“Tu Bishvat tiene un mensaje judío íntimo y uno ecológico universal”
Esta noche, pasado el dolor del recuerdo del Día Internacional del Holocausto, tendremos la oportunidad de volver a celebrar. Estará comenzando Tu Bishvat, el año nuevo de los árboles.
Para saber por qué celebramos esta fecha en el calendario hebreo, consultamos al rabino Carlos Tapiero.
“En el judaísmo, siempre establecemos oportunidades para celebrar”, comenzó entre risas. Y explicó que, así como Rosh Hashaná, el primer día de Tishrei, es la celebración de la humanidad, por qué no debería haber un día que celebrara esa vida vegetal que permite la existencia del género humano en este planeta.
Indicó que, de hecho, en el judaísmo existen cuatro comienzos de año y que, el de esta noche, Tu Bishvat, “el 15 del mes de Shvat” (Tu significa “15”), es el comienzo del fin del invierno en Israel, cuando los almendros se ponen en flor. Los otros dos “Rosh Hashaná”, son el 1 de Nisan, que es el principio de año que aparece en la Torá, que se utilizaba para contar los años de los reyes, y el 1 de Elul, correspondiente al diezmo de los animales.
Tu Bishvat es la manera de celebrar esta vida de frutos, la de “fructificar”, la que indica cómo debe ser nuestra postura en el planeta en que vivimos. Y allí aparecen dos mensajes importantes, señala Tapiero. Por un lado el del vínculo especifico, nacional, conmovedor, íntimo, entre el pueblo de Israel con su tierra de heredad, en el que se celebra el florecimiento de los almendros, como árbol símbolo, y por otro lado, un mensaje ecológico general, el de que debemos cuidar el Planeta, que es donde vivimos, y que en esa convivencia debemos aprender a “usar sin abusar”, ser capaces de revitalizar esa naturaleza que nos da la vida.
Israel es el país que más ha reforestado en el mundo, y donde siempre se encuentra una ocasión para plantar un árbol, y ante la pregunta acerca de cuál es la razón, el rabino respondió que Tu Bishvat es un día en el que todo el mundo en Israel se levanta para plantar, tal vez porque el Imperio Otomano, fue brutal en la utilización de los recursos en las zonas dominadas, que no dejaban nada en pie, tampoco árboles; y que, entonces cuando Israel se empieza a repoblar sistemáticamente, con un programa de vida, a través de la visión sionista, encuentran que el país estaba desolado, en sus recursos de bosques y zonas verdes y que esto pasó a ser una causa nacional del pueblo judío, y se intentó buscar la manera de restituir a Israel una tierra que vuelva a dar leche y miel, como lo decreta la Torá.
“Hubo que trabajar muy duro para ello, con una labor fenomenal del Keren Kayemet (KKL), este fondo nacional que replanta al Israel moderno y al del futuro incipiente, el que convierte a Israel en un emblema de lo que puede hacer un país, cuando el deseo de sus autoridades es el de mantener la vida verde”, explicó.
Señaló el rabino Tapiero que cuando el sionismo promovió enfáticamente la reforestación de la Tierra Prometida, no introdujo una idea nueva, que la vida natural de Israel es objeto de valoración del judaísmo, partiendo de la Torá misma, que enseña que, en el ingreso de la tierra de Israel, el pueblo judío deberá plantar árboles frutales, Vaikrá (Levítico) 19:23.
Y añadió una historia que está en el Tratado de Avot de Rabi Natán – que según él expresa, define esa relación de amor entre el pueblo de Israel y su tierra prometida:
“Rabi Iojanán ben Zakai solía decir: “Si tienes un retoño de un árbol en tus manos, y te anuncian que llega el Mesías, planta primero el retoño y después, sal a recibirlo”.
Con ello, Rabi Natán nos enseña -nos ilustra Tapiero- que, antes de ocuparnos por las decisiones divinas debemos asumir primero nuestras necesidades terrenales, que hay un vínculo celestial y terrenal entre el pueblo Israel y su tierra, que se sostiene en una relación concreta y real en la que reverdecemos nuestros bosques y respetamos la vida de la tierra de Israel, y que lo primero que debemos hacer es asumir esa responsabilidad, ejecutarla. Y para ello, agregó otro texto conmovedor, también de fuentes judías (Midrash Tanjuma sobre parashá kedoshim Lev 19:23):
El Santo Bendito Él dijo: “Aun si encuentras llena de alimentos la tierra de Israel, no dirán ‘descansaremos y no plantaremos’, dirán, ’seremos consecuentes con nuestras plantaciones, así como encontraron plantaciones hechas por otros, cuando ingresaron a la tierra de Israel´ plantarán ustedes también para vuestros hijos; no dirán ‘soy viejo, cuántos años viviré, por qué debo cansarme por otros si mañana moriré’. Por lo tanto, el hombre deberá continuar plantando y cuanto más encuentre, más deberá plantar, aun si se tratara de un anciano”.
Acerca de las costumbres de esta fiesta y de los alimentos que se consumen, el rabino Tapiero indicó que el consumo de frutos, en especial los secos, es central en Tu Bishvat, pero que esto se transformó en el tiempo. Los cabalistas que llegaron a Israel desde España y Portugal, en el siglo XVI, de la mano de Rav. Luria Ashkenazi, quien fuera un habitante de Safed, renovaron la celebración de esta fiesta, estableciendo un día para comer frutos de Israel, y que, así como hay un Seder de Pesaj, hay uno de Tu Bishvat, que incluye vino blanco y tinto, que representan el verano y el invierno respectivamente, y todo tipo de frutos. En el Seder que, se realiza actualmente, hay dátiles, aceitunas, uvas, cítricos, higos, manzanas peras y demás.
Respecto de su reflexión sobre ese año de pandemia, el rabino lo vinculó con Tu Bishvat. Lo hizo a través de otra historia que habla de nueces, basado en un versículo del Cantar de los Cantares que dice: “Al huerto de las nueces descendí”. Y explicó que, al igual que lo que sucede con las nueces, que si se sacara una de ellas del lugar en donde están apiladas, todas se caerían, así sucede con Israel y con el mundo; que si uno de sus miembros es golpeado, todos sufren. Y que, en este año, como todos sufrimos, pudimos entender el sufrimiento del otro y sucede a lo que a las nueces: Se saca una, todas se caen.
Y señala que Tu Bishvat nos presenta el desafío, con su espíritu de celebración de vida, a recuperar nuestras almas, por los que nos han dejado, y un segundo gran desafío, que es el de la restauración, de la reconstrucción, de la devolución del “verde” en nuestra existencia, que es el símbolo de la vida misma. Y opinó que este año celebraremos, por un lado, con el corazón pesado, pero también con la visión renovada de reverdecer el mundo, devolviéndole su esperanza, su alegría, su solidaridad, la comprensión de nuestra inter-responsabilidad, nuestra interdependencia y asumir el compromiso hacia todos los demás.
Para finalizar nos brindó su deseo: “Que la dulzura de estos frutos que consumiremos en esta fiesta, puedan ser el augurio de esperanza, de alegría de un futuro mejor para toda la humanidad, y que Di´s nos vincule a la naturaleza y a esa tierra maravillosa que nos volvió a dar leche y miel, gracias a tantos que no dijeron ‘ya estoy viejo’, y que plantaron para las demás generaciones”.
CL/RJ
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