Entre la bronca y el miedo

Por Ricardo López Göttig

Ayer domingo, se resolvió la duda sobre quién será el nuevo presidente de la República de Chile: Gabriel Boric, el candidato de la izquierda. No es la izquierda del socialista Ricardo Lagos, que respetó la institucionalidad y siguió con el proceso de integración económica al mundo, sino una izquierda contestataria y dogmática, una coalición liderada por el Partido Comunista. Sus afirmaciones tajantes en cuanto al Estado de Israel como un país “asesino y genocida”, a la par de tantas otras en términos binarios, provocan la duda sobre la capacidad y el conocimiento del mandatario electo sobre la realidad contemporánea y su discernimiento de las complejidades.

Pero el hecho de que a la segunda vuelta electoral hayan llegado dos candidatos tan opuestos, con tanta distancia ideológica entre ambos, recuerda al Chile polarizado de los años setentas, siendo uno de los casos que se estudian en la ciencia política junto a la República de Weimar. Cuando los partidos en torno al centro democrático y pluralista sucumben ante las presiones de los extremos que actúan como imanes que atraen a la ciudadanía en torno a sentimientos muy primarios, como la bronca y el miedo.

Dos países de la “Alianza del Pacífico”, como fue hace unos meses Perú y ahora es Chile, se volcaron por opciones de izquierda que coquetean con el chavismo y una versión del socialismo muy inconsistente. Es interesante observar cómo esa alianza de países que se exhibían como tigres de la integración y puentes hacia la región del Pacífico, hoy ingresan en el péndulo que tanto caracteriza a América latina, de variar sustancialmente sus marcos institucionales y políticas macroeconómicas. Es un llamado de atención sobre la rigidez social que impera en muchos países de la región, en los que la movilidad social ascendente se ve trabada, despertando la ira contra todo un sistema.

Lo que acontezca en Chile repercute en Argentina, en lo político, lo económico y lo discursivo. Las alternativas populistas, reñidas con el análisis de la experiencia y tan rápidas en elaborar narrativas y taxonomías, ya extendieron el certificado de defunción al modelo chileno de una economía integrada al mundo de los últimos treinta años. Pero el nuevo presidente asume sin mayoría legislativa. Encontrará límites y en los próximos días se irá conociendo su agenda real, ya fuera de la campaña polarizada. En estos tiempos marcados por la bronca y el miedo, la prudencia es una virtud cada vez más escasa y valiosa.