El tiempo se acaba para un Brexit suave
Por Ezequiel Naidich
En el mes de septiembre, Boris Johnson, el Primer Ministro británico, afirmó que si no había un acuerdo sobre la relación post-brexit entre Londres y Bruselas para el 15 de octubre aceptaría el resultado del Brexit sin acuerdo. Hemos llegado a la fecha y, efectivamente, no hay acuerdo aún.
En estos momentos, los líderes europeos están en una cumbre de dos días donde se abordarán varios temas como el cambio climático, la relación con África, la posición frente a Turquía en el Mediterráneo y frente a Rusia por el caso del envenenamiento de Navalny. Pero en lo concerniente a nuestro tema, la cumbre empieza con discusiones sobre el futuro del Brexit. Se ha dado a conocer desde ayer la intención de darle un mensaje de ultimátum al Reino Unido: o hacen realidad sus amenazas o dejar de imponer falsas fechas limites y esforzarse en las negociaciones.
Hay tres grandes cuestiones donde las posturas de las partes aún se encuentran muy alejadas. El primer punto central es el nivelamiento del campo de juego, es decir, garantizar que las regulaciones británicas para el medio ambiente, laborales y de subsidio estatal no difieran demasiado de las europeas, pues eso podría hacer más competitivas al Reino Unido que a la Unión Europea. Londres busca tener un acuerdo de libre comercio con Bruselas, como lo tienen otros países, pudiendo decidir sobre sus propias regulaciones. Pero dados los gigantes lazos comerciales hay mucho en juego para la Unión.
Otro punto central es la definición de provisiones de gobernanza que faciliten soluciones en futuras disputas entre el Reino Unido y los países miembros de la Unión Europea. Uno de los temas aquí es cuál será el rol de la Corte Europea de Justicia, que solía dirimir los conflictos de Londres con los otros miembros antes del Brexit.
Por último, y aunque parezca anecdótico, uno de los puntos espinosos de las negociaciones son los derechos de pesca para empresas europeas, especialmente francesas, en aguas inglesas. El presidente francés Emmanuel Macron ha puesto la defensa de los pesqueros como una prioridad, pues sufrirían una importante perdida de cuotas de pesca a causa de una decisión del pueblo inglés.
Este conflicto nos lleva a un aspecto muy importante de estas negociaciones, y es la dinámica interna de la Unión Europea. Bruselas funciona a partir de la relación franco-alemana, países que han comenzado el proceso de integración regional y que son, más ahora que no están los británicos, los dos países más importantes de la Unión. Francia y Alemania tienen visiones muy diferentes del futuro deseado del Brexit, relacionados con las ambiciones de sus líderes.
Angela Merkel anunció en 2018 el fin de su carrera como canciller. Llevando actualmente 15 años en el poder ejecutivo alemán, afirmó que no se candidatearía en las elecciones de octubre del año que viene. Por lo tanto, la líder alemana está preocupada por el legado que deja en la política de su país, así como en la Unión Europea, de la cual es uno de los principales referentes. Ella busca avanzar en el fortalecimiento de las instituciones europeas y en la lucha contra el cambio climático, posicionando a Europa en el liderazgo internacional. Sin embargo, una crisis económica causada por un Brexit duro, sin acuerdo, sumada a la actual crisis post-pandemia, dificultaría y emborronaría su proyecto.
Emmanuel Macron, en cambio, apuesta a la reelección en los comicios del 2022, donde se enfrentará, probablemente, a la líder de la derecha nacionalista Marine Le Pen. La candidata euroescéptica ha prometido la organización de un referéndum sobre la membresía francesa en la Unión Europea. Los escenarios del Brexit duro, o con un acuerdo más favorable para Bruselas que para Londres, sirven a la campaña europeísta de Macron, mostrando lo costosa y dificultosa que es la propuesta de su opositora. La fuerte defensa de los pesqueros franceses, por supuesto, también tiene consideraciones electorales.
Las negociaciones hoy están empantanadas. En medio de esta dinámica entre Francia y Alemania, tres tópicos han quedado irresueltos y el tiempo se agota. Si para el 31 de diciembre un acuerdo no está en vigor, automáticamente el Reino Unido abandonará en la forma dura la Unión Europea, con graves consecuencias económicas para ambos. Pero como los parlamentos tardan en ratificar los acuerdos, es necesario que ambas partes resuelvan estos temas para finales de octubre o principios de noviembre.
SP/RJ
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