Ku Klux Klan: Intolerancia, supremacía y terror
El 24 de diciembre de 1865, después de la Guerra Civil estadounidense fue creado el Ku Klux Klan, cuya historia, caracterizada por la intolerancia racial, el supremacismo blanco y el antisemitismo, se remonta a Pulaski, Tennessee. Como la de cualquier organización, la historia del Klan ha estado marcada por los altibajos.
La organización fue fundada inmediatamente después de la Guerra Civil estadounidense por seis antiguos soldados confederados, —cuatro de los cuales eran abogados en ciernes—que se veían a sí mismos como un círculo de amigos con ideas afines, de ahí el nombre que eligieron: kuklux —una ligera deformación de kuklos, que en griego significa «círculo»— a lo que añadieron klan, porque todos eran descendientes de escoceses. Al principio, se decía que sus actividades se reducían a inocentes travesuras a medianoche: cabalgaban por los campos envueltos en sábanas blancas y con capuchas hechas con fundas de almohadones. Pero pronto el Klan se desarrolló hasta convertirse en una organización terrorista con presencia en varios estados e ideada para atemorizar y asesinar a los esclavos emancipados.
Entre sus líderes regionales se encontraban cinco antiguos generales confederados. Sus seguidores más incondicionales eran los propietarios de plantaciones para quienes la Reconstrucción supuso una pesadilla tanto económica como política. En 1872, el presidente Ulysses S. Grant explicó detalladamente ante la Cámara de Representantes los verdaderos objetivos del Ku Klux Klan: «Mediante la fuerza y el terror, impedir toda acción política que esté en desacuerdo con las opiniones de sus miembros; privar a los ciudadanos negros del derecho de llevar armas y del derecho al voto; eliminar las escuelas en que se enseñe a los niños negros, y reducir a la población negra a una condición fuertemente similar a la de la esclavitud».
Creado en el siglo XIX, el grupo adquirió su fama por promover por medio de actos violentos y propagandísticos el racismo, la xenofobia y el antisemitismo, así como la homofobia, el anticatolicismo y el anticomunismo. Agrupa a varias organizaciones estructuradas a modo de sociedad secreta, cuyo acto más famoso quizá siendo la quema de cruces– para imponer su criterio y oprimir a sus víctimas. La primera encarnación del Klan fue fundada a finales de 1865 por veteranos después de la guerra de Secesión, quienes quisieron resistirse a la reconstrucción. La organización adoptó rápidamente métodos violentos para conseguir sus fines. Sin embargo, hubo una reacción que en poco tiempo llevó a la organización al declive, pues las élites sureñas veían al Klan como un pretexto para que las tropas federales estuvieran activas en los estados del sur. El KKK fue formalmente disuelto por el presidente republicano Ulysses Grant, a través del Acta de derechos civiles de 1871.
En los años 20, un Klan reactivado aseguraba tener ocho millones de miembros, entre ellos el presidente Warren G. Harding, a quien se le atribuye haber pronunciado el juramento del Klan en la sala verde de la Casa Blanca. En esa época, el Klan no se hallaba confinado en el Sur, sino que se extendía por todo el país, y su objetivo incluía, además de los negros, a católicos, judíos, comunistas, unionistas, inmigrantes, agitadores y otros perturbadores del status quo. En 1933, con el progresivo ascenso de Hitler en Alemania, Will Rogers fue el primero en señalar una relación entre el Klan y la nueva amenaza que se cernía sobre Europa: «Todos los periódicos afirman que Hitler está tratando de imitar a Mussolini. Yo diría que es al Ku Klux Klan a quien está imitando.»
Atlanta —en la jerga del Klan, la Ciudad Imperial del Imperio Invisible del KKK— era también la tierra natal de Stetson Kennedy, un hombre de 30 años con todos los antecedentes para integrar el Klan, pero cuyo temperamento apuntaba en la dirección contraria. Procedía de una familia destacada del Sur, entre cuyos ancestros se hallaban dos firmantes de la Declaración de Independencia, un oficial del ejército confederado, y John B. Stetson, fundador de una famosa fábrica de sombreros y el hombre por el que la Universidad Stetson se llama así.
Stetson, el menor de cinco hermanos, creció en una casa de catorce habitaciones en Jacksonville, Florida. Su tío Brady era miembro del Klan, pero él no se vio realmente expuesto a éste hasta que la sirvienta de la familia, Flo —quien prácticamente lo había criado— fue atada a un árbol, golpeada y violada por un grupo de hombres del Klan. Su delito: replicar a un conductor blanco que le había devuelto mal el cambio en el tranvía.
Puesto que no había podido luchar en la II Guerra Mundial —sufría problemas de espalda desde la infancia—, Kennedy se vio obligado a defender a su país en casa. Su peor enemigo, creía él, era la intolerancia. Se autoproclamó disidente en general y comenzó a escribir artículos y libros contra ésta. Entabló una estrecha amistad con Woody Guthrie, Richard Wright y otros muchos progresistas; Jean Paul Sartre publicó su obra en Francia.
A Kennedy no le resultó fácil, o divertido, escribir. En el fondo era un chico de campo que habría preferido salir a pescar a los pantanos, pero tenía una entrega absoluta a su causa, al punto de convertirse en el único miembro no judío del esfuerzo de posguerra por parte de la Liga Antidifamación para luchar contra la intolerancia —de hecho, Stetson acuñó la expresión «el poder del ceño», uno de los ejes de la campaña de presión de la Liga Antidifamación de la B´nai Brith, que alentaba a la gente a fruncir el ceño cuando escuchase un discurso intolerante—. Se convirtió en el único corresponsal blanco del Pittsburgh Courier, el periódico negro más importante del país, para el que escribía una columna acerca de la lucha de razas en el sur bajo el pseudónimo de Daddy Mention, un héroe popular negro que, según la leyenda, era más rápido que el disparo de un sheriff.
Lo que impulsaba a Kennedy era el odio a la estrechez de miras, la ignorancia, el obstruccionismo y la intimidación, que en su opinión ninguna organización presentaba de forma más orgullosa que el Ku Klux Klan. Kennedy consideraba al Klan el brazo terrorista de la clase dirigente blanca, lo que le parecía un problema irresoluble por multitud de razones: la organización estaba confabulada con líderes políticos, del mundo de los negocios y de las fuerzas de la ley; la sociedad en general se sentía asustada e impotente para actuar contra él; y los pocos grupos contrarios al odio racial que existían en esa época tenían escasa influencia o carecían de la suficiente información acerca del mismo.
Como Kennedy escribió más tarde, le apesadumbraba especialmente un hecho fundamental acerca del Ku Klux Klan: «Casi todo lo que se escribía sobre el tema eran editoriales, no artículos reveladores. Los escritores estaban en contra del Klan, de acuerdo, pero disponían de escasísima información interna sobre él».
Así fue que decidió, como haría cualquiera que luchase contra la intolerancia de forma insensata, temeraria y algo demencial, infiltrarse al Ku Klux Klan para contar su historia desde adentro.
Uno de sus líderes históricos fue, David Duke, uno de los invitados estrella al congreso negacionista del holocausto que organizó Irán, el cual ya fue tratado en estas páginas.
Dr. Mario Burman para Radio Jai
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