidad se refieren a Yerushalaim en general, pero mencionaron el Beit Hamikdash para aludir al hecho de que este diezmo no se puede comer en ausencia del templo.
En su Masquil Le-David, Rav Pardo ofrece una teoría diferente, que también presenta Malbim. Señalan la discusión de la Torá sobre maaser shení anteriormente en Sefer Devarim (14: 24-25), donde ofrece la opción de transferir la santidad del producto al dinero, que luego se lleva a Yerushalaim y se usa para comprar los alimentos que uno come allí. La Mishná en Masejet Shekalim (7: 2), como lo cita Malbim, enseña que el dinero que se encuentra en el área de los comerciantes de ganado en Yerushalaim debe ser presumido como dinero de maaser shení (al que se aplican varias restricciones halájicas), como era costumbre usar dinero de maaser shení para comprar animales para sacrificios. Estos comentaristas sugieren que, aunque no existe un requisito estricto de utilizar el dinero de maaser shení para este propósito, parece que se consideró apropiado hacerlo. Por lo tanto, el granjero proclama que trajo el dinero del maaser shení al Beit Hamikdash, y luego usó este dinero para comprar animales que trajo al Templo como sacrificios.
Otros (Tiferet Israel, Mishná Rishona) ofrecen una explicación diferente, proponiendo que Jaza”l entendió esta frase en el versículo como que no se refiere a maaser shení, sino a la obligación de Bicurim: traer los primeros frutos que maduran al Beit Hamikdash. Una Mishná anterior en Masejet Maaser Shení (5:10) afirma que la proclamación de viduy maaser se refiere no solo a los diezmos, sino también a otras obligaciones agrícolas. Aunque la Mishná no especifica Bicurim, es lógico que este requisito esté incluido en la proclamación de vidui maaser, junto con las otras obligaciones que se aplican a los productos agrícolas. Como tal, es posible que la afirmación “heiveiti leveit habejira”, que habla de llevar productos a Beit Hamikdash, se refiera a Bicurim, los primeros frutos que uno debe traer al Templo y dar a un cohen.
Maaser shení puede usarse solo para comprar alimentos
La mitzvá de vidui maaser, que la Torá presenta en Parashat Ki-Tavó, requiere que los agricultores hagan una proclamación después del tercer y sexto año del ciclo agrícola halájico, declarando su cumplimiento de las diversas obligaciones que se aplican a sus productos. Estos incluyen los requisitos especiales relevantes para maaser shení: el diezmo de los productos que serían traídos a Yerushalaim y comidos allí. Uno de los requisitos de maaser shení que el agricultor debe profesar haber observado es “lo natati mimenu le-meit”, que no “dio por una persona fallecida” (26:14).
Existen diferentes puntos de vista sobre el significado de esta proclamación. Rashí, basado en la interpretación citada por el Sifrei en nombre del rabino Eliezer, explica que esto significa que el producto de maaser shení no puede usarse con el propósito de enterrarlo. Si uno transfiere la santidad de maaser shení al dinero, no puede usar ese dinero para comprar un ataúd o cubiertas para una persona fallecida.
El Ramban, en su comentario de la Torá, cuestiona esta interpretación, señalando que la Torá deja bastante claro anteriormente en Sefer Devarim (14: 25-26) que el dinero de maaser shení puede usarse solo para comprar alimentos. Esta restricción, obviamente, prohíbe el uso de maaser shení para necesidades de entierro, de modo que una prohibición especial contra el uso de estos fondos para un ataúd y obenques es completamente innecesaria.
El Rambam, en Hiljot Maaser Shení (3:10), ofrece una lectura creativa de la frase “lo natati mimenu lemet”. Explica que esta declaración significa, simplemente, que uno usó maaser shení exclusivamente para Alimentos y bebidas: productos que sostienen la vida humana. Al declarar que uno no ha usado estos fondos “lemet”, uno afirma que no los usó para ningún propósito que no esté relacionado con la alimentación, el sustento de la vida. De hecho, en su Sefer Hamitzvot (lo taasé 152), el Rambam cita la frase “lo natati mimenu le-meit” como la fuente de la prohibición bíblica contra el uso del dinero maaser shení para otros fines que no sean comida y bebida. . El Ramban cita esta explicación, también, y la descarta cáusticamente como “Divrei havai” (“sin sentido”).
