El antisemitismo de Tacuara en la Argentina
Tacuara El Movimiento Nacionalista Tacuara fue una organización política fascista y neonazi argentina que actuó entre 1957 y 1966. Vinculado a los sectores más conservadores del movimiento peronista, estaban inspirados directamente por la prédica del sacerdote católico Julio Meinvielle y del sociólogo francés Jacques de Mahieu.
En los últimos meses de 1959, el periódico Tacuara. Vocero de la Juventud Nacionalista publicó una breve nota firmada por Alberto Ignacio Ezcurra Uriburu. El principal dirigente del Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT) argumentaba allí que “la ortodoxia nacionalista tiene tanta vigencia hoy como hace treinta años”. Este diagnóstico le permitía rechazar “una pretendida ‘integración’ en lo ‘nacional y popular’, de la cual participan socialistas, judíos, trotzkyistas, masones y marxistas de toda laya”.
Era un grupo juvenil, con bastante de clase alta, exclusivamente masculino y con dos banderas principales: la restauración de la enseñanza religiosa en las escuelas, abolida por Perón a fines de gobierno, y el combate a judíos e izquierdistas, a quienes veían como una misma cosa.
Dirigida por Alberto Ezcurra Medrano y con letra del prolífico padre Julio Meinvielle –un antisemita tan violento que el mismo Vaticano acabó ordenándole que bajara el tono–, Tacuara hacía una crítica drástica de la democracia y proponía un país “libre de políticos, libre de demagogos y libre de judíos”.
Sin embargo, compartía con la izquierda la tendencia a atomizarse por cuestiones doctrinarias. Entre 1960 y 1963, mientras cometía todo tipo de tropelías en las calles, el grupo tuvo tiempo de dividirse en tres. Primero se fueron los “patricios”, que formaron la Guardia Restauradora Nacionalista, que tenía una “cláusula de limpieza de sangre”: tener cinco o más generaciones en el país. Luego se separó el Movimiento Nueva Argentina, madre de casi todos los grupos católicos nacionalistas de hoy, y finalmente el más notorio, el que encabezaba Joe Baxter, que renunció al antisemitismo y comenzó un giro hacia la izquierda que lo llevaría a la Fracción Roja del ERP.
Pero en 1960 los tacuaras actuaban coordinadamente y con amigos como Hussein Triki, representante de la Liga Arabe en Buenos Aires y puente entre los nazis locales con los neonazis extranjeros, e introductor de la idea de que la “lucha” de estos argentinos era la de los árabes.
También la prensa nacionalista arrojaba nafta al fuego, encabezada por El Pampero –fundado en 1940 con fondos de la embajada alemana–, el todavía existente Cabildo, creado en 1942 con dineros del gobernador bonaerense Manuel Fresco, y Azul y Blanco, fundado en 1956 por el notorio Marcelo Sánchez Sorondo. Uno de los primeros frutos de la campaña fue la batalla entre nacionalistas y “liberales” en la puerta de la Facultad de Medicina, en julio de 1960, con el entredicho diplomático todavía sin arreglar. Los tacuaras hicieron pintadas, gritaron consignas como “Queremos a Eichmann de vuelta” y se trenzaron con los estudiantes. Hubo seis heridos de gravedad, entre ellos dos nacionalistas.. Uno de los casos más graves de antisemitismo fue el atentado contra Graciela Sirota, el 21 de junio de 1962. La joven de 19 años fue golpeada, subida a un auto cuando esperaba el colectivo para ir a la facultad y torturada groseramente con quemaduras de cigarrillos por todo el cuerpo. Para terminar, le grabaron con una navaja una esvástica en el seno derecho. Este caso provocó gran indignación en la sociedad y muchas críticas por la impunidad con la que contaba Tacuara.
También abundaron las piñas en los secundarios. El pico fue el 17 de agosto de 1960, cuando tacuaras del Colegio Nacional Sarmiento atacaron a sus compañeros judíos e hirieron de un tiro a Edgardo Trilnik, de 15 años, durante el acto de homenaje a San Martín. Le siguieron interminables meses de bombas –de las explosivas y las de alquitrán– contra sinagogas y colegios judíos, cientos de pintadas, volanteadas y amenazas. El nivel de producción de las acciones de Tacuara se ve, por ejemplo, en el ataque comando a un campo de Mercedes donde se realizaba un cursillo agropecuario para futuros emigrantes a Israel, que se preparaban para trabajar en un kibbutz. Un grupo de tacuaras atacó el lugar de noche, les dio una grave paliza a los chicos y arrasó con las simples instalaciones del campito. Otra acción sangrienta de Tacuara tuvo lugar en 1964, como venganza por la muerte de dos militantes del MNRT y uno de la Juventud Peronista en un confuso incidente sindical en el Plenario de la CGT en Rosario, fue asesinado en la puerta de su casa Raúl Alterman, un joven militante judío de izquierda. Nunca quedó muy claro por qué fue elegido Alterman como blanco del ataque, aunque se supone que su elección fue solo por su condición de judío y socialista.
Luego del asesinato, la organización envió una carta a los padres de Alterman, diciendo: “Nadie mata porque sí nomás; a su hijo lo han matado porque era un perro judío comunista. Si no están conformes que se retiren todos los perros y explotadores judíos a su Judea natal ¿Qué hacen en nuestro país?”.
Tanta violencia generó crecientes repudios dentro y fuera del país, con el antisemitismo argentino instalándose definitivamente en la agenda internacional. Ante cada reclamo –de la comunidad judía, de los padres de alumnos del Sarmiento, de instituciones no judías–, el gobierno juraba escarmientos diversos y medidas rápidas, pero nada ocurría. La administración Frondizi era simplemente demasiado débil como para quebrar la intimidad policial con los nacionalistas o controlar a sus tantos funcionarios pronazis. Policías como el comisario Green, cuñado del futuro dictador Juan Carlos Onganía, confesaban abiertamente su nacionalismo y el discurso hasta de sectores moderados no dejaba de destacar la presencia “de comunistas” en las manifestaciones de repudio a la violencia.
Las acciones Tacuara generaron un exponencial crecimiento del número de olim, emigrantes judíos a Israel.
Dr. Mario Burman
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