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¿Este será el próximo presidente de Chile?

El antisemitismo es la hostilidad hacia los judíos basada en una combinación de prejuicios religiosos, raciales, culturales y étnicos que a lo largo de la historia se ha expresado de distintas formas. En lo religioso, su corolario fue la Inquisición y desde una perspectiva racial culminó con el Holocausto a manos del nazismo. En su forma actual, se manifiesta como antisionismo, esto es, negar al pueblo judío el derecho a su autodeterminación.

En ese marco, la bitácora antisemita de Daniel Jadue es extensa. Ella data de toda una vida, la enmascara de antisionismo y la justifica en su antipatía hacia Israel. Repasarla sirve para discernir qué esconde un aspirante presidencial, pues en sus entrevistas y apariciones públicas este decisivo componente moral es minimizado o ignorado. Por ejemplo, hace pocos días en un programa televisivo se le consultaba por su visión sobre la autonomía del Banco Central, el derecho de propiedad y el proceso constituyente, pero nada sobre su arraigado antisemitismo.

Basta una rápida revisión en Google para reconstruir su silenciado perfil antisemita. En reiteradas ocasiones ha expresado que miembros de la comunidad judía son agentes extranjeros o que los alumnos del Instituto Hebreo reciben formación militar en Israel. Se trata de una clásica forma de antisemitismo que reprocha a los judíos deslealtad con la patria.

Otra tradicional afirmación antisemita usada por Jadue en julio de este año es la existencia de una conspiración judía para tomar el control de medios de comunicación. Con ello evoca un prejuicio que está presente en el infame y falso libelo de “Los Protocolos de los Sabios de Sion”.

Como es propio de todo antisemita, el Holocausto judío tampoco escapa a su discurso. Hace 10 años en su columna “Israel y los 33 de Atacama o cómo rentabilizar el drama”, Jadue se burló del Holocausto aseverando que se lucraba con los 6 millones de judíos asesinados para obtener “una tremenda utilidad económica y financiera” y un “cheque en blanco canjeable permanentemente por impunidad”.

También en la Ley Antidiscriminación o Ley Zamudio quedó registro de la judeofobia de Jadue. En efecto, consta en la historia de la ley que éste se opuso vigorosamente a la inclusión del antisemitismo como una hipótesis de discriminación.

En una democracia sana, el antisemitismo de un candidato presidencial debiera mover a amplio debate, sin embargo, en Chile se le ignora casi deliberadamente. Élisabeth Roudinesco en “El Inconsciente explicado a mi nieto”, señala que hoy el antisemitismo se manifiesta “por medio de lapsus, de negaciones, de juegos de palabras. El inconsciente le juega malas pasadas a los antisemitas, y todo el mundo lo ve y lo oye”, como cuando una persona quiere probar que no es antisemita afirmando que tiene “amigos judíos”. Jadue también recurre a esa insuficiente respuesta.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile

 

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