Después de expresar su desaprobación de las interpretaciones de Rashí y el Rambam, el Ramban cita a comentaristas no identificados que explican que esta frase se refiere al desafortunado caso de un met mitzvá, una persona fallecida sin familiares disponibles para enterrarlo. Según este enfoque, el agricultor proclama que no usó su maaser shení para ningún propósito inadecuado, y ni siquiera por una causa inherentemente digna. Los costos de un ataúd y sudario se mencionan como un ejemplo de un gasto muy importante y noble, y al declarar viduy maaser, el agricultor afirma que no profanó la santidad de maaser shení ni siquiera con fines nobles.
El Ramban luego procede a mencionar y explicar la opinión de rabí Akiva, según lo citado por el Sifrei. El rabino Akiva comenta que las palabras “lo natati”, sin la palabra “lemet”, significan que uno no intercambia los productos de maaser shení por otros alimentos. Como enseña la apertura de Mishná en Masejet Maaser Shení, aunque uno puede transferir el estado sagrado de su maaser shení al dinero y luego usar el dinero para comprar alimentos, uno no puede cambiar el producto de maaser shení directamente por otro alimento. Según rabí Akiva, este es el significado de la frase “lo natati” en este versículo: que el agricultor afirma no haberle dado su producto maaser shení a alguien a cambio de la comida de esa persona. Rabí Akiva no explica cómo entiende la palabra “lemet”, pero el Ramban afirma que Akiva vio esta palabra como vinculada a la cláusula inicial de este versículo. – “lo ajalti veoni mimenu”, en el que uno profesa no haber comido maaser shení en estado de duelo, inmediatamente después del fallecimiento de un miembro de la familia. Según el rabino Akiva, la frase completa es “lo ajalti veoni lemet mimenu”, que especifica una condición de dolor por la muerte de un ser querido, pero la palabra “lemet” por alguna razón aparece más adelante en el versículo. Y así, realmente no hay una frase “lo natati mimenu lemet”, ya que la palabra “lemet” es en realidad la conclusión del segmento anterior del versículo, que habla de un estado de duelo después del fallecimiento de un miembro de la familia.
Bicurim
Parashat Ki Tavó comienza presentando la obligación de Bicurim, que requiere que un agricultor traiga los primeros frutos de su huerto que maduran al Beit Hamikdash, donde debe dar el fruto al cohen y hacer una declaración especial reconociendo que Dios nos ha dado la tierra de Israel. Las Mishnayot en Masejet Bicurim describen la fanfarria inusual que acompañó la procesión de personas que se dirigían a Yerushalaim con sus Bicurim. Los granjeros recibieron un honor y una distinción especiales, ya que varios grupos de dignatarios se apresuraron a saludarlos cuando entraban a Yerushalaim, y todos los artesanos de la ciudad dejarían de trabajar cuando la procesión pasara para darles una cálida bienvenida. (Bicurim 3: 3).
Rav Yerahmiel Israel Yitzhak de Alexander, en Yismaj Israel, vio en este saludo especial a los granjeros una expresión del inmenso valor y valor de cada mitzvá que una persona realiza. Los dignatarios y artesanos de Yerushalaim dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mostrar respeto a los granjeros simples, que no hicieron nada más que designar una pequeña cantidad de su cosecha como Bicurim, y luego llevarlos a Yerushalaim. Estos no eran eruditos, distinguidas figuras de liderazgo o filántropos adinerados que hicieron una generosa contribución al Bet Hamikdash. Hicieron algo bastante simple e excepcional, y es precisamente por eso, explica el Rebe de Alejandría, que se les dio tal honor y distinción. Esto se hizo para mostrarles a todos, y a todos nosotros, que incluso un acto mitzvá aparentemente “simple” es precioso, que cada pequeño acto de bondad es digno de respeto y honor.
