El milagro económico de David Ben Gurion
Mañana, 1° de diciembre, se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de David Ben Gurion, quien murió en 1973 a los 87 años. Fue el arquitecto de la organización del moderno yshuv y un aclamado fundador del Estado de Israel, una figura profundamente apasionada y descollante.
Durante su vida pública Ben Gurion planteó una serie de cuestiones políticas, sociales y de valores en Israel que tienen vigencia hasta el día de hoy, de ahí la relevancia de su obra. Era un hombre fascinante, muchos lo adoraban, se identificaban con su visión de un estadista audaz e íntegro. Otros lo odiaban por ser un político enérgico, partidista y duro en sus convicciones, dueño de una compleja personalidad llena de contrastes y contradicciones.
Entre sus innumerables logros como gobernante emerje su relevante dirección en el llamado milagro económico israelí. A partir de la creación del Estado de Israel, la realidad económica del país era sumamente difícil. En los dos primeros años se duplicó la población israelí que pasó de 650.000 a 1.4 millones personas, y hacia fines de la década del 50 el número creció a 2 millones.
A diferencia de las corrientes migratorias anteriores, el aumento de la población no traía consigo grandes aportes, era débil y pobre. En su gran mayoría llegaban los sobrevivientes de la Shoá y los refugiados de los países árabes que huían de sus países de origen sin ningún capital financiero. También el capital humano era pobre: los sobrevivientes del Holocausto pasaron los años de la guerra luchando por la supervivencia, por lo tanto no pudieron desarrollarse profesionalmente ni adquirir una educación. Algunos de los inmigrantes de los países árabes, especialmente los de procedencia yemenita, traían una menor educación que en el pasado.
Duplicar la población en dos años es un gran desafío para cualquier país, y más aún para un país joven recién nacido. Para Israel era imprescindible absorber las enormes olas migratorias, para poblar el territorio, construir y desarrollar una infraestructura, y fortalecer sus ejércitos, entre las numerosas y urgentes necesidades.
Aunque el yshuv, previa a la independecia, logró construir una infraestructura básica y sólida, no era suficiente ni estaba preparada para absorber semejante ola inmigratoria. Israel, no solo no tenía una estructura para albergar a los inmigrantes, sino que también carecía de los sistemas educativos o de salud necesarios, y peor aún, ni siquiera había suficiente comida para todos. Para satisfacer la alimentación de la nueva población la tuvo que importar, y para alojar a los inmigrantes, se crearon refugios de emergencia.
En el plano económico, desde la creación, Israel sufría de una escasez crónica de divisas y de un enorme saldo negativo comercial debido al aumento de las importaciones sobre las exportaciones. El volumen de las importaciones del PBI era del 25%, mientras que el volumen de las exportaciones era del 3,5%, una brecha de más del 20% en la balanza de pagos del Estado que colocó al país al borde del colapso. Un ejemplo de la dramática situación la dan las reservas de divisas del Banco de Israel que en esos años ascendían a $ 11.000 y no alcanzaban a cubrir las importaciones de alimentos.
La situación era tan complicada que el joven gobierno se vio obligado a adoptar una política de austeridad: limitar el consumo de alimentos para que hubiera suficiente comida para todos. El plan de austeridad llamado ‘Tzena’ logró que la gente no muera de hambre, se logró distribuir lo poco que había, sin él, no hubieran sobrevivido.
Sin embargo, la política de austeridad no duró más de un año. Con el tiempo, comenzó a desarrollarse un mercado negro, la moral se degradó y el resentimiento de la gente aumentó. Ben-Gurion entendió que así no se podía continuar, llamó a Levi Eshkol, un político experimentado como ministro de finanzas. Israel estaba ante una grave situación: se encontraba con ‘déficits gemelos’: déficit en la balanza de pagos, debido al superávit de importaciones sobre exportaciones, y un déficit presupuestario, debido a las inversiones que no eran suficientes y de un escaso capital extranjero para financiarlos. Como resultado de la situación el desempleo llegó al 11%.
El sentido de la emergencia dio lugar al Plan de Estabilización Económica de 1952-1953. El objetivo era equilibrar los déficits gemelos, el gobierno determinó una depreciasión del tipo de cambio, un control sobre las exportaciones, se impusieron severas restricciones a las importaciones para el que se estableció un intrincado sistema de distintos tipos de cambio. Además se hicieron recortes masivos en todas las áreas: en el presupuesto de defensa, se impusieron restricciones al alcance de la inmigración, y se cargaron fuertes impuestos a la población local, entre otras duras medidas.
El Plan desató tormentas internas en diferentes frentes del gobierno, pero logró equilibrar parcialmente los déficits gemelos. Sin embargo, el costo político y social del plan era insoportable, Ben-Gurion entendió que si no se ejecutaba este durísimo plan era seguro el final del proyecto sionista, por el que tomó una de las decisiones políticas más difíciles de su vida que permitió el rescate de la economía israelí: el Acuerdo de Reparaciones con Alemania.
La firma del acuerdo de reparación fue el paso más importante en la historia de la economía israelí: de inmediato se eliminó el cuello de botella que impedía el desarrollo de la economía y se eliminó la falta de capital para financiar el enorme impulso a la inversión que Israel necesitaba. Si bien el país seguía manteniendo un déficit en su balanza de pagos, ahora tenía como financiarlo, ya que los pagos de Alemania, tanto al Estado como la compensación personal para los sobrevivientes de la Shoá permitían un aumento del capital personal y del consumo privado.
La economía se dinamizó: los fuertes impuestos a la población local, la nacionalización del mercado de capitales, y algunos préstamos extranjeros, fueron soluciones creativas en el campo de la recaudación. El estado entró en un boom de inversión, desde 1952 hasta 1966, Israel entró en un período continuo de crecimiento al 11% anual, con un crecimiento per cápita del 5%. Una vez que hubo suficiente financiación exterior, se encendieron los motores del crecimiento del nuevo Estado. Se realizó una gran inversión en infraestructura para lograr el crecimiento masivo.
Pero el principal motor del crecimiento fue la absorción de las enormes olas de inmigración. Para lograr esto, Israel realizó un gran esfuerzo en absorber la aliá y mejorar su capital humano mediante el establecimiento de un sistema educativo, que incluía un sistema de educación superior para el desarrollo de la tecnología e intentar paliar la brecha significativa de la sociedad israelí. En esos años, el Ministro de Industria y Finanzas, Pinjas Sapir, seducía a los inversores judíos del exterior, los persuadía a venir a Israel y desarrollar plantas industriales, especialmente textiles. La gestión, la inversión y el empleo centralizados fueron otra de las razones principales del éxito de Israel en la primera década de su existencia.
Con una tasa de crecimiento anual promedio de alrededor del 11% durante casi 20 años, una tasa de inversión del PBI del 25% al 45%, hicieron que el país que se transformara y comience a ser un país del primer mundo. Es impensada tamaña revolución económica sin el liderazgo de David Ben Gurion.
En 1966, cuando era un joven estudiante en Israel, viajé con un grupo de compañeros al Neguev. Al llegar al kibutz Sde Boker fuimos a visitar al anciano líder quien vivía allí desde su retiro político. Al llegar a su modesto hogar lo encontramos envuelto en sus libros, nos comentó que estudiaba la Biblia, que hacía yoga, con fervor nos habló de su desierto, del Neguev, y con afecto me preguntó sobre la educación y por los judíos de la Argentina. Dialogar con Ben Gurion fue como estar frente a un patriarca, un profeta, que creó un Estado para todos los judíos.
*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.
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