Rabino León Klenicki: Diálogo Judeo- Cristiano
Como hemos visto en una nota anterior el diálogo judeocristiano nace luego de la shoá.
Seguiremos en este artículo la presentación del Padre Marcelo González en un simposio organizado por la Confraternidad Judeocristiana Argentina.
La Shoá fue y es un viento arrasador, una devastación, un aniquilamiento; una amenaza y un cuestionamiento radical a todo lo que pretenda llevar el nombre de humano. El silencio prolongado, la herida abierta de una injusticia que grita, provocan al pensamiento a hacerse cargo del “después de”; como si una suerte de “cráter”, de divisoria de aguas se hubiera instalado en su ser y quehacer.
Antes y después de Auschwitz, antes y después de la Shoá, hay intentos de realizar una reflexión y una crítica del discurso. Las comunidades religiosas, sus teologías, sus fiestas, sus anuncios, han tenido que enfrentarse, o tendrán que hacerlo, con esta grieta antropológica, ética y teológica.
Dice el Padre González “La teología cristiana, que ha buscado hacerlo ha descubierto que lo que era necesario pensar “después de” no eran unos años o unos lustros. Era la totalidad de la herencia, los largos plazos, lo supuestamente perenne, lo que requería desmontaje y desarticulación. ¿Cómo pudieron personas, motivos, discursos, concepciones cristianas ser inspiradoras, cómplices y hasta ejecutoras de lo que desembocaría en la Shoá? ¿Cómo volver sin agravar el cráter a pensar y hablar de los principales núcleos del cristianismo: Israel, la alianza, la elección, la misión, Jesús Mesías, la cruz, la salvación, el dolor, el cielo y el infierno? ¿Y de Di´s mismo?”
Es un largo camino el que ha recorrido referido diálogo en nuestro país.
Pero cuando hablamos de camino debemos primero definir el punto de partida.
La existencia de una matriz de comprensión de la tradición, la vida, el pensamiento y la misión cristiana, que tiene como uno de sus ejes estructurantes el antijudaísmo y el antisemitismo requiere atender, ante todo, al proceso de su gestación y a los actores principales de su configuración.
Una vez Sartre dijo que si el judío n existiese, el antisemita lo crearía, porque necesita desarrollar su odio. Lo demuestra un simple ejemplo que muchos deben conocer. En 1290 Eduardo Iº expulsa a los judíos de Inglaterra; en 1650, 360 años después, Shakespeare escribe el Mercader de Venecia donde el personaje principal es el judío Shylock. Es obvio que la longevidad de Shakespeare no le permitió conocer a ningún judío de los que fueron expulsados 360 años antes, pero sin embargo ese odio seguía estando presente.
Y por si creemos que esto ocurrió allá…, también tenemos el ejemplo de la Argentina, donde en 1890 debían existir unas 10 familias judías, que incluso no estaban agrupadas como comunidad. Habían llegado, como funcionarios de empresas, francesas e inglesas que vinieron acá a cumplir con sus tareas. O sea que el judío como tal, el judío como comunidad, no existía. Sin embargo en 1890, Julián Martel escribió La Bolsa, publicada
por entregas en el diario La Nación, donde la culpa de toda la crisis, la adjudica a una conspiración judía.
Veamos algunos de los personajes que construyeron la matriz judeofobócica en nuestro país
En la nota sobre el Movimiento Nacionalista Tacuara mencionamos al Padre Julio Meinviele.
Conozcamos ahora una parte de su pensamiento.
“El Judaísmo es un enemigo declarado y activo de todos los pueblos en general y de modo especial de los pueblos cristianos. (…) Son enemigos teológicos. Es decir, no es una enemistad local, de sangre o de intereses. Es una enemistad dispuesta por Dios.” “Aunque no quieran, buscarán con mentiras hacer daño, perder y corromper a los cristianos, apoderarse de sus bienes y sujetarlos como a viles esclavos. Desempeñan en ellos una función teológica como la desempeña el diablo, de quien son hijos…”
Su conclusión fue que era necesario segregar a los judíos de la sociedad y lo propuso en el siguiente párrafo: “…aunque los cristianos debamos amar al judío de acuerdo con el precepto de Cristo de amar a nuestros mismos enemigos, no se sigue que no hayamos de reconocer la peligrosidad que hay en ellos y que no hayamos de precavernos contra ella. También debemos amar a los leprosos y esto no impide que se los aísle para evitar la contaminación; debemos amar a los delincuentes, pero esto no obsta a que se los encarcele para que no dañen a la sociedad.”
