“Estar al lado de Jorge Guinzburg fue una beca que me dio la vida”
El 3 de febrero de 1949 nacía Jorge Guinzburg, reconocido periodista judeo argentino, guionista, productor teatral, capocómico, conductor de radio y televisión y sobre todas las cosas, una gran persona. En el día en el cual él cumpliría 72 años, Radio Jai habló con el actor, director y clown Marcos “El Bicho” Gómez, para rendirle un homenaje y contar las mejores anécdotas.
“Empecé con Jorge haciendo teatro en el 2003 o 2004 en Carlos Paz. Él me convocó al teatro revista en Carlos Paz que el abrió nuevamente esa plaza en esa época en la que Carlos Paz venía bastante abajo, hablando de lo teatral. El me trajo una propuesta, me invitó a participar y a partir de ahí hicimos teatro, televisión, muchas cosas juntos y compartimos grandes momentos”.
Sin olvidarse de sus inicios, Gómez habló de las enseñanzas que le dejó Jorge: “Yo aprendí un montonazo al lado de él. Siempre digo que para mí, estar al lado de Jorge, fue una beca de la vida, porque mas allá de conocernos y entablar una hermosa amistad, era un tipo que te hacía crecer siempre, todo el tiempo. Te invitaba a participar, te daba alas para volar, te incentivaba. Yo empecé con él haciendo el personaje del Payaso mala onda y de a poco me fui ganando un lugar en los programas hasta que terminé casi co-conduciendo y también en el teatro yo tenía mis monólogos y mis sketches. El me invitó a que lo ayudara a dirigir, que sea asistente de dirección, participaba del libro. Fue muy intenso estar con él, fue un crecimiento enorme y yo lo tomo más de lo personal que de lo artístico. Él me dejó cosas maravillosas que te marcan en la vida”.
Si bien uno conoce al personaje que aparece frente a la televisión, desconoce cómo es a nivel laboral: “En el programa él veía que hacía chistes y yo le consultaba y él capaz me decía que ese chiste no estaba bien visto para la televisión. Pero él me decía qué si estaba convencido, que le de para adelante, que me apoyaba. Eso te demuestra una generosidad y también te creaba una responsabilidad enorme, porque cuando te dan tanta libertad, uno tiene que saber manejarla”, afirmó el bicho.
“Lo que recuerdo mucho del teatro es que nos tentábamos mucho en escena, pero con el público, no es que nos reíamos y dejábamos al publico afuera, al contrario. Como había momentos de improvisar, yo lo quería sorprender, pero al chiste que yo le hacía, el me hacía otro y así sucesivamente, era una manera de potenciarnos como dúo y la gente lo disfrutaba mucho. Nosotros nos reíamos porque nos sorprendíamos de los chistes que hacíamos. Pero él tenía la generosidad enorme de siempre dejarme el último chiste a mí, yo sabiendo que él tenía para rematar. Era una manera de jugar que a él le gustaba y me lo agradecía, poder divertirnos en el escenario, pasarla bien. Lo mismo pasaba a la mañana en los programas. Yo de tanto trabajar con él ya le conocía el humor y todas esas historias y a lo mejor él venía de mal humor y yo le hinchaba los huevos y lo cambiaba. Cuando él tenía una nota muy fuerte me guiñaba un ojo para que yo entrara y metiera un chiste, aunque sea desubicado, pero la idea era acomodar la situación, tenía un timing muy particular y yo lo quería acompañar, no era sencillo, pero me gustaba, me desafiaba a mi mismo para estar a su altura”, contó Gómez.
Generalmente una persona se enamora del personaje artístico, pero desconoce como es fuera del escenario o del programa. Es por eso que el Bicho afirmó: “En su vida privada era mejor persona. Con Jorge compartíamos casi todo el día, porque hacíamos el programa a la mañana, después nos juntábamos a escribir, teatro a la noche, íbamos a cenar. Él tenía una frase muy lograda que solamente él lo podía hacer. Él decía que cuando arma grupos de trabajo, arma equipos de amigos, porque necesitaba que no fuera un lugar de trabajo sino un club de amigos, porque cuando uno va a trabajar, va trabaja y se vuelve a su casa. En cambio, cuando uno va al club a encontrarse con amigos, va predispuesto a divertirse, a pasarla bien y eso sucedía. Nosotros nos juntábamos en su oficina y trabajábamos una hora y tres horas y media de reírnos, comer picadas, tomar cerveza, siempre te sorprendía. Yo siempre me acuerdo qué estaba en el teatro, vino al camarín y me dijo – escúchame Bicho, te anoté en una cata de vinos a partir de la semana que viene – Yo le dije que no quiero ser catador de vinos y me respondió – yo tampoco, pero vamos a chupar – esa era la historia, divertirnos. Tenía una visión de la vida maravillosa”.
Si bien Marcos “el Bicho” Gómez se codeó con los más reconocidos de la televisión Argentina, él explicó la diferencia entre Guinzburg y el resto: “La diferencia de Jorge con el resto es que él buscaba hacerse amigos y yo termine siendo más que amigo de él. Para mi era un amigo, un consejero, un padre, era todo eso, no solo entable la relación con él, también con sus hijos. Había una relación muy linda, él cuando se relacionaba con vos, te hacía sentir como parte de su familia. Cuando uno se hace amigo, es difícil compararlo con otro. Trabaje con gente que la admiraba de chico, por ejemplo Carlos Balá, Gasalla, Juan Carlos Meza, Nacha Guevara, María Marta Serra Lima, Raúl Lavié, con Estela Raval..toda gente que yo admiraba, los escuchaba, veía sus películas y teníamos muy buena relación, pero con Jorge éramos amigos. Jorge era un genio porque era autor, cómico, publicista, escritor, director y sobre todo, amigo”.
Sin titubear, Gómez afirmó: “Sin dudas Guinzburg fue uno de los cinco mejores humoristas de la Argentina. Sus programas humorísticos en la televisión han sido emblemáticos, empezando por – Peor es nada – que fue su programa bandera junto al Negro Fontova y la Biblia y el calefón, que no existe ni va a existir un programa como ese. Ni hablar de – Mañanas informales -, que yo estaba adentro y tengo mis conocimientos. Ese programa te informaba, te hacía divertir, te hacía reir y tenía una forma de informar muy especial, con la calidad de él. Él podía hablar con un embajador y al rato haciendo un chiste conmigo y después de Cromagnon y los compromisos sociales que él tenía cuando hacía esa nota y podía salir de eso en un segundo y hacer otra cosa. El timing que tenía él, es muy difícil que lo tenga otra persona”.
Para finalizar, el Bicho contó una anécdota: “Yo no me acuerdo de los chistes porque tengo mala memoria, por eso termino improvisando. Pero me acuerdo de un sketch que hacíamos los dos, que éramos como dos testículos hablando de la vida, uno era izquierdo y el otro derecho. Nos reíamos de una manera increíble y la sensación más linda es que era un traje que nos unificaba a los dos, no nos podíamos despegar. El contacto físico, más las improvisaciones, más las tentaciones era un momento especial. Yo decía – dale, quiero llegar al teatro porque quiero hacer ese sketch, la gente y nosotros la pasamos bien.
RJ/LD
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