Lecciones de las Elecciones
Por el Prof. Luis Fuensalida
En estos últimos 30 días, en Latinoamérica se dieron actos eleccionarios en la Argentina, en Nicaragua, en Venezuela y en Chile, dos de ellos para elegir presidenciables y en los otros dos para la renovación de las legislaturas o bien para autoridades municipales o gobernadores, y sin embargo, en todos los casos ha quedado en evidencia que hay dos modelos diferentes y opuestos de formas de Estado.
En los casos argentino y chileno, el primero, elecciones legislativas o de medio término, en el segundo, la elección presidencial, pero en ambos es notoria la polarización.
En los casos nicaragüense y venezolano, el primero, elecciones presidenciales y en el segundo para elegir gobernadores y autoridades municipales, pero en ambos, fueron una cruel parodia de lo que deben ser elecciones libres y democráticas.
Veamos los dos primeros casos, en cuanto a la Argentina, las elecciones de medio tiempo fueron precedidas por las PASO, que habían adelantado una derrota del gobierno kirchnerista, que luego se vio ratificada el pasado 14 del actual, en un contexto de país que da más para la reflexión y el consenso, que para el festejo, aunque el rechazo al modelo que representa la fórmula Fernández – Fernández, abre una esperanza digna de celebración.
La principal fuerza opositora, Juntos por el Cambio, triunfó por una diferencia de más de 8 puntos porcentual, 41,96% a 33,56%, que tiene como rasgos principal, que el kirchnerismo perdió la mayoría en el Senado, lo que significa que ya no tiene quorum propio, algo inédito desde el advenimiento de la democracia en 1983, pero más allá de estos números, lo que se traduce es, dos visiones, dos modelos de país distintos, hacia adentro la llamada Grieta opone un respeto al republicanismo y al respeto e independencia de sus instituciones, con un exceso de control y licuación de los poderes, y hacia el exterior, o bien el alineamiento con los gobiernos democráticos e inserción en el mercado global, o encolumnarse detrás de regímenes autoritarios, autocráticos y teocráticos, que en el caso latinoamericano integran el Foro de San Pablo y su versión actualizada, el Grupo de Puebla, que representan el ideario Castro-Chavista o Socialismo del Siglo XXI, que no es otra cosa que la 6ta. etapa de la exportación de la revolución marxista cubana.
Ahora bien, el caso chileno, las elecciones del domingo ppdo., también han mostrado una polarización, entre el candidato de la derecha, José Antonio Kast, que obtuvo algo más del 28% y el representante del Frente Amplio de Izquierda, Gabriel Boris con el 25,6 %, lo que obliga a una 2da.
vuelta, que se llevará a cabo el 19 de diciembre próximo, donde será importante los votos del tercer candidato, Franco Parisi, que obtuvo algo más del 13%.
Lo particular de esta situación es que Parisi reside en los EE.UU., y ni siquiera ha viajado a su Chile natal para las elecciones, y sin embargo, se ubica como tercera fuerza desplazando al candidato oficialista Sebastián Sichel, que obtuvo el 12,5 % y también relegando al quinto lugar a la candidata de la centroizquierda, Yasna Provoste con el 11,7%, lo que constituye también una situación inédita en la política chilena, que los partidos tradicionales que representan la centroderecha y la centroizquierda, no han podido acceder al ballotage, algo que no había sucedido desde que en 1990, cuando el país trasandino retornó a la democracia, elecciones que se dieron tras dos años de fuertes protestas sociales y las cada vez más violentas acciones de las organizaciones mapuches en la región de la Araucanía.
Lo cierto es, que de cara a la 2da. vuelta, se puede especular que lo acontecido el domingo marca quizás el fin de un ciclo político dominado por las coaliciones de los partidos tradicionales y la apertura de una etapa protagonizada por nuevas figuras, ajenas a aquellas coaliciones, pero si bien en el caso de las dos figuras que competirán el 19 de diciembre, representan dos modelos ideológicos antagónicos, si coinciden en los objetivos de satisfacer el bienestar y asegurar los derechos sociales, que son reclamos nacidos en las protestas de 2019.
