Voluntariado de AMIA: Vínculos que nacieron a través del teléfono y que esperan el encuentro cara a cara
Desde que comenzó la pandemia, el área de Voluntariado de AMIA canalizó el interés de muchas personas que sintieron la necesidad de ayudar. “A través de diferentes proyectos que reforzamos o que lanzamos, se conformó una gran red de apoyo que sigue conectando, asistiendo y conteniendo a personas que se encuentran aisladas pero que saben que no están solas”, asegura la coordinadora del sector Eliana Epelbaum.
Uno de los programas que más interacciones genera es “Lebaker”, una iniciativa que funciona desde hace muchos años en AMIA y que fue reconvertida cuando se decretó la cuarentena. “La compañía que se brindaba a personas mayores de manera presencial pasó a darse de manera telefónica. En esta nueva versión del proyecto, nos propusimos acompañar a socios de AMIA y adultos mayores que forman parte de los diferentes programas sociales de la institución, con el objetivo de crear nuevos lazos a pesar de la distancia”, explica Eliana.
El contacto telefónico sostenido en el tiempo permitió la creación de nuevos vínculos. Desde el área de Voluntariado de AMIA indicaron que las conversaciones se convirtieron en verdaderos puentes que facilitó la expresión de emociones y la posibilidad de brindar confianza, sinceridad y una cálida compañía.
“Se trata de un vínculo cuya base es el interés mutuo por nuestras vidas y experiencias”, sostiene la voluntaria Nurit Weksler, quien en esta cuarentena conoció a Luis y Paulina, “dos personas muy amorosas” con las que construyó un vínculo muy “honesto y afectuoso”.
“Para mí es un placer escucharlos y construir juntos este intercambio de sentimientos y perspectivas. Espero al finalizar esta situación, poder conocerlos personalmente, abrazo de por medio, leer algún cuento escrito por Paulina o encontrarme con ella en la sede de AMIA, y compartir alguna de las tantas actividades que realiza”, anhela Nurit.
María Sol Escandarani también tiene pendiente un encuentro con la persona a quien llama desde el 28 de abril.
“Después de varias conversaciones telefónicas con Arnoldo, hicimos una videollamada por WhatsApp para presentarnos las familias. Conocí a su mujer Clara, y él conoció a mi marido y a mis hijos.
Ahora nos seguimos comunicando 2 ó 3 veces por semana para saber cómo está y conversar de distintos temas”, comenta María Sol. “Espero pronto poder encontrarnos personalmente, compartir el cafecito pendiente y darnos un fuerte abrazo”.
Los testimonios que el área de Voluntariado de AMIA está recopilando sobre esta experiencia coinciden en la necesidad de las personas de encontrarse cara a cara cuando la emergencia sanitaria llegue a su fin. También concuerdan en decir cómo la tarea voluntaria trajo gratificaciones no esperadas.
“Pensaba que al hacer estos llamados yo les ofrecía mi compañía a ellos, y resultó que ellos me llenan de hermosos sentimientos y emociones a mí”, resume la voluntaria Karina Fada. “Ojalá sigamos construyendo siempre puentes de amor y unión más allá de los distintos escenarios que la vida nos presente”, confía Karina.
Sobre la tarea voluntaria
En momentos de tanta incertidumbre y preocupaciones, provocar una sonrisa al otro lado del teléfono es la mayor recompensa que persiguen los voluntarios que se ocupan de mantener conversaciones que a muchas personas les cambia positivamente el día.
Para realizar las llamadas, los voluntarios cuentan con el asesoramiento del Departamento de Programas Sociales de AMIA. Su equipo profesional luego recibe el relevamiento de necesidades y pedidos que se registraron en cada contacto, para poder brindar las respuestas y soluciones adecuadas.
Las personas interesadas en sumarse como voluntarios pueden contactarse por mail a [email protected].
Por DF/RJ
Fuente: AMIA
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