Rav Elimélej Biderman sugiere aplicar este concepto para dar forma a nuestra perspectiva sobre el proceso anual de introspección y arrepentimiento que experimentamos en el período de Elul a través de Rosh Hashaná y Yom Kipur. Es fácil ver este proceso cínicamente, a la luz de nuestras experiencias previas que no parecen haber arrojado resultados visiblemente significativos. Año tras año, recitamos las mismas oraciones especiales y escuchamos o leemos sobre la necesidad de arrepentimiento y cambio, pero muchos de nosotros no vemos ningún cambio en nosotros mismos. El Rebe de Alejandro aquí nos insta a nunca subestimar el valor y la importancia del más mínimo esfuerzo invertido en el servicio de Dios, y esto incluye el esfuerzo invertido en la elevada empresa de superación personal. Si somos sinceros en nuestro intento de crecer y mejorar, entonces hemos hecho algo precioso y valioso. Si bien, por supuesto, debemos esforzarnos genuinamente por realizar cambios significativos que perduren por el resto de nuestras vidas, y nunca sentirnos completamente a gusto con nuestra posición actual, también debemos reconocer el valor de los esfuerzos que no nos conducen directamente a nuestras metas. El proceso es en sí mismo precioso, incluso cuando está plagado de contratiempos y decepciones. Por lo tanto, no debemos menospreciar ningún esfuerzo que hayamos hecho en el pasado o que estemos haciendo en el presente, porque cada pequeño paso que damos es inmensamente significativo…
Nuestro impulso por la excelencia no debe limitarse a los períodos tranquilos
El Rebe de Sighet nos enseña a evitar la tendencia que a menudo tenemos de descartar nuestras ambiciones religiosas en los momentos difíciles. Si bien, por supuesto, debemos ser realistas al establecer nuestras metas y tener en cuenta los límites impuestos por nuestras circunstancias, no debemos resignarnos a la mediocridad frente a las dificultades. Nuestro impulso por la excelencia no debe limitarse a los períodos tranquilos, pacíficos y sencillos de la vida, de los cuales, como todos sabemos, experimentamos muy pocos. La vida casi siempre planteará desafíos de un tipo u otro, y se espera que nos esforcemos ambiciosamente por lograr lo máximo que podamos en las circunstancias que enfrentamos actualmente, en lugar de utilizar nuestros desafíos como una excusa para la mediocridad y el bajo rendimiento. Nuestras expectativas y demandas de nosotros mismos ciertamente deben ser realistas, pero honestamente, teniendo en cuenta las realidades de nuestras circunstancias sin excusarnos de la lucha por lograr lo mejor de nuestras capacidades.
El Monte Grizim y el Monte Eival
Leímos en Parashat Ki-Tavó sobre la ceremonia formal que Benei Israel debía llevar a cabo en el Monte Grizim y el Monte Eival después de cruzar el río Jordán hacia la Tierra de Israel. Los Levitas debían interponerse entre las dos montañas y luego pronunciar una serie de bendiciones sobre aquellas personas que evitan ciertas transgresiones, seguidas de una serie correspondiente de maldiciones sobre aquellos que violan esas transgresiones (Rashí a 27:12, basado en Sota 32a)
Una de estas maldiciones fue: “Maldito el que golpea a su prójimo en secreto” (27:24), que parece referirse al asalto físico. Sin embargo, Rashí, basado en Targum Yonatán ben Uziel y Pirkei Derabí Eliezer (53), interpreta este versículo como una referencia a lashón hará, difundiendo información negativa sobre el compañero.
A primera vista, esta explicación del versículo interpreta la palabra “maké” –golpear- en sentido figurado, no se refiere al asalto real, sino a la imposición indirecta de daño a través de la difusión de información poco halagadora sobre una persona. Uno daña a su compañero “en secreto” al hablar en privado sobre esa persona a otras personas, propagando así la hostilidad hacia ese individuo.
Sin embargo, Rav Yaakov Mecklenberg, en su Haketav Vehakabala, explica esta interpretación de manera diferente, sugiriendo que se basa en un significado alternativo de la palabra “maké”. Esta palabra, demuestra Rav Mecklenberg, puede significar no solo “golpea”, pero también “marchitarse” o “declinar”. Cita como ejemplo el versículo en Tehilim (106: 43) que cuenta cómo el pueblo de Israel “se marchitó” en la iniquidad: “vayamoku baavonam”. También podría señalar las varias instancias al final de Sefer Vayikra (por ejemplo, 25:35) donde la raíz m.j. se usa en referencia a la ruina financiera. En cualquier caso, según Rav Mecklenberg, el versículo aquí en parashat Ki Tavó que habla de “make reehu” se refiere a alguien que causa vergüenza y ruina social a su amigo al difundir información negativa sobre él.