No puedo dejar de lado, al analizar el caso argentino y el caso chileno, que una vez más son lamentables y desubicadas las declaraciones del embajador argentino en Santiago, el ex canciller, Dr.
Rafael Bielsa, en una clara intromisión a los asuntos internos de un país, tomando parte, en forma tácita por uno de los dos candidatos, lo que se suma también, a su intervención en la audiencia judicial sobre el pedido de libertad provisional del terrorista, Jones Wallace, en ambas, ha dejado claramente su posición ideológica en detrimento de sus obligaciones y deberes como representante diplomático del Estado Nacional, y que ha provocado la protesta de la cancillería chilena y una lacónica respuesta del gobierno argentino justificando a aquellas expresiones como personales, cuando correspondería ser llamado y reemplazado en aquella importante función diplomática, pero como dice el dicho, “entre bueyes no hay cornadas”.
Con respecto a las elecciones en Nicaragua, en mi columna del pasado 10 de noviembre, analice la farsa que representó aquel acto eleccionario, precedido por las proscripciones y detenciones de los candidatos opositores al dictador Daniel Ortega, las violentas represiones del régimen y el rechazo a la fiscalización de organismos internacionales, como por el ejemplo la OEA, y solo la admisión de veedores de países afines con el gobierno nicaragüense, y a lo que ahora se suma la puesta en escena del retiro del país centroamericano del seno de la OEA.
Veamos ahora las elecciones regionales en Venezuela del pasado domingo, que han estado marcadas por un alto grado de abstención, pues sólo hubo una participación del 40%, que por un lado muestra una oposición dividida, recordemos que Capriles pedía la participación de sus conciudadanos, mientras que Guaidó por el contrario instó a la abstención, y esto ha posibilitado que se reafirme el régimen del dictador Nicolás Maduro, como queda evidenciado al lograr imponerse en 20 de las 23 gobernaciones que estaban en juego, mientras que en el ámbito municipal, de 334 alcaidías, 204 fueron ganadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela, 59 por la oposición y en 71 se impusieron movimientos independientes, en su mayoría de posición antichavista.
Recordemos que estas elecciones son las primeras que se celebraron en los últimos cuatro años con la participación de la mayoría del espectro opositor, ya que las anteriores fueron boicoteadas alegando falta de garantías, mientras que en esta oportunidad el evento estuvo monitoreado por veedores de la ONU y de la U.E., pero que prácticamente fueron espectadores de una falacia electoral, una burla cruel y amarga al pueblo venezolano, que sufre una inflación del 2.600%, con un 94% de pobreza, con una caída del PBI entre el 2018 y 2020 del 84% y en lo que va del año 2021, el -5%, sin olvidar que más de 5 millones de venezolanos han emigrado.
Es por todo esto, que Venezuela debe ser el caso testigo en el que las sociedades de Latinoamérica deben mirar y reflexionar al momento de emitir su voto, porque a diferencia de lo que ocurría en el Siglo pasado, donde las dictaduras, de derecha o de izquierda, se construían a partir de golpes de Estado o el accionar de organizaciones insurgentes, las de este Siglo, como la venezolana o la nicaragüense, se valen de los instrumentos democráticos.
El mismo Hugo Chávez, cuando fracasó con el golpe que intentó con el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, en 1992, lo llevó a formar su partido político, Movimiento Quinta República en 1994, con el que llega al poder de manera democrática en 1999 y que más tarde en el 2007 con la fusión de otros partidos de izquierda nace el Partido Socialista Unido de Venezuela.
