Ganadores y perdedores en Nagorno Karabaj
Por Ezequiel Naidich*
En la noche del 9 de noviembre el Primer Ministro armenio, Nikol Pashinián, anunció la capitulación armenia a las demandas azeríes. Poco después, Pashinián y Aliyev, el presidente de Azerbaiyán, firmaron un cese al fuego de nueve puntos mediado por Vladimir Putín, el presidente ruso.
Luego de 6 semanas de hostilidades, el ruido de balas y bombardeos deja de oírse en la región de Nagorno Karabaj. El 27 de septiembre Azerbaiyán había atacado la región de mayoría armenia, que legalmente le pertenece, pero esta era ocupada por Armenia desde hace 30 años. Apoyados por Turquía, quien les proporcionó armamento avanzado, aviones y drones, Azerbaiyán logró imponerse por sobre los armenios, logrando conquistar Shusha, la segunda ciudad más importante de Nagorno Karabaj. Luego de esta derrota se hizo evidente que, de no llegar a un acuerdo de paz, todo el control armenio de la región colapsaría.
El acuerdo firmado es bastante corto. En primero lugar es un cese al fuego. Luego, Armenia deberá retirarse en las próximas semanas de las regiones de mayoría azerí de Aghdam, Lachin y Kelbajar que había ocupado en 1991 con intención de cambiarlas por paz en un futuro, aunque no mostró en estas tres décadas que esas intenciones fuesen a materializarse. El siguiente punto sería la creación de un corredor en la región de Lachin que uniría a Armenia con Nagorno Karabaj, o al menos con lo que aún permanece bajo control armenio.
El punto más relevante, y que ya se ha implementado, es el despliegue de una misión de paz compuesta por 2000 militares rusos que garantizarán la seguridad de los armenios en Nagorno Karabaj y el corredor de Lachin. Si bien al comienzo del conflicto parecía que Rusia había sido superada por Turquía en el manejo de la crisis, ahora logró obtener un éxito diplomático. No solo fue Putin quien medió en el cese al fuego, sino que se convirtió en la única fuerza extranjera en poner las botas en la región. De esta forma, ambos países (Armenia especialmente) dependen más de Moscú.
Además de Azerbaiyán, que es el claro ganador con esta resolución, Turquía se beneficiará ampliamente de uno de los mayores premios de Azerbaiyán. El acuerdo obliga a Armenia a garantizar un corredor entre Azerbaiyán y la región azerí de Najcheván que durante décadas estuvieron separadas por el territorio armenio. Este corredor facilitará la llegada turca al Mar Caspio y al Asia Central.
Debe recalcarse también que ha quedado evidente que la influencia turca en la región se extiende con paso fuerte. Ni la victoria, ni la ofensiva azerí habrían sido posibles sin la asistencia de Ankara, y la participación de este país en el conflicto ha sido la mayor preocupación para varios países, incluido Francia.
Sin contar a Armenia, la gran perdedora ha sido Europa. Entre la crisis del coronavirus y las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la Unión Europea no estuvo demasiado atenta a la Guerra de Nagorno Karabaj. E incluso cuando se quiso forjar una posición común, empujada por Francia y Chipre, el requerimiento de unanimidad para la formación de política exterior europea neutralizó la posibilidad de una acción de este gran poder. Es particularmente perjudicial para la Unión Europea que este acuerdo haya redibujado las fronteras entre las partes. Bruselas fue incapaz de evitar que la fuerza haya sido utilizada con el objetivo de resolver conflictos fronterizos, lo cual socava aún más la influencia de Europa como un poder regional y global.
En estos momentos, protestas sacuden Yereván, la capital armenia, y Nikol Pashinián corre el riesgo de perder su cargo ante las acusaciones de traición. No cabe duda de que si el Primer Ministro no hubiese capitulado (que de hecho fue en acuerdo con el líder de la República de Artsaj en Nagorno Karabaj), los azeríes habrían logrado expulsarlos completamente de la región. No es lo que estarían pensando los manifestantes.
Si bien las hostilidades han finalizado, y no es esperable que este cese al fuego sea roto por ninguna parte, la implementación de todos los puntos del acuerdo será un gran desafío. Este acuerdo puede ser de rápida confección, pero no necesariamente estable, y es posible que Rusia requiera la asistencia de organizaciones internacionales para efectivizar su ejecución. La retirada armenia de las regiones azeríes implicará el desmantelamiento de asentamientos, lo cual enfrentará importantes resistencias. También es dudoso si Rusia podrá garantizar realmente la seguridad de ambas poblaciones, ahora en un contacto más estrecho, y el regreso de los refugiados a sus casas.
Quedará por verse si Armenia logra establecer el corredor entre Azerbaiyán y Najcheván al que se comprometió. Y, por último, se dejó de lado el tema más sensible: el futuro legal de la región de Nagorno Karabaj.
*Ezequiel Naidich es estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Torcuato di Tella.
SP/RJ
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