El conflicto Israel – Irán, lo posible y lo probable
Obviamente, no es sencillo analizar un conflicto complejo como lo es el que mantienen Israel e Irán, en principio porque hay otros actores internacionales involucrados, estatales y no estatales, regionales y extraregionales, porque hay elementos geopolíticos y estratégicos, pero también culturales y religiosos, y todo esto conlleva hasta un dilema existencial.
Por eso, creo conveniente y hasta didáctico comenzar por ayudarnos de una rama de las Ciencias Políticas, la Polemología, que es la que aborda la problemática de los conflictos y me lleva a señalar dos conceptos que serán útiles para el nuestro análisis, uno es Conflictos Híbrido y el otro Conflicto Subsidiario, con características y manifestaciones diferentes al Conflicto Abierto o Guerra Convencional.
En el primero, tanto las estrategias como las tácticas que se aplican son híbridas, donde se utilizan todo tipo de medios y procedimientos más allá de los convencionales, como ser la insurgencia, el terrorismo, las migraciones, las tecnologías de punta o ciberataques, las fakenews, los recursos naturales y sin descuidar los instrumentos diplomáticos, incluso el conflicto híbrido ha superado al conflicto asimétrico, y donde la ventaja estratégica es la llamada “negación plausible”, es decir, que el actor atacante puede evitar que se le atribuya la responsabilidad del ataque y por ende evitar la condena de la comunidad internacional y las posibles represalias. Es un concepto nuevo, del 2014, que en el caso de los EE.UU., en lo que es su Doctrina de Defensa es denominado como Conflicto Irregular, algunos ejemplos y bien actuales son, el caso ucraniano, donde se utilizan fuerzas regulares e irregulares, desinformación, presión diplomática y económica y una amenaza limitada por la inusual movilización de fuerzas militares, otro es la llamada crisis migratoria entre Bielorrusia y la U.E..
Veamos ahora el segundo, el conflicto subsidiario, es cuando dos o más actores estatales o potencias, utilizan a terceros actores como sustitutos, evitando el enfrentamiento directo, con el objetivo de dañar o debilitar a la otra parte sin entrar en un conflicto abierto, y este tipo de guerra no es nueva, durante la confrontación bipolar del Siglo pasado, uno y otro bloque utilizaron la guerrilla, los mercenarios y los terroristas, y generalmente este tipo de conflicto subsidiario se dan en el contexto o en el marco de conflictos violentos o irresueltos, y en mi opinión, es dable ubicar al conflicto entre Israel e Irán en esta categoría.
Esta Guerra Subsidiaria, tiene como base el choque no sólo de orden geopolítico, sino también debemos tener en cuenta lo cultural y lo religioso, que tiene su punto de partida la Revolución iraní de 1979 y la instauración de un régimen teocrático que niega al Estado de Israel, refiriéndose como régimen sionista y aliado del Gran Satán, los EE.UU., y no reconoce su derecho a existir.
El régimen de Teherán, apoya logística y financieramente a las organizaciones políticas y terroristas de la llamada Resistencia Palestina, Hezbollah, Hamas y la Yihad Islámica, que son utilizados para llevar a cabo ataques a Israel, y también fuera del escenario del Medio Oriente, como lo fueron los atentados a la embajada de Israel y a la sede de la AMIA, 1992 y 1994, en Buenos Aires.
Por su parte, Israel apoya a grupos que luchan contra el régimen iraní, como ser los kurdos iraníes que buscan su independencia de Teherán y constituir el Kurdistán iraní, una comunidad que es el 7% de la población de Irán, pero no son lo únicos, ya que existen al menos una decena de minorías étnicas que habitan el 70% de su territorio, por el caso los azeríes que son casi la mitad de los 80 millones de habitantes, y por eso surgen grupos como la Organización de Mujaidines del Pueblo de Irán, creada en el 2003, que cuentan con el apoyo de los EE.UU. e Israel, lo que ha llevado a que el ayatollah Alí Jamenei a acusar a Israel de colaborar con Jundallah para perpetrar ataques y protestas antigubernamentales.
En este último tiempo, este tipo de conflicto subsidiario, se ha manifestado también en el ámbito naval, con epicentro en el golfo de Omán y sus adyacencias, tal lo sucedido el pasado 29 de julio con un buque propiedad japonesa, con bandera liberiana y operado por la empresa israelí Zodiac Maritime, con rumbo a EAU., fue atacado por un dron con explosivos y obviamente el régimen de Teherán negó toda autoría pese a las acusaciones de EE.UU., Reino Unido e Israel, pero unos meses antes, en abril, el barco de suministros de la armada iraní, Saviz, sufrió un ataque con explosivos en su casco por debajo de su línea de flotación, siendo ahora Israel el acusado de llevar a cabo la acción y por supuesto desde Jerusalén se negó toda vinculación, y estos son dos ejemplos que he tomado para mostrar este tipo de “guerra en las sombras” y donde ambos actores se acusan y ambos niegan toda responsabilidad evitando un conflicto abierto, pero ambos actores son conscientes de los peligros de una escalada y lo que acarrearía, no sólo para la región sino a nivel global, un enfrentamiento directo.
