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“Nací en 1941 en un gueto”

Con motivo de la conmemoración de Iom Hashoá Ve Hagvurá “Día del Holocausto y del Heroísmo”, entrevistamos a Mónica Dawidowicz, sobreviviente de la Shoá quien es autora de Todos mis nombres”, libro en el que recoge testimonios sobre lo vivido durante el horror nazi.

En esta fecha de recuerdo, Mónica rememora cada Iom Hashoá Ve hagvurá vivido por ella, los de la Argentina, en su shule (escuela judía) de San Fernando, los que transcurrieron en Israel, y los de ahora, cuando es invitada a dar testimonios y encender velas de recordación. Todo ello le provoca “una mezcla de sensaciones, por un lado, por la Shoá y por otro lado por la Gvurá”.
Por muchos años, no pudo dar testimonios sobre lo ocurrido en esa época de horror. Eso no fue solo por su propia dificultad para hacerlo, si no por una razón “objetiva”. Mónica, como la mayoría de los sobrevivientes, tenía documentación falsa que fue la que necesitó para ingresar a la Argentina. “Ingresamos por la puerta de atrás”, graficó.

Eso hizo que, durante su adolescencia, no hablara del tema porque era algo prohibido, ya que continuaba en el poder el mismo gobierno que no les había permitido el ingreso al país, que luego vino la Dictadura, cuando tampoco se podía hablar; y que fue recién con la llegada de la Democracia cuando se sintió “liberada”, con la posibilidad de empezar a testimoniar.

Escribir su libro “fue un hito”, ya que le permitió ordenar las ideas, todo lo que ya tenía y que ya había utilizado para dar sus charlas, pero que la obligó a investigar más y a abordar la escritura con mayor profundidad: Fue un año y medio doloroso, pero el momento en que terminé el libro, fue sanador, liberador”, expresó.

Nací en 1941 en un gueto, todo lo que sé, se basa en testimonios de otros sobrevivientes, de mi propia hermana, tíos y primos”. Fue a través de su hermana mayor (otra hermana había sido aniquilada por los nazis) que hoy tiene 90 años, en ese momento una niña de diez años, que supo que había sido entregada a una familia polaca a los tres meses de edad, y luego a su hermana. Había sido una iniciativa de su padre, a la que a su madre le costaba acceder, pero que finalmente llevaron a cabo porque sabían que no era posible protegerlas.

“Tenían claro cuál sería el destino de todos”, declaró. Y añadió con tristeza: “No me puedo imaginar el momento en el que nuestros padres nos tuvieron que entregar. Hay que amar mucho para desprenderse de lo amado”.
Tanto en los guetos, como en los Campos, en todo momento y lugar, se vivieron actos de heroísmo, entre quienes fueron aniquilados, y entre quienes sobrevivieron. Los agradezco profundamente “Son mis héroes, y deben ser los héroes de la humanidad”, expresó.

Por último, expresó su enorme gratitud para otros héroes, aquellos que pusieron en riesgo sus vidas para ayudar a los demás, como la familia polaca que las cuidó y protegió. Indicó que ellos son reconocidos por Iad Vashem, pero que, a muchos otros no se los han tenido en cuenta.

“Hay que ser más amplio y más generoso para aquellos que hicieron algo, por poco que hay sido, poara salvar a un judío”, concluyó”.

Por CL/RJ

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