Los sargentos de las SS hablan 75 años después de la guerra: “No sentía nada por los judíos que mataba”
Era 1926. Aquel verano, en la ciudad de Weimar hacía su primera aparición el Escuadrón de Seguridad, la nueva formación nazi que pronto se daría a conocer como las SS. Con sus uniformes de color negro azabache y ribetes plateados, conformaban una unidad que con el paso de los años y el inicio de la Segunda Guerra Mundial sembraría el terror por todos los territorios conquistados por el Tercer Reich.
Así como en el ejército alemán había gente que podía no simpatizar con la ideología de Adolf Hitler, las SS constituían un cuerpo fiel incapaz de desvincularse del nacionalsocialismo. Respondían directamente ante el oficial Heinrich Himmler y buscaban a jóvenes alemanes dispuestos a sacrificar sus vidas por Alemania.
Para ser parte del cuerpo, debían medir un mínimo de 1,70 metros y tener menos de 23 años. Asimismo, para certificar su sangre aria, estaban obligados a entregar sus detalles genealógicos a partir del siglo XVIII. Una organización tan hermética y disuelta tras el final de la guerra, tan solo puede entenderse por aquellos que fueron parte de ella. Han pasado 75 años desde que cayó la Alemania nazi y los miembros de las SS que aún siguen con vida son muy escasos. Por ello, DMAX estrena en España este 22 de septiembre un documental producido en 2017 que narra la historia de la organización paramilitar a través de la veintena de sargentos que aún quedan con vida.
Dentro de la SS muestra el paso del tiempo, el envejecimiento y un presente de quienes en el pasado realizaron todo tipo de crímenes. Algunos se sienten arrepentidos por lo que hicieron; otros, todavía defienden la anacrónica idea de la xenofobia nacionalsocialista.
De esta forma, las imágenes de archivo del documental vienen acompañadas de entrevistas inéditas de los protagonistas, quienes a su avanzada edad se sientan frente a la cámara para hablar públicamente de su periplo en la SS. Tal y como se pregunta el narrador, “¿estaban locos, eran criminales o personas normales?”.
“Solo pensaba en apuntar bien”
Para cuando Egon Kuhn tenía la capacidad de generar recuerdos, los nazis ya estaban allí. Solo conocía la hostilidad hacia las razas que no fueran alemanas y desde que cursaba primaria, los nacionalsocialistas se acercaban a los niños para repartir dulces con forma de esvástica. Él era uno de esos niños. No dudó en afiliarse a las SS en cuanto tuvo ocasión. Décadas más tarde, tal y como señala el alemán a cámara, ya no está de acuerdo con aquella ideología que una vez pregonó.
Ekkehard Guhr, por su parte, es un pastor protestante. Se incorporó a la organización en una época en la que muchos jóvenes alemanes buscaban triunfar social y amorosamente. El uniforme dotaba de prestigio a aquellos que lo vestían. Su división en concreto, realizó todo tipo de atrocidades. “Tienes que hacer lo que te dicen, no estás ahí para pensar”, argumenta. Esas eran las órdenes que Guhr debía cumplir siempre.
Así, se suceden testimonios de otros miembros de las SS, como lo fueron Manfred Diener o Hans Friedrich. Este último, se dedicaba a fusilar a judíos después de que hubieran cavado su propio hoyo. “No sentía nada por los civiles judíos que ejecutaba”, confiesa tras la pregunta de la reportera. Él solo pensaba en “apuntar bien”. Ahora, se arrepiente y admite que estaba equivocado en culpar a una religión de los males de Alemania.
No obstante, no todos buscan el perdón. Herbert Von Mildenburg en ningún momento pide perdón por sus actos. Es más, insiste en que “los judíos siguen siendo el enemigo”. Guarda en casa, con orgullo, todo tipo de insignias y símbolos del Tercer Reich. Unos símbolos anclados en un tiempo pasado cuyos miembros poco a poco desaparecerán hasta que solo quede el recuerdo de sus palabras.
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