Iom Kipur y un llamado a volver a la solidaridad
Este domingo 27 al atardecer comienza el día más sagrado del calendario judío, se trata del llamado “Día del Perdón” o Iom Kipur. Finaliza casi 26 horas después, el lunes 28 al anochecer. En realidad no se trata de un solo día, lo preceden muchos días previos de preparación.
El Iom Kipur recuerda el día que Moisés consiguió el Perdón Divino tras 40 días de ayunos y ruegos. Se trata de un día dedicado por entero a la vida espiritual en la sinagoga, a la plegaria intensiva, a la meditación y a la recordación de los fallecidos. Este año deberemos festejarlos en soledad debido a la pandemia que nos acosa.
¿Cuál es el secreto de la supervivencia de una festividad judía como el Iom Kipur (Día del Perdón), durante casi tres mil años? Trataremos de dar algunas hipótesis sobre su vigencia en épocas tan distintas y en geografías tan disímiles.
Todo feligrés sabe cuál es el ritual del Día del Perdón, conoce cuál es el desarrollo que es similar al del año anterior e igual ve siente la necesidad de repetirlo cada año. ¿Cuál es el misterio de esta celebración que pudo perdurar más de dos milenios? Quizás resida en que es una conmemoración dedicada a formular las grandes preguntas de la existencia humana en el universo. El judío sabe que ese día lo recordaron las generaciones pasadas, y que de él depende que lo hagan las generaciones futuras.
Por un día en el año, los seres humanos y los ángeles son iguales. Profetas y poetas, músicos y pintores, creyentes y agnósticos han quedado prendados de su magia, reflejando en su arte parte de las sensaciones por las que atravesaron ese día. ¿Cuál es su origen? ¿Cuál es su significado? ¿Cómo es posible que plegarias y oraciones que datan de más de dos milenios de antigüedad, escritas en contextos tan diferentes, puedan conmover al hombre moderno? Nos anticipamos al decir que, en gran medida, interpretan al alma humana, prácticamente inalterable en el tiempo. De allí su vigencia. Parafraseando a Enrich Heine, se podría decir que el hombre se saca el traje de perro que le impone la sociedad para vestirse por un día con el ropaje de los príncipes.
Emmanuel Lévinas, siguiendo a los profetas de Israel, muestra que la tragedia del hombre no procede de sus limitaciones y de la inexorabilidad de la muerte; sino que la hallamos en la injusticia que producimos o en la indiferencia ante el dolor de los demás. Por lo tanto es un momento para pensar en el “otro”, en el necesitado. La palabra utilizada en hebreo para referirse a la dádiva o la caridad es Tzedaká; que literalmente significa Justicia, dado que de eso se trata cuando ayudamos a quien lo necesita. En síntesis, es un Día de Reparación.
Nos preguntábamos acerca de la vigencia de esta festividad durante casi tres milenios. La respuesta está, quizá, en que interpreta el sentimiento solidario de deseo de un mundo mejor, gobernado por la ética y el amor al prójimo. Aun cuando las tecnologías avancen en su desaforada carrera, estos deseos perdurarán a lo largo de los siglos.
La expresión “¡Jatima tova!”, con la que la comunidad judía se saluda en el Día del Perdón, significa “¡Buena firma!”. Simboliza el deseo de que el prójimo sea refrendado por el Señor con una rúbrica afirmativa en el Libro de la Vida,
* El autor es Mario Cohen, presidente del CIDISEF
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