Rav Mecklenberg procede luego a proponer varias explicaciones intrigantes para la palabra “basater” (“en secreto”) en este versículo. Una explicación que sugiere es que este versículo sirve como la fuente bíblica de lo que Jaza”l llamó “avak lashón hará”, lashón hará cuasi o indirecta. Esta expresión se refiere al discurso que no revela directamente información negativa sobre un individuo, pero está claramente destinado a proyectar a esa persona, o algo sobre el carácter o conducta de esa persona, bajo una luz negativa. Rav Mecklenberg sugiere que Jaza”l derivó esta prohibición de la maldición pronunciada contra alguien que calumnia a su prójimo “en secreto”, lo que podría entenderse como “inexplicablemente”.
Este versículo condena a alguien que siembra desprecio y hostilidad hacia otra persona “en secreto”, sin hablar directamente sobre su carácter negativo o conducta inapropiada. Cada vez que hacemos que a las personas no les guste o menosprecian a alguien, incluso a través de insinuaciones vagas, somos culpables de “make reehu”, de aplastar y arruinar a esa persona. Por lo tanto, Jaza”l determinó que debemos evitar no solo lashón hará – discurso explícito y negativo sobre los demás – sino incluso avak lashón hará – negatividad “secreta” y sutil, hablando sobre las personas de una manera que claramente aliente al oyente a no gustar o faltarles el respeto.
Yvendrán sobre ti todas estas bendiciones
Leemos la descripción Moshé de las bendiciones que Dios promete otorgar a Am Israel si cumplen con sus mandamientos. Moshé presenta esta descripción proclamando que si la gente obedece las leyes de la Torá, entonces “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de .A. tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.” (28: 2). Varios comentaristas abordaron la cuestión de cómo explicar la palabra “vehisiguja” (“y te alcanzará”) en este versículo, lo que implica que estas bendiciones deben “perseguir” a la nación como si la gente buscara evitarles.
Sforno explica que Dios promete que las personas recibirán las bendiciones descritas en esta sección sin siquiera tratar de obtenerlas. Si la nación se compromete fielmente con el estudio y la observancia de la Torá, disfrutará de la prosperidad incluso sin hacer un esfuerzo para lograrla. Esto, sugiere Sforno, es el significado de “vehisiguja”: que las bendiciones llegarán a las personas a pesar de que no hagan ningún esfuerzo por recibirlas.
En una línea similar, Shimshón Raphael Hirsch explica que este término se refiere a la observación de Benei Israel de los mandamientos de Dios por un sincero deseo de servirle, y no como un medio de obtener prosperidad material. Rav Hirsch escribe: “Las bendiciones de la prosperidad y la prosperidad vienen por sí mismas, vienen a ti sin que las hayas buscado, te alcanzan, no las alcanzas, no forman la meta a la que apuntaban tus acciones y abstenerse de hacer. Y solo porque eso no era lo que buscabas, porque todo lo que querías hacer y lograr era cumplir la Voluntad de tu Dios en la tierra, no tenías otro objetivo a la vista que cumplir con tu deber hacia Dios, las bendiciones de Dios persiguen usted para ayudar y promover sus esfuerzos que no son más que cumplir los propósitos de Dios en la tierra”.
El término “vehisiguja”, según Rav Hirsch, da la razón por la cual Benei Israel será digno de estas bendiciones, porque no hicieron de la riqueza material y la comodidad su objetivo final, ya que su único objetivo era vivir en el servicio dedicado de Dios.
Rav Moshe Jaim Efraím de Sidlikov, en Deguel Majané Efraím, ofrece una interpretación perspicaz de la palabra “vehisiguja”. Explica que, en ocasiones, “huimos” de las bendiciones, porque no las reconocemos como bendiciones. Ocasionalmente sucede que se nos presentan oportunidades preciosas, pero las ignoramos o incluso las rechazamos, ya que las vemos erróneamente como amenazas en lugar de oportunidades. Muchas de las posibilidades que tenemos ante nosotros se nos presentan como maldiciones, en lugar de bendiciones, por lo que nos alejamos de ellas con miedo o desinterés, y no aprovechamos estas oportunidades. La bendición final, enseña el Rebe de Sidlikov, es cuando recibimos incluso las bendiciones que al principio no reconocemos como bendiciones, que “nos alcanzan” y nos alcanzan a pesar de nuestros temores equivocados y el rechazo de estas bendiciones.
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