“Los miembros del gobierno se olvidaron de lo que es el bien común”
Dialogamos con Daniel Filc, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Ben Gurión del Neguev, acerca de la situación política en Israel, el coronavirus y la probabilidad de tener que “cerrar” el país nuevamente ante el aumento de casos en vísperas de las Altas Fiestas.
“Es una de las paradojas tragicómicas”, comenzó Filc. “Desde el punto de vista de la salud, Israel tuvo en los dos primeros meses una situación excelente, pues fue uno de los países con la menor tasa de mortalidad por Covid, que es el único elemento que permite cierta comparación internacional, porque el número de enfermos depende mucho del número de tests que se hacen, por lo cual la única forma de comparar de un modo fehaciente es el número de muertos por millón de habitantes”.
“En ese sentido cabe destacar la situación excelente del sistema de salud que, pese a que había llegado muy hambreado después de varios años de políticas neoliberales, había respondido muy bien” dijo Filc, quien agregó que “la política económica que se siguió fue muy mala, pues en lugar de adoptar modelos como el noruego o el alemán, en los que se subsidió a los empleadores para conservar a los trabajadores en sus empleos y donde se dieron apoyos significativos a los cuentapropistas y a las pequeñas empresas; Israel adoptó un sistema de austeridad, si bien la economía, desde el punto vista los indicadores macroeconómicos, llegaba a la pandemia en una situación excelente, con un porcentaje de deuda muy bajo, reservas muy altas en dólares, inflación baja y prácticamente pleno empleo”.
Una muy mala política económica llevó a una situación de mucha presión para reabrir las actividades, lo cual generó un rebrote, por lo que el salto en el número de enfermos fue muy significativo. “En este momento estamos en alrededor de tres mil enfermos nuevos por día, para una población de nueve millones habitantes; y los profesionales de la salud en los hospitales empiezan a decir que la situación está sobrepasada”. El hospital Barzilai, por ejemplo, en la zona de Ashkelón, en la unidad de Covid 19 está en un 170% de ocupación y también en Rambam, en el Norte sobrepasa el 100%.
Entonces, “debido a la mala política económica se dio la paradoja de que un gabinete, que había sido constituido para enfrentar la pandemia, terminó siendo un gobierno completamente paralizado, donde cada uno de sus miembros se olvidó de lo que es el bien común”; “cada persona, continúa, se fija en sus intereses. Al Primer Ministro lo que le preocupa es que no tenga lugar el juicio por corrupción; al principal partido de oposición en el gobierno, Azul y Blanco, lo que le importa es obtener cargos honoríficos para sus ministros, y a los representantes de los partidos ultra ortodoxos, lo que les importa es que si hay cuarentena no sea sólo para ellos; lo que ha llevado a una parálisis prácticamente total. Yo doy una imagen un poco médica: Cuando hay un paro cardíaco es porque se produce una fibrilación ventricular que quiere decir que cada célula del corazón late por su cuenta, y entonces no puede empujar sangre. Esto es lo que pasa en este momento en el gobierno, cada ministro, cada departamento gubernamental late sin coordinación”.
Aparentemente hoy a las 5 se reúne el gabinete gubernamental después de cinco semanas. Solo se reunía el llamado gabinete Covid, pero en la mayor parte de las reuniones lo que hizo fue aplazar las decisiones; nombraron a un coordinador del tema y la mayor parte de las propuestas que hizo, fueron rechazadas, tanto por el Likud como por los políticos ultraortodoxos, y se llega con una situación en la que lo más probable es que para las próximas fiestas haya que hacer una cuarentena total. La magnitud del rebrote se debe a la rápida apertura del sistema escolar, a la autorización de casamientos con cientos de personas y a la apertura de las sinagogas también con decenas de personas.
Con relación a lo que podría pasar con la política israelí, si realmente se decide hacer un cierre total, dado que ninguna de las coaliciones de gobierno se puede sostener si, por ejemplo, los partidos ultraortodoxos decidieran quitar el apoyo, el profesor Filc manifestó que “en forma paradójica, para los partidos ultraortodoxos es más fácil aceptar un cierre total que aceptarlo solo en sus ciudades, a pesar de que en ellas los porcentajes de contagio son más altos. Entonces el gobierno se transformaría en uno de transición hasta las elecciones, que serían dentro de los tres meses”. Hay comentaristas políticos que consideran que el Likud, el partido de Netanyahu, a lo que apunta es a disolver la coalición gubernamental e ir a elecciones en diciembre.
Es difícil saber qué va a pasar en este sentido, pero lo que es claro es que más de dos tercios de la población considera que el manejo de la pandemia ha sido muy mal hecho, pero esto todavía no se traduce en el voto. En la última encuesta, hecha hace unos días por el canal 13 de televisión, el Likud, si bien había caído, todavía tenía 31 diputados y seguía siendo por lejos el partido más grande; el segundo era el partido más a la derecha del Likud, que se llama justamente A la Derecha, que obtenía 19 mandatos con lo cual llegarían juntos a 50 que, más los votos de los dos partidos ultraortodoxos, le darían a una coalición de derecha una mayoría de 64 mandatos, con lo cual podría formar cómodamente gobierno: Yo creo que viendo estas encuestas, y quizás con la idea de que en la medida en que la situación siga empeorando el apoyo al Likud baje, se puede explicar por qué el Likud estaría interesado en adelantar las elecciones”, concluyó el profesor Daniel Filc.
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