Docentes alemanes alzan la voz contra el islam radical en las escuelas
No se puede enseñar geografía porque en los mapas aparece el Estado de Israel, tampoco se abordan temas como el Holocausto o la educación sexual. Después de que un profesor en Francia fuera asesinado por haber mostrado a sus alumnos caricaturas de Mahoma, los educadores alemanes ya no están dispuestos a permanecer en silencio y revelan una realidad aterradora: los estudiantes amenazan a los docentes, justifican la violencia contra las mujeres y operan una “policía de la moral” en las aulas.
Unos días después de que el profesor francés Samuel Paty fuera asesinado en un suburbio de París por haber mostrado a sus estudiantes caricaturas del profeta Mahoma como parte de una lección de historia, las escuelas de toda Europa decidieron honrar su memoria con un minuto de silencio. Pero los maestros de varias escuelas de Berlín se sorprendieron al ver a decenas de alumnos negándose a homenajear al docente. Muchos estudiantes optaron por salir del aula o hacer ruido durante el minuto de silencio. “Obtuvo lo que se merecía después de insultar al islam”, dijo un estudiante a su maestro. Este profesor y otros decidieron por razones obvias permanecer en el anonimato para describir una realidad violenta, machista, antisemita y homofóbica en los colegios alemanes.
El caso de la decapitación de Paty abrió una “caja de Pandora” en Alemania. Muchos profesores empezaron a animarse a contar sobre el terrorismo islámico que ha ingresado a las escuelas del país europeo. No se trata de un terrorismo que ya se ha vuelto normal, como el que se lleva a cabo contra estudiantes israelíes y judíos en colegios secundarios donde la palabra “judío” se percibe como un insulto, sino de uno relacionado con la censura, ya que los profesores piensan dos veces antes de abordar ciertos temas en el aula.
“Ya no podemos enseñar geografía”, explicó uno de los profesores a la revista Focus. “En el atlas está Israel, y estos estudiantes aceptan aprender algo relacionado con ese país. Intentamos comprender y obtener explicaciones; se trata de niños de 13 años. No tienen explicaciones, simplemente replican lo que escuchan en sus hogares. Me rompe el corazón ver a niños de tan corta edad y con tanto odio en su interior”, agregó.
Cuando otro profesor invitó a una mujer policía a brindar una charla como parte de un proyecto en el aula, estos niños la abuchearon y no le permitieron hablar. El docente pidió explicaciones y uno de los alumnos dijo: “Es una mujer, y no tenemos nada que aprender de una mujer, sobre todo si además es policía”. Según las profesoras, la violencia de género es un asunto cotidiano en las escuelas, mientras que los psicólogos en los colegios con mayoría musulmana afirman que se producen graves daños psicológicos a las alumnas, y especialmente a los estudiantes homosexuales, que se ven obligados a mantener en secreto su condición sexual. “No hay un estatus social más bajo en una escuela con mayoría musulmana que ser gay. Incluso es mejor ser judío”, aseveró un educador.
Uno de los docentes contó que “cuando uno de los estudiantes fue invitado a la oficina del director después de golpear a otra niña en la escuela, argumentó en su defensa: “¿No es normal que un hombre golpee a una mujer?”. Y añadió que las adolescentes que no se cubren la cabeza suelen ser blanco de todo tipo de ofensas.
“Todos los valores que consideramos fundamentales para la sociedad occidental son tomados por nuestros estudiantes con aprensión, o bien se niegan a aprender y dialogar sobre ellos”, aseveró Tillman Kotenheinrich-Woodhkind, director de una escuela en el barrio de inmigrantes Neukoln, de Berlín, donde el 95% de los estudiantes provienen de entornos árabes, bosnios o turcos. Por ejemplo, dijo, “cuando planeamos una clase o un taller sobre sexualidad, los padres del 80% de los alumnos llaman para informar que sus hijos están enfermos”.
