Parashat Vaieshev :A mis hermanos estoy buscando
Posiblemente el tema principal del libro de Bereshit sea el proyecto fraternidad entre hermanos. Desde Caín y Abel al principio del libro, hasta la historia fraternal más compleja de todas, la de Iosef y sus hermanos que comienza en nuestra parashá. Vaieshev es el punto más bajo del intento de unión y responsabilidad mutua entre hermanos.
Iosef vanidoso y pedante, hermoso e inteligente, se hace odiar por todos, con razón, revelando sus sueños de grandeza. Su padre, en lugar de intentar poner límites como requería la situación, agrava las cosas prefiriéndolo de manera explícita e inconcebible.
Lo más increíble del caso, es que inmediatamente después de que la parashá nos muestra esta foto nefasta de las relaciones fraternales, todos los hermanos menos Iosef, van a pastorear el ganado a la ciudad de Shjem y Yaakov le pide a Iosef que vaya a verificar desde Hebrón a Schjem (casi 80 Km. de distancia), que sucede con sus hijos y con el ganado. (Gen. 37:13-14). ¿Que se le habrá ocurrido a Yaakov? ¿Llega su falta de sensibilidad o de lectura de la realidad a tal grado, que es capaz de poner a su hijo preferido en situación de peligro de muerte? Por parte de Iosef, que ya no era un niño también podríamos preguntarnos el motivo de la aceptación de la misión. ¿No entendía él, con su prodigiosa inteligencia, el peligro que habría al cumplir la directiva del padre? No sólo eso, la directiva específica era ir a la ciudad de Schjem. Iosef lo hace y a su llegada, los hermanos ya no se encontraban allí. Iosef tranquilamente podría haber vuelto a su Hebron con el objetivo cumplido literalmente. Pero no lo hace. En Schjem se encuentra con un hombre. La Torá nos relata: «Y andando él errante por el campo halló un hombre y le preguntó aquél hombre diciendo: ¿Qué estas buscando? Y contestó: ‘A mis hermanos estoy buscando; ruégote me digas donde están apacentando’» (Gen. 37, 15-16). ¿Tendrá esta reacción de Iosef que ver con algún tipo de comienzo de arrepentimiento de su conducta vanidosa? Iosef no estaba obligado a acentuar en su pregunta a un hombre desconocido, que justamente eran los hermanos los buscados.
Pero sin embargo resalta que es a ellos, sus hermanos, por quien está yendo. La misión continua hacia la ciudad de Dotan y allí sucede el episodio que comenzará la etapa del exilio egipcio.
Volvamos a la idea inicial de Yaakov de mandar a Iosef a Shjem. Creo que esta extraña iniciativa, contesta varios de los interrogantes que suceden hasta el final del libro y quedan sin respuestas. El más significativo de todos es, porque Iosef luego de llegar a ser el vice-faraón de Egipto no intenta contactar a su padre o corroborar por lo menos si sigue con vida. En el momento que se reencuentra con sus hermanos, Iosef toma conciencia de la misión divina que le fue encomendada, salvar a su familia del hambre y ser el nexo de lo que ya se le había avisado a su abuelo Abraham: Existiría un largo exilio en Egipto antes de poseer la tierra de Canaán. Pero durante largos años, Iosef vivió en medio de los avatares que le tocaron en Egipto, con una incógnita existencial de tremenda significación: ¿Con qué objetivo su padre lo había mandado a Schjem?
¿Había sido sólo un error de sensibilidad en la apreciación de la realidad o estaba todo planificado de antemano? ¿Había llegado a la conclusión su padre que la única manera de terminar con los sueños de grandeza de Iosef era entregarlo a sus hermanos y que estos dispongan lo que les parezca con su destino? Con el tiempo, las dudas que llenaron a Iosef a raíz de ese pedido incomprensible, convirtieron a Yaakov, en su imaginación en el ideólogo de la trampa. Los años terapéuticos que transcurrieron en Egipto, convirtieron a Iosef de un narcisista a un servidor del prójimo y sólo en ese momento también pudo corroborar que su padre era un humano con serios errores, que ya venían heredados de familia y que sufrió tanto o más que él la separación forzada.
La fraternidad entre hermanos parecería un objetivo simple e incluso obvio. El libro de Bereshit, no lo ve para nada de esa manera. La fraternidad, entrelazada con los errores parentales, es un proyecto a realizarse que requiere de esfuerzo y buena voluntad de todas las partes y sobre todo la toma de conciencia de que el hermano/a es el primer ejemplo del otro, cuya existencia se reafirma al renunciar a los sueños narcisistas.
Rab. Dr. Ari Bursztein
Decano de Asuntos académicos
Seminario Rabínico Latinoamericano
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