¿No sería tiempo de abolir el segundo día de las festividades en la diáspora?
En esta editorial nuestro director aborda uno de los pendientes que permanecen inalterables en el judaísmo diaspórico.
Es hora que la vida judía con la recreación del Estado de Israel vuelva a la normalidad de un calendario único y homogéneo para todos. En Israel se observan las festividades de acuerdo a lo que indica la Toráh. El segundo día de la diáspora fue un agregado de épocas donde las comunicaciones no eran online y se requería de las fogatas que informaban y santificaban de ciudad en ciudad la llegada de un nuevo mes y con él la fijación de las festividades del mismo.
La vitalidad de nuestro pueblo ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias de cada época. No abordar este tema hace que muchos se vean impedidos de la observancia con la excusa que se trata de demasiados días en los que no pueden trabajar y llevar a cabo sus tareas. Termina siendo que de tal manera no respetan nada y tienen una excusa perfecta.
En gran parte del mundo ortodoxo parecería que plantear revisar algo que durante 2500 años se vivió de una forma, es una blasfemia. Sería bueno saber que el judaísmo tuvo transformaciones históricas mucho más profundas. Vale recordar la sustitución de los sacrificios en el templo por las plegarias a partir del siglo II de la EC., el decreto para el mundo Ashkenazí contrario a la poligamia y decenas de otros aspectos que fueron grandes modificaciones en su momento.
Seguir planteando que vivimos en duelo por la destrucción del segundo templo y que sólo volveremos a la normalidad cuando en la era Mesiánica sea reinstaurado el mismo, es una negación a la responsabilidad humana y a una mirada honesta de la historia judía. Pocos, muy pocos, quisieran volver a los sacrificios de la época del templo. Más allá de la nostalgia por el esplendor del Beit Hamikdash y la soberanía perdida (hoy recuperada) ,sería una involución en el desarrollo religioso judío.
Entre las anomalías de 2000 años de diáspora, con toda su creatividad y dolores, hay quienes siguen negando “el milagro” que significa la vuelta y resurgimiento del pueblo judío a su tierra, donde hoy se desarrolla una vitalidad judía que inclusive supera a los picos de esplendor del siglo de oro español o las grandes academias rabínicas aniquiladas en la Europa de la Shoá.
Israel no será perfecta, pues es un país regido por humanos, pero de ahí a desconocer lo que significa para todos los judíos sin distinción su existencia (y con ella la posibilidad de la nuestra dignidad y vivencia fuera de su territorio) y esperar que el anhelo utópico de la era mesiánica sea la única posibilidad de repensar y reformular, habla de un oscurantismo que no es coincidente con nuestra verdad historia y capacidad de adaptación a las nuevas realidades.
El segundo día de las festividades en la diáspora, un tema que debe ser abordado con seriedad, honestidad intelectual y no ser escondido bajo la alfombra de la ignorancia y el Status Quo.
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