El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman busca reducir la influencia religiosa
Arabia Saudita, que tradicionalmente ha sido un país muy conservador en lo religioso, y que ha extendido una versión del islam bastante radical, inició un giro reformador con Mohammed Bin Salman. Por supuesto, estas reformas están encontrando resistencias internas ante el estamento religioso que ve su influencia disminuida.
En mayo de este año, el gobierno saudí prohibió el uso de altavoces para amplificar las oraciones y los sermones en las mezquitas y ordenó que el volumen de la tradicional llamada a la oración, que ha resonado durante mucho tiempo en todo el reino cinco veces al día, se reduzca a dos terceras partes.
Luego, el mes pasado, el jefe de la federación que representa a las empresas sauditas anunció que las tiendas, restaurantes y otras empresas podrían permanecer abiertas durante el tiempo de oración, otro acontecimiento importante en un país donde las empresas, durante décadas, han cerrado cinco veces al día. “Esos días de inconvenientes han terminado” afirmaron en un artículo de un medio saudí.
También se han revisado los libros de texto que promueven puntos de vista islámicos radicales y se han restringido los poderes notoriamente duros de la policía religiosa. Se ha otorgado a las mujeres el derecho a conducir y asistir a eventos deportivos, y los restaurantes ya no están segregados por género.
Pero reformas tan pronunciadas pueden dar lugar a unas revueltas tildadas de reformas democráticas, como las que auspician los Hermanos Musulmanes, para imponer luego una agenda islamista. Un ejemplo similar lo vimos en Irán con la revolución islámica, sumiendo al país en una dictadura teocrática paria desde entonces.
Fuente: The Washington Post.
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