Preocuparse y ocuparse van de la mano, o no existen
Por Eduardo Kohn
Distintos organismos y conferencias europeas, con la preocupación del antisemitismo y su lamentable vigencia, buscan ocuparse del flagelo. Aunque más de una vez varios se contradigan con sus votos en organismos de la ONU, lo real es que se suceden los eventos, los planes y las propuestas.
Hace dos días, en Bruselas, se reunieron líderes judíos europeos, parlamentarios y diplomáticos de todo el continente al inicio de la Conferencia de Líderes Comunitarios de la Asociación Judía Europea (EJA). También se hicieron presentes los vicepresidentes de la Comisión Europea, y desde Jerusalem, el Presidente de Israel Isaac Herzog y el Ministro de Asuntos de la Diáspora Nachman Shai.
El Presidente de la Conferencia Rabino Menachem Margolin fue enfático: “Mientras Europa se centraba, con razón, en la erradicación de la pandemia del COVID, otro virus seguía multiplicándose. El antisemitismo está profundamente arraigado en Europa, y es difícil de tratar. Nuestra conferencia representa el puntapié inicial de una carrera estancada contra este viejo virus. Tenemos mucho más que hacer a nivel político continental. Nuestro plan para volver a poner en marcha este proceso implica la adopción de un decálogo de lucha contra el antisemitismo, que debe ser llevado adelante por grupos de trabajo parlamentarios de toda Europa”.
En ese decálogo se encuentran la promoción de iniciativas educativas que subrayen que el antisemitismo no tiene cabida en una Europa moderna y tolerante, y presionar a las empresas de medios sociales para que actúen de forma más rápida y contundente frente a la incitación al odio, imponiendo sanciones económicas graves cuando este tipo de contenidos persistan. Aquí es donde pueden empezar a no coordinar preocuparse con ocuparse. Los objetivos son básicamente esenciales, pero las redes demuestran a diario que sus propietarios se resisten a enfrentar las incitaciones de odio en un cien por ciento, y las políticas educativas chocan contras las otras políticas educativas que Europa debe no sólo reconocer sino enfrentar: la enseñanza del odio que deviene en actos terroristas, nace de centros sociales que forman a los perpetradores y que están abiertos sin cortapisas, y con libertades casi ilimitadas.
La empresa IPSOS SA, bajo la dirección del profesor András Kovács, de la Universidad Centroeuropea de Viena-Budapest, hizo una encuesta para que la Conferencia tuviera un panorama al día de la realidad del antisemitismo. Se encuestaron 15 países: Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, España, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa y Rumanía.
Casi un tercio de los encuestados en Austria, Hungría y Polonia dijo que los judíos nunca podrán integrarse plenamente en la sociedad. Casi un tercio estaba de acuerdo en que existe una red judía secreta que influye en los asuntos políticos y económicos del mundo. (Rumanía – 29%; Francia – 28%; República Checa – 23%). En España, el 35% dijo que los israelíes se comportan como nazis con los palestinos; el 29% dijo lo mismo en los Países Bajos; y el 26% estuvo de acuerdo con la afirmación en Suecia. En Letonia, algo más de un tercio -34%- dijo que los judíos explotan el victimismo del Holocausto para sus propios fines; el 23% estuvo de acuerdo en Alemania; y el 22% en Bélgica. Una cuarta parte de los encuestados se mostró de acuerdo con la afirmación de que las políticas de Israel les hacen comprender por qué algunas personas odian a los judíos.
El Presidente de Israel, Isaac Herzog, dijo desde Jerusalem: “Europa se enfrenta a un reto sin precedentes con el coronavirus. Al mismo tiempo, la plaga del antisemitismo sigue extendiéndose en la calle y en Internet. Seguimos viendo amenazas a la vida religiosa y cultural judía en Europa, incluyendo llamamientos, legislación y sentencias que apoyan la prohibición de la circuncisión judía y la producción de carne kosher”. No es que Herzog no tenga razón, pero el desafío del Covid lo tiene todo el planeta y las barbaridades sobre circuncisión y el rito kosher les importa poco evitarlo en Suecia o donde fuera. Todos los Estados deberían salvaguardar la lucha contra toda forma de discriminación en forma pareja, y no pedir disculpas frente a cada ataque.
El Vice Presidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, dijo: “La semana pasada tuve el orgullo de presentar la primera estrategia de la UE para combatir el antisemitismo y fomentar la vida judía. Impediremos todo tipo de antisemitismo, incluido el relacionado con Israel, que es la forma más común, utilizando todas las herramientas a nuestro alcance. Sabemos que Europa solo puede prosperar cuando sus comunidades judías también lo hacen”. Cuando comentamos sobre el plan de la UE hace una semana en esta columna, señalábamos al mismo tiempo, que a pesar de ser una decisión muy potente de la UE, no podía suceder en paralelo un apoyo a las falacias de la UNRWA en la ONU como sucedió entonces. Y lo reiteramos. No es sólo proponer y preocuparse, es ser coherente y ocuparse. Y esta permanente contradicción no es nueva.
Hace dos días se cumplieron 21 años de un hecho sobre el cual no hay adjetivos para definirlo. El 12 de octubre del año 2000, dos soldados israelíes fueron linchados en una comisaría de la policía palestina de Ramallah, por una turba que los asesinó a patadas y cuchillazos. Contaron con la complicidad de la Policía palestina que participó en el ataque, tras el cual los cuerpos de las víctimas fueron mutilados, descuartizados y exhibidos por las calles. Ese día, los soldados reservistas Vadim Nurzhitz y Yossi Avrahami, desarmados, ingresaron por error a la ciudad de Ramallah, fueron detenidos por la policía de la Autoridad Palestina, que los llevó a una de sus dependencias, y los lincharon. El linchamiento fue filmado por un equipo de TV Mediaset de Italia y difundido en la televisión mundial. En el video se veía a uno de los asesinos agitar sus manos manchadas de sangre desde una de las ventanas de la comisaría.
Arafat presidía la Autoridad Palestina. A su lado Mahmoud Abbas. Pero Arafat era Premio Nobel de la Paz. Y Abbas lo sucedió en la Presidencia luego que Arafat murió. ¿Arafat criticó la barbarie? No. ¿Europa o la ONU o alguna democracia, una aunque sea, propuso quitarle el ridículo Premio Nobel que le habían concedido?. No. El presunto ser humano que fue filmado con sangre en sus manos y que gritaba orgullosamente su alegría por descuartizar dos jóvenes judíos ¿fue penado por Arafat?. No. Cuando hay bestialidades así, los perpetradores son héroes y reciben recompensas y honores en la Autoridad Palestina y ni hablar en Gaza. Esa manera de pensar la han llevado los terroristas a Europa. Ante ello, las señales tienen que ser claras. Sin duda, hay que educar más y ser eficiente en la aplicación del derecho penal en cuanto a castigar el antisemitismo y la discriminación. Pero no se puede ir a los organismos de la ONU, sea el Consejo de DDHH o la UNESCO y aprobar decisiones que incitan al odio y que a la larga provocan la violencia no sólo en Medio Oriente sino en Europa también. Hace 21 años, varias democracias europeas no querían que se mostraran las imágenes del linchamiento en Ramallah. Los camarógrafos italianos tuvieron problemas serios.
La encuesta que mencionamos anteriormente explica categóricamente por qué falta mucho trecho para recorrer.
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