“La mayoría de estos niños quieren que se les respete su identidad de inmigrantes, el hecho de que son musulmanes”, explicó el imán Ender Jettin, de la Academia Germano-Musulmana, quien, junto con un rabino local, lleva a cabo encuentros con el fin de “reunirse para respetar”. El objetivo de estos eventos es unir religiones y reducir el miedo derivado de la falta de conocimiento del otro. “A veces gritan su deseo de ser reconocidos y valorados porque simplemente no tienen otra forma de decirlo.
Saben que si expresan o hacen algo extremo les prestarán atención”, sostuvo.
Amenazas de muerte en las escuelas primarias
La semana pasada, una maestra de escuela primaria en el barrio de Spandau, de Berlín, informó a sus alumnos que todos los padres debían asistir a una reunión de padres y maestros, y que aquellos que no asistieran, tendrían que lidiar con las consecuencias. Un estudiante musulmán de 11 años se puso de pie y amenazó a la maestra. “Si algo les sucede a mis padres porque no vienen, te haré lo que le hicieron al profesor de París”, manifestó. Unos días después, en conversaciones con un consejero pedagógico y psicólogo de la escuela, se supo que el mismo estudiante había justificado el asesinato de Paty, alegando que era correcto matar a quien insultó al profeta. Sus dichos dejaron estupefactos a sus compañeros de clase. La madre del alumno fue citada para conversar con la directora, y durante el encuentro afirmó que no tenía dudas de que era responsabilidad del colegio, ya que en su casa no se hablaba de esa manera.
“Definitivamente, tendremos que averiguar qué está sucediendo y qué tipo de conversaciones se están llevando a cabo en nuestras escuelas”, dijo la directora Karina Yanisha. “Tenemos que revisar con quién se juntan y qué información consume para entender cómo es capaz de decir cosas tan horribles y qué podemos hacer al respecto. No tenemos ningún interés en convertir a un niño de 11 años en un criminal”, añadió.
Pero horas después de que fuera citada en la prensa como responsable del papel de la escuela en la naturaleza violenta del estudiante, cinco escuelas diferentes de la ciudad emitieron avisos de que se habían hecho amenazas de muerte directas e indirectas en sus colegios tras el asesinato de Samuel Paty. En un caso, el director de una escuela escribió que un alumno de primer grado le dijo en árabe que debía morir. Ninguno de los cinco directores se sorprendió realmente por el incidente, pero todos agradecieron la decisión de la escuela de contar la historia. “El tema del islam político es tabú en Alemania, nadie puede hablar de ello, porque al que aborda el asunto, inmediatamente se lo califica de racista”, manifestó el director Henrik Nietzsche a Der Tagesspiegel.
“Pero el asesinato de Paty fue la gota que rebalsó el vaso. Tenemos que hablar de esto. Hay un ambiente de terrorismo en muchas escuelas en Alemania. No lo aprenden aquí, sino de sus padres o del Corán después de la escuela. De esta manera simplemente no se puede continuar”.
Anja Karliczek, ministra de Educación e Investigación de Alemania, también advirtió sobre los efectos del islam en el sistema educativo del país. “Debemos mantener nuestros valores, y al mismo tiempo debemos brindar asistencia a nuestros docentes. Hay casos, y ya no son aislados, en los que los maestros prefieren no enseñar temas sensibles”, señaló. Karliczek, una de los portavoces prominentes del gobierno alemán sobre el tema del antisemitismo, realizó estas declaraciones después de que varios maestros en escuelas con una mayoría de musulmanes indios no llevaran libros de texto sobre el Holocausto a las aulas. “Alguna vez nos preocupamos por la negación del Holocausto en Alemania”, sostuvo uno de los maestros esta semana, “pero en nuestras escuelas habrá muchos estudiantes que ni siquiera sabrán que sucedió”. Otros profesores informan de un ambiente de amenazas verbales y físicas en cualquier caso que estos alumnos sospechen que el profesor realizó una crítica contra el islam. Se han oído cánticos a favor del presidente turco Erdogan, y en las últimas semanas algunos estudiantes se han negado a estudiar cada vez que se mencionaba la palabra “Francia” en las aulas.