Es decir que proponía, ni más ni menos que la creación de guetos
Otro integrante de este núcleo fue Gustavo Martínez Zuviría, conocido por su seudónimo como literato, Hugo Wast, que entre los cargos que tuvo en la estructura religiosa incluye el de Presidente Comisión de Prensa del Congreso Eucarístico de 1934, que contó con la presencia de Monseñor Eugenio Pacelli, el futuro Pio XII.
En el orden nacional fue director de la Biblioteca Nacional y Ministro de Justicia e Instrucción Pública, tras el golpe de estado del 4 de junio de 1943.
Sus obras, que fueron traducidas a más de 10 idiomas fueron promovidas por una amplia red eclesial, en la que párrocos, intelectuales, políticos y publicaciones le prodigaron múltiples alabanzas.Los temas de sus libros son explícitamente antijudíos y antisemitas, pero en homenaje a la síntesis me referiré solo a su novela emblemática Kahal-Oro.
Su trama es un refrito de los Protocolos.En Buenos Aires, donde funciona una célula del Gran Kahal, que tiene su sede central en Nueva York, desde donde diseña el complot mundial que permite a los judíos controlar en forma invisible todo lo que ocurre en las naciones, a través de la acumulación de oro, con la cual somete a bancos, productores y gobiernos.
Dos familias ostentan el poder mundial: los Rheingold, y los Meyerbeer, que en nuestro país tienen como representantes a los Blumen y los Kohen respectivamente, que se disputan el control del Kahal porteño. Cabe destacar que los jefes de ambas familias se casan con jóvenes provenientes de prominentes familias católicas, lo que les permite incrementar su poder e influencia.
Sus hijos, Mauricio Kohen y Marta Blumen son activos miembros del Kahal, pero la novela termina con un final feliz para Wast, la conversión de ambos, deslumbrados por el ya mencionado Congreso Eucarístico, lo que además permite al autor hacerse un importante autoelogio, pues presidió su comisión de prensa.
Cuando tras el mencionado golpe asumió el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, una de las primeras medidas que tomó fue decretar la cesantía de todos los docentes judíos, una medida que dejó sin efecto ante las protestas internacionales.
Pero el antijudaísmo no fue solo literario sino que también se expresó en los púlpitos.
La llamada “Oración final” elevada a Dios en 1939 por el presbítero católico-romano desde su parroquia de Villa Devoto es un ejemplo elocuente:
“Señor, Tú que siempre has rechazado las promesas falaces de Satanás, mira a este pueblo argentino sometido actualmente por el espíritu del mal. No es justo que una nación de arraigadas tradiciones cristianas, con tanta sangre latina e italiana circulando en sus venas y arterias, de alma católica, sea puesta al servicio del judaísmo internacional y de sus jefes visibles, Franklin Delano Roosvelt y el verdugo de todas las Rusias, José Stalin, destructor de tu Iglesia. Ilumina la mente de nuestros gobernantes para que no permitan que seamos la vanguardia fratricida de la retaguardia cobarde, siempre en fuga.
Estos anticristos judaicos, en sus naufragios, suelen clamar habitualmente: ¡Primero las mujeres y los niños! Mas ahora, en su hundimiento final gracias a la acción libertadora de los líderes europeos, quieren que seamos nosotros, los argentinos, los primeros en sacrificarnos. Tú no lo permitirás, Señor.”
Estas líneas nos permiten conocer, a grandes rasgos, el camino recorrido , desde la difusíón de estas ideas y el día de hoy, cuando la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires es el escenario de actos que recuerdan el primer pogrom nazi, conocido como la Noche los Cristales, la Kristallcacht o un acto de homenaje al Rabino León Klenicki, ese gran promotor del diálogo judeocristiano.
En próximas entregas nos referiremos a los documentos vaticanos que reafirman este camino de reconciliación según el cual, sin caer en el sincretismo, los judíos, desde su propia identidad tienen su propio camino de salvación.
Dr. Mario Burman
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