El atentado de Niza y el enfrentamiento Macron-Erdogan
Este jueves comenzó de una manera muy trágica. Hace unas horas, un terrorista islámico ingresó a la basílica de Notre Dame en la ciudad de Niza, en el sur de Francia, y asesinó a tres personas. La primera víctima, una mujer anciana y un guardia, fue decapitada. Varios más fueron heridos en el ataque que terminó con el arresto del terrorista al grito repetido de “Allahu Akbar” o Dios es grande.
Poco más tarde, en la ciudad de Aviñón, también al sur del país, un hombre armado con una pistola amenazó a peatones en la calle antes de ser disparado y matado por la policía. En la ciudad de Jeddah, en Arabia Saudita, otro hombre acuchilló a un guardia del consulado francés, hiriéndolo. En la ciudad de Sartrouville, al norte de París, la policía arrestó a un joven que se dirigía a una iglesia con un cuchillo con intención de “hacer como en Niza”, luego de que su padre advirtiese a las autoridades. En Lyon, otro joven afgano fue arrestado tras intentar subir a un tranvía con un cuchillo.
¿Qué es lo que está pasando? Francia elevó la alerta de emergencia al máximo nivel ante una seguidilla de atentados que recuerda a los años 2015 y 2016 disparados por el atentado contra Charlie Hebdo. En esta ocasión, también hay una relación con las caricaturas. A finales de septiembre, un pakistaní intentó atentar contra las oficinas de Charlie Hebdo en París hiriendo a 4 personas, pero equivocándose de edificio.
El 16 de octubre fue decapitado Samuel Paty, un docente que había mostrado las caricaturas en una clase sobre libertad de expresión.
Todos estos eventos nos traen a dos temas de fondo. Por un lado, la relación entre el gobierno francés y el mundo islámico está atravesando una importante crisis luego de un discurso del presidente Macron, a principios del mes, donde anunciaba un paquete de medidas para combatir al “separatismo islámico”.
Según el mandatario, el fracaso francés en incluir a los inmigrantes a la sociedad ha generado un orden paralelo manchado de radicalismo e influencia extranjera. Estas medidas, que se presentarán en diciembre, buscan retomar el control de la educación religiosa, otorgando financiamiento público a cambio de respeto por los valores de la república y obligando a los imanes, líderes religiosos, a ser certificados en Francia y no en otros países.
Este plan tiene en vistas las elecciones presidenciales de 2022, donde su principal contrincante de derecha nacionalista, Marine Le Pen, probablemente utilice el radicalismo islámico como eje de la campaña. Pero este discurso, junto a declaraciones del presidente luego del asesinato de Samuel Paty reafirmando la defensa de la libertad de expresión, ha sido tomado por varios países musulmanes como un ataque contra todo el islam.
El segundo tema es Turquía. Recep Tayyip Erdogan fue quien más aprovechó los dichos de Macron. El presidente turco trabaja constantemente para posicionarse como líder del mundo islámico, lo que le ha llevado a enfrentarse a los países del Golfo, pero también a Francia. Ankara y París se encuentran en bandos opuestos en Libia, el Mar Mediterráneo Oriental y la guerra entre Armenia y Azerbaiyán.
Erdogan incitó protestas a lo largo de Turquía, pero también de otros países, en contra del presidente francés. A su vez, ha instado a su población a dejar de comprar productos franceses y ha acusado a Macron de tener problemas mentales.
La incitación que Erdogan, junto a otros líderes populistas musulmanes como el primer ministro pakistaní, Imran Khan, ha sido un factor fundamental para esta nueva oleada de violencia, que probablemente continúe en los próximos días. Intentando adoptar la más contundente respuesta a Francia para mostrarse como el defensor del profeta Mahoma han propiciado el ambiente de odio y el caldo de cultivo para los atentados terroristas.
Aunque hoy condene el atentado, fueron sus palabras las que lo causaron.
SP/RJ
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