En ese contexto, muchos venezolanos ni imaginaban que un régimen castro comunista se hiciera con el poder de su país, por eso a continuación señalaré algunas circunstancias que caracterizan la penetración del castro chavismo: el Socialismo del Siglo XXI tiene la habilidad de adaptarse y actuar en función a la idiosincrasia de cada país, si bien no utilizan la fuerza para asaltar el Poder, sino que manipula los instrumentos democráticos para lograr el objetivo y una vez obtenido el mismo, si se vale de la fuerza para retener o expandir su poder.
Una vez en el Poder, lleva a acabo una reforma constitucional, coopta la Justicia, pues una vez como gobierno, el objetivo es ideologizar las instituciones que deben ser garantes de los derechos, las libertades, la seguridad, la defensa y la educación, es decir, el Poder Judicial, las FF.AA., FF.SS. y Policiales, Educadores, no obstante también se vale de organizaciones y grupos paralelos, como ser embajadas paralelas, paramilitares, colectivos armados conformados por delincuentes liberados, que son la primera línea para defender al régimen.
También licuan las instituciones republicanas, creando nuevos órganos adeptos con lo cual se diluye la clásica y necesaria división de Poderes, instalan un sistema de cambio con distintos tipos cambiarios que distorsionan la economía, y obviamente crean un relato donde el régimen no es responsable de las crisis social, económica y financiera, sino que los culpables son los organismos financieros internacionales, y por supuesto de Washington y sus acólitos, sean internos o externos.
Favorecen la idea de la Grieta, entre ricos y pobres, despreciando la meritocracia y fomentando el clientelismo a través de programas de planes sociales sobre el esfuerzo del trabajo, lo que le sirve como control social y además ideológicamente instituir el “ellos” y el “nosotros”, incentivando el choque entre clases sociales.
No olvidemos, algo muy importante, el manejo de la información, a través de fake news, de la desinformación o desviando la atención de cosas importantes con noticias sensacionalistas o poco relevantes, para esto, se hicieron de los medios de comunicación a través de la cooptación, de la pauta publicitaria, la compra de los mismos o la promulgación de legislación que coadyuven a su control, sin olvidar la aplicación de la censura.
Obviamente, en política exterior, colocan operadores en los organismos internacionales para que actúen en defensa del régimen y de esa manera convertir en inoperantes a aquellos organismos en garantizar la democracia.
Lo más importante que se debe entender, que hoy Venezuela, tras 20 años en el poder del castro chavismo, más que una régimen dictatorial se ha convertido en una tiranía constitucional que gobierna un Estado Narcoterrorista, donde por más que se elimine al dictador de turno, la tiranía se ha enquistado y ha hecho metástasis, lo que hace tan difícil terminar con ella, y donde no ha tenido éxito, busca fomentar la violencia, el caos y las divisiones.
Más allá del rol de Venezuela, Cuba sigue siendo el centro ideológico del llamado Socialismo del Siglo XXI, cuyos representantes y afines, han viajado y viajan a La Habana para acordar nuevas estrategias, como en su momento lo hicieron Néstor Kirchner y Hugo Chávez, o como lo siguen haciendo, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Cristina Fernández, Luis Lula Da Silva, Dilma Roussef, Evo Morales o Rafael Correa, no por casualidad, todos miembros del Foro de San Pablo y de su prolongación, el Grupo de Puebla.
Finalizando mi columna de hoy, exhorto al compromiso ciudadano para la defensa de la democracia, de la república y sus instituciones, de nuestros derechos y libertades, pues es el único y valedero medio para evitar que el llamado Socialismo del Siglo XXI, que no es otra cosa que la ideología castro comunista, se haga con el poder, por eso recordemos que el sufragio es el principal medio de participación ciudadana, y en un Estado de Derecho, las autoridades gubernamentales tienen la responsabilidad de garantizar, proteger y fomentar el derecho al voto, porque es el mecanismo por lo que los ciudadanos participamos en la conformación y control de sus gobernantes, algo que deben tener bien presente las sociedades latinoamericanas si queremos ser libres e independientes, y nada mejor que recordar aquella frase de Abraham Lincoln, “…la Democracia es el gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo…”.
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