Los docentes tienen un libro completo editado por la Autoridad Educativa de Berlín que intenta enseñar sobre el islam; sobre las costumbres y las festividades de esta religión. En el libro se pide, además, no hacer alarde de la superioridad moral de las libertades occidentales. Este año, se espera que se incorporen a las escuelas unos 200 trabajadores sociales. “Pero esta es una política de rendición”, indicó uno de los profesores. “Si seguimos así y buscamos lo que está mal solo en nosotros, nos convertiremos en Francia”, agregó.
Otro profesora expresó: “Durante décadas nos hemos desentendido de un fenómeno del que somos conscientes: que somos tolerantes con la intolerancia. Hemos cerrado los ojos, nos hemos mordido los labios. Solo nosotros somos los culpables por borrar nuestros valores. Teníamos miedo de lo que nos podrían decir. Durante años hemos dejado que todos los ‘otros’ -niñas y judíos- se quedaran en las aulas durante el receso. Sabíamos lo que les podía pasar, y nos quedábamos callados. Los valientes que intentaron arreglar el problema o protestar, abandonaron. Estamos hablando de décadas de rendición ante sectores enteros de la sociedad que son antidemocráticos y antioccidentales”.
“Hemos cerrado los ojos; hemos fracasado”
Birgit es maestra de alemán e historia en Hereford, Gran Bretaña. Durante los últimos seis años ha sido la figura más abierta en la lucha contra el islam radical en las aulas. “A medida que se ha incrementado la amenaza contra aquellos que han decidido hablar y enseñar sobre ciertos temas, he decidido abordar estos asuntos en clase con mayor entusiasmo, incluso más allá de las instrucciones que tenemos al respecto. Son lecciones que deben generar conciencia y promover la democracia”, dijo en una entrevista con Focus. “Los estudiantes musulmanes crecen en hogares donde existe una cultura de miedo, tabú. En el sistema educativo alemán debemos tener un espacio seguro donde se puedan expresar opiniones que normalmente no se pueden expresar”, agregó.
“Es bueno que este tema haya surgido nuevamente”, dijo Ebel. “Las reacciones al asesinato de Paty han sido horribles. Ha habido señales de alegría y justificación por el crimen, y los directores de escuela se han mantenido en silencio porque no querían que sus escuelas parecieran problemáticas. Pero ahora estamos pagando por la negligencia y por haber mirado para otro lado durante 20 años. Muchas maestras me dicen que cierran los ojos e imaginan que todo esto no está pasando”, añadió.
Durante años, muchos estudiantes de entre 12 y 13 años se refirieron a ella como una “puta” cuando vestía una falda demasiado corta para su gusto. Hoy en día, muchos alumnos salen del aula en medio de la clase para orar. La maestra sostuvo que hay muchos jóvenes que les cuentan a sus padres sobre la “falta de recato” de mujeres y sobre personas que no ayunan durante el Ramadán. “El mayor potencial de radicalización está en la juventud”, expresó. Y agregó: “Nuestro trabajo es cuidar a la sociedad y cuidar a ellos de ellos mismos, y en eso hemos fallado”.
“Durante años, el sistema educativo alemán no ha abordado el asunto, con la esperanza de que los profesores detuvieran el extremismo religioso y la radicalización, pero ya no. El sistema educativo alemán empieza a comprender que debe participar activamente en el tema, como en los asuntos relacionados con el antisemitismo y el racismo. Las autoridades también deben acabar con el paradigma de que todo aquel que advierte sobre la violencia de un sector determinado de la sociedad es un racista o un antimusulmán. Eso paraliza”, concluyó.
Por DF/RJ
Con información de YNET.
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