En este contexto, y recordando que en el conflicto híbrido el ciberespacio y la diplomacia son dos campos de batalla, donde tanto Israel como Irán se han manifestado, en el caso del primero, la ciberguerra, podemos citar los ataques como el del 2010 a la instalación nuclear de Natanz con el gusano cibernético Stuxnet que destruyó 1000 centrifugadoras nucleares y posiblemente dañó a unas 60,000 computadoras, lo que retrasó en dos años el programa nuclear iraní, esto dio lugar a que Teherán creara el Comando de Ciberdefensa, y por supuesto vino lo respuesta en el 2014 con un ataque a la infraestructura de Internet de Israel, y más reciente podemos señalar, el realizado contra un sitio de citas de la comunidad LGBTQ en Tel Aviv o el cometido a la red de distribución hídrica o el robo de datos a la compañía de seguros Shirbit vinculada al ministerio de Defensa israelí, y como respuesta Irán sufrió un ciberataque al sistema nacional de distribución de combustible que paralizó a más de 3.400 estaciones de servicio o el que afectó a las instalaciones y muelles del puerto de Bandar Abbas que afectó por varios días la actividad portuaria e incluso ocasionó el atascamiento de camiones en las carreteras de acceso al mencionado puerto ubicado a la entrada del Golfo Pérsico, obviamente, ni funcionarios israelíes ni sus pares iraníes se acusan públicamente, y sólo admiten que los ciberataques son producto de un agente extranjero, pero lo cierto es, que la ciberguerra se amplía hacia objetivos civiles, no sólo porque los sistemas informáticos de defensa son más difíciles de ser blanco, sino para causar un efecto reactivo o desconcertante en la población de uno y otro actor.
Ahora pasemos al ámbito diplomático y en el contexto actual, en el que Israel instrumenta lo que se denomina Estrategia Periférica, por ejemplo la alianza estratégica con Azerbaiyán, un país musulmán chiita que tiene frontera común con Irán o el caso de los Acuerdos de Abraham, recientemente firmados con EAU, Bahrein, Sudán y Marruecos, que han dislocado el consenso árabe que existía y condicionaba entablar relaciones con Israel en relación a la solución del conflicto israelí – palestino, y que junto a los acuerdos de paz firmados el Siglo pasado con Egipto y Jordania, en la actualidad muestran la necesidad del bloque árabe, incluido el Reino de Arabia Saudita, de conformar un frente común contra la amenaza de un Irán con visión hegemónica y nuclear, sin olvidar la posición del anterior gobierno israelí de Bibi Netanyahu y el actual de Naftalí Benet, de oponerse al Acuerdo Nuclear firmado en el 2015 y que ahora se intenta reflotar.
Por el lado de Irán, en el campo diplomático y más precisamente en lo que respecta al mencionado Acuerdo Nuclear, se ha empleado una Estrategia de Negación y Dilación, es decir, siempre han negado que el objetivo principal de su programa nuclear sea militar, o lo que es lo mismo, la fabricación de una arma nuclear, aduciendo una supuesta fatua de Ali Jamenei, sin embargo del porcentaje permitido de enriquecimiento de uranio, que según el Acuerdo era de 3,67% pasó al 60% y de los 300 kg permitidos han llegado a los 2.489 kg, además en todo el tiempo pasado entre aquel 2015 y el presente han actualizado la generación de centrifugadoras, las IR-4 e IR-6, sin olvidar la falta de cooperación con los inspectores de la AIEA, también violando los compromisos adquiridos.
Mientras Teherán dilata la reanudación de las conversaciones sobre el Acuerdo, esgrime también la extorsión, al exigirle a los EE.UU., que libere unos u$s. 10 billones de fondos iraníes congelados, más allá de la exigencia del levantamiento de todas las sanciones económicas y financieras, lo que demuestra que lamentablemente tanto la administración de Biden como sus aliados europeos, no comprenden, no dimensionan los fundamentos de la ideología y visión geopolítica de Irán, que no comprometerá su postura como no negociar otros temas estratégicos, como ser la cuestión de los misiles balísticos, algo que Teherán no dará marcha atrás.
Para ir finalizando mi columna de hoy, la pregunta es, ¿ es posible un conflicto abierto y directo entre el Estado de Israel y la República Islámica de Irán?, mi respuesta es afirmativa, ahora bien a la pregunta ¿ si es probable un conflicto abierto y directo?, mi respuesta es negativa, y mis fundamentos son los siguientes: Israel no puede actuar en solitario, por el costo político internacional, el logístico y el humano, tanto israelí como el colateral emergente por la radiación que puede expandirse en caso de ser alcanzados los objetivos nucleares, estimándose en 250 mil iraníes civiles como mínimo, razón por la cual el Jefe de la Fuerza Aérea israelí, el mayor general Amikam Norkin declaró al término del ejercicio Blue Flag, en el que participaron aviones de combate de los EE.UU., Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Grecia, “Israel no quiere una guerra con Irán pero no permitirá que tenga armas nucleares”, y en cuanto a la contra parte iraní, es conciente de la superioridad tecnológica y nuclear israelí, por lo que no se embarcará en una guerra abierta y directa, al menos hasta tanto no cuente con capacidad militar nuclear, y más allá de las declaraciones del Jefe de la Fuerza Aérea iraní, Amirali Hayizadé, que dijo “Israel será destruído si comete el error de atacar a Irán”, seguirá utilizando sus proxis, Hamas, Yihad Islámica y Hezbollah, y los intercambios de fuego desde Siria a los Altos del Golán, por todo esto en lo inmediato no es probable una guerra abierta y directa entre Israel e Irán, y seguirán actuando en el marco de un Conflicto Subsidiario, mientras tanto el lunes ppdo. se retomaron las negociaciones en Viena, poco esperanzadores, quizás por esto los EE.UU. le comunicó a Israel que adoptará otras opciones si falla la diplomacia con Irán, lo que me recuerda el viejo axioma de la geopolítica, “Si quieres la Paz, prepárate para la Guerra.”
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