Noaj: El Arca de Noé en el siglo XXI
Una de las historias Bíblicas más famosas es, sin duda, la de Noé y el Diluvio1. No voy a recontar aquí la historia tan conocida por todos y tan fácilmente accesible. Lo que sí me interesa explorar son algunas enseñanzas prácticas aplicables a nuestra vida cotidiana hoy en día, ya que la Torá viene a ser no solo un libro de historia, sino un libro de enseñanza de vida para todos, siempre y en todas partes.
Uno de los grandes padecimientos de la vida moderna es el estrés. Las preocupaciones de la vida cotidiana atentan contra nuestra tranquilidad y paz interior. Luchamos tanto para sobrevivir que no tenemos tiempo ni fuerza para vivir.
Esta condición humana es representada por el diluvio, que amenaza con destruir la vida humana óptima.
¿Cómo podemos hacer para defendernos contra esta amenaza incesante?
Entrar al “arca”.
Para poder sobrevivir al diluvio, D-os le mandó a Noé a entrar a la Teivá, el arca. El Baal Shem Tov explica que la palabra Teivá, “arca”, también quiere decir “palabra”. La orden de “entrar a la Teivá” implica, entonces, tanto “entrar al arca” como “entrar a la palabra”, refiriéndose a las palabras de Torá y Tefilá.
Cada palabra de la Torá tiene su aspecto externo como también su aspecto interno. La traducción literal de la palabra vendría a ser como el “cuerpo” de la palabra, mientras que el contenido viene a ser como el alma de la palabra.
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Para poder reforzar la flotabilidad del alma y neutralizar el lastre del cuerpo, hace falta conectarse con la dimensión espiritual de la existencia, “entrar a la palabra” y conectarse con su aspecto interior, más allá de su apariencia externa y superficial.
Una vez que uno se conecta con la dimensión interior, adquiere el poder de manejar las cosas con otra solvencia; en lugar de amenazas ve desafíos y oportunidades de crecimiento.
Este es, de hecho, uno de los objetivos de las plegarias matutinas: recargar la fuerza espiritual cada mañana antes de entrar a enfrentar las “aguas turbulentas” de la vida cotidiana.
Salir del Arca
Al terminar el diluvio, D-os le manda a Noé a salir de la Teivá, a salir del arca. La pregunta es, ¿por qué tuvo que mandarlo a salir? ¿No sería natural que al terminar el diluvio Noé saliera solo, sin necesidad de ordenársele?
Siguiendo la interpretación de la palabra “Teivá” como “palabra”, se puede entender. Cuando uno entra al mundo espiritual de las palabras de la Torá y de la plegaria, puede llegar a un punto de elevación espiritual tal que pierda sus ganas de bajar a “ensuciarse” con el mundo material. Ahí debe recordarse de la segunda orden Divina, que la finalidad de la existencia no es escudarse en la Torre de Marfil del estudio de Torá, sino salir a conquistar el mundo e imbuirlo, activar su potencial y sensibilidad Divina.
Una Lección de Historia
Según la narración Bíblica2, “En el sexto siglo de la vida de Noé… se abrieron todas las fuentes del gran abismo y las ventanas del cielo. Y llovió sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches”. El Zohar, libro fundacional de la mística judía atribuido al sabio Rabí Shimón bar Iojai3, ve en este dato un vaticinio que describe la época en la cual vivimos actualmente.
“En el sexto siglo del sexto milenio se abrirán los portones de la sabiduría superna como también los manantiales de la sabiduría terrenal, preparando así al mundo para ser elevado en el séptimo milenio.”
El sexto siglo del sexto milenio corresponde al año 5.500 de nuestro calendario, que coincide con el año 1740 del calendario común. Hay dos acontecimientos significativos que ocurrieron en esa época: 1) la revelación del jasidismo por medio del Baal Shem Tov; 2) la revolución industrial. Ambos acontecimientos representan una aceleración sin precedente en los avances y difusión del conocimiento tanto terrenal como espiritual. Coinciden perfectamente con la referencia al “diluvio” de sabiduría celestial como también de la sabiduría terrenal.
¿Qué Nos Enseña Esto?
Según la cosmovisión tradicional judía, el objetivo final de la creación del mundo es lograr una realidad en la cual cada ser esté sensible y sintonizado con su esencia y propósito Divinos, cosa que llevará a una armonía a todo nivel, tanto personal como también comunitaria, nacional e internacional. Como lo expresara el profeta Isaías4: “Y convertirán sus espadas en arados, y sus lanzas en ganchos de poda; Una nación no levantará la espada contra otra y no enseñarán más la guerra.”
Para poder lograr semejante realidad hacen falta dos cosas, educación y comunicación. Y una cosa facilita a la otra. Cuanto más sofisticados y ubicuos los medios de comunicación, tanto más acceso hay a la información. Internet ha abierto la posibilidad de acceso a todos en todas partes a prácticamente toda la sabiduría que está al alcance del hombre.
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Las noticias del mundo se difunden instantáneamente. Hoy ya no es tan difícil imaginar cómo una sola persona podrá afectar a toda la humanidad. Si bien hace no tanto la idea de Mashíaj, un ser humano que llevará a toda la humanidad hacia la paz y la armonía, parecía una fantasía o algo de fe, hoy se ve como una posibilidad cada vez más real. El diluvio de sabiduría tanto de índole terrenal (tecnológica) como de la sabiduría Divina (el Jasidismo) están preparando al mundo en ese sentido. (“¿Por qué justo ahora?” es un tema para otra oportunidad.)
¿Entonces qué?
La conclusión práctica de esta visión es que al concientizarnos que estamos en medio de un proceso de desarrollo espiritual humano que está acercándonos cada vez más a la realidad vaticinada en las profecías Bíblicas milenarias, nos sirve para fortificar la fe en las mismas y reorganizar nuestras prioridades para que tomemos parte más activa en esta transformación histórica, empezando por una mayor educación personal con respecto al tema.
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