Parashat Vaietzé: ¿Necesitas los zapatos del otro?
Yaacov se había escapado de su casa por temor a que su hermano Esav lo matara,, tras haberlo engañado quitándole la primogenitura y la bendición del padre.
En el camino se hace de noche, se queda dormido y sueña con una escalera que llega hasta el cielo, con ángeles que suben y bajan a través de ella. Al despertar llama ese lugar “Bet-El” (casa de D’s) y hace un altar.
Yaacov llega a Jarán y se enamora de Rajel, por quien debe trabajar 7 años para tomarla por esposa. El día del matrimonio, su suegro Labán lo engaña y le da a Leah por esposa. Leah era la hija mayor y le correspondía casarse primera.
Labán le ofrece a Yaacov trabajar otros 7 años para tomar a Rajel. Finalmente Yaacov trabaja otros 7 años para casarse con la mujer que ama.
De lo hijos de Yaacov con Rajel y Leah (y sus 2 sirvientas Bila y Zilpa) descenderán las 12 tribus de Israel.
Parshanut y Musar – Nuestro aprendizaje
Yaacov había engañado a su hermano Esav por la primogenitura, y ahora es engañado por su suegro Labán que le da por esposa a Leah, la primogénita.
El tema del engaño está muy presente en la vida de Yaacov; quizás es parte de los desafíos y aprendizajes que deberá adquirir en su vida.
Nuestros sabios plantean que la experiencia con Labán le permitió a Yaacov comprender el alcance de sus acciones en el pasado con su hermano Esav. Recién ahí entiende el dolor de su hermano.
Pero, ¿Acaso Yaacov necesitaba vivir en carne propia un engaño para entender el daño que le había causado a Esav? ¿Cuántas veces nosotros mismos no somos capaces de entender a otros hasta no estar en su lugar?
El Pirkei Avot 2:4 (Tratado de principios) dice: “No juzgues a tu prójimo hasta no estar en su lugar”.
Y como es prácticamente imposible estar exactamente en el lugar del otro (aun viviendo situaciones similares) debemos esforzarnos por empatizar y acoger.
La empatía no siempre es algo natural. Nos cuesta imaginarnos el sufrimiento del otro cuando no lo hemos vivido, y eso a veces nos transforma en personas insensibles, apáticas.
Esta Parashá nos invita a desarrollar nuestra empatía, a ser capaces de ponernos en los zapatos del otro sin necesidad de entenderlos o estar en la misma situación.
Del Hebreo a tu mesa
Los invitamos a conversar en familia alrededor de la mesa de Shabat:
Discutamos entre todos: ¿Por qué a veces nos cuesta ser empáticos? ¿En qué situaciones nos resulta más difícil y por qué? ¿Qué podría haber hecho diferente Yaacov para evitarse a sí mismo y a su hermano tanto dolor?
Para los adolescentes: ¿Sientes que tus papás no te entienden porque no han vivido lo que vives tú? Ayuda a los demás a empatizar contigo, no te cierres y trata de explicar lo que sientes y lo que estás viviendo.
Para padres: Intentemos empatizar con las emociones de nuestros hijos, aun cuando ellos viven experiencias muy diferentes a las que vivimos nosotros de chicos. Tratemos de ponernos en su lugar aunque sea de manera imaginaria. Busquemos vías de comunicación que nos permitan entendernos y validarnos.
Fuente: Instituto Hebreo Chaim Weizmann
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