Bielorrusia, Lukashenko y Putin

Tras la elección de Lukashenko para el sexto mandato consecutivo para presidente de Bielorrusia, las fuerzas opositoras han expresado que se produjo un fraude masivo y se vienen manifestando en las calles de las principales ciudades de ese país de Europa oriental. El régimen se ha endurecido con las detenciones de las figuras más destacadas del amplio abanico opositor, respaldado internacionalmente por el presidente Vladímir Putin, de Rusia.

¿Nueva frontera de la guerra de posicionamientos en Europa oriental? Desde la anexión de Crimea en 2014 y el conflicto armado en el Este de Ucrania desde entonces, se ha intensificado la confrontación entre los países de la Unión Europea y la OTAN, con la Federación Rusa y sus aliados, como Bielorrusia.

Este mes, bajo el paraguas de ejercicios militares conjuntos, se han desplegado tropas rusas en territorio de Bielorrusia, una situación que se irá extendiendo en grado creciente con el envío de nuevos efectivos. Simultáneamente, Lukashenko ha establecido el cierre de las fronteras de Bielorrusia con Lituania y Polonia, dos países cuyos gobiernos y medios de comunicación son enfáticamente críticos. Esta medida obedece a la situación política interna de Bielorrusia y no a la crisis sanitaria del Covid-19, ya que hasta ahora las fronteras estaban abiertas.

Es claro que Vladímir Putin apuesta no sólo a mantener a Lukashenko en el poder, sino en asimilar e integrar a Bielorrusia a la Federación Rusa en el mediano plazo. La creciente dependencia de Lukashenko recuerda a la posición frágil e insostenible del presidente ucraniano Viktor Ianukovich en 2014, firme aliado de Putin, y que fue destituido por el parlamento en ese año, desatando la represalia de la Federación Rusa con la anexión de Crimea.

En nombre de la solidaridad paneslava y de la singularidad rusa, se retorna a la antigua rivalidad de siglos, que se remonta a la profundidad de los tiempos medievales, entre dos proyectos políticos, sociales y culturales muy diferentes, en un mundo cada vez más interconectado por las comunicaciones. Una frontera fría que se está tornando cada vez más caliente.

Por Ricardo Lopez